II

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Aquellas manos que recorrían su espalda le hacían sentir tan bien. Izuku amaba sentirse así, pero ya no era Izuku, cuando trabajaba era Mikumo. Y justo en ese momento "Mikumo" debía aplicar todo lo que sabía.

Sus bocas se buscaban con desesperación, y sus manos había comenzado a descender hasta la entrepierna de aquel chico de cabellos negros con puntas rojas. Su palma había comenzado a frotar, por encima de la tela, la erección de aquel chico.

—Creo que estás llendo demaciado rápido, Mikumo —dijo aquel chico de mayor estatura frente a él.

—Yo no voy rápido, es sólo que tú eres muy lento, Akari.

Mordió el labio inferior Akari y lo empujó para que terminará de espaldas sobre la cama. Lentamente se deslizó sobre él hasta que sus labios se volvieron a encontrar. Izuku comenzó a quitar la camiseta de Akari, admiro por un momento el cuerpo que tenía bajo el y soltó un suspiro.

—Muéstrame lo que tienes para mí —sonrió coqueto para el pelinegro bajo él.

—Tus deseos son órdenes para mí.

Los labios de Izuku fueron atacados con ambrosía, ambas lenguas se encontraron y comenzaron a juguetear entre si. Akari tomó de la cintura a Izuku y en un rápido movimiento cambio de posición dejando a Izuku debajo de él. Las manos de Akari comenzaron a desabotonar la camisa blanca de Izuku. El pelinegro comenzó a lamer uno de los pezones de Izuku, lamía la punta una y otra vez, mordía y succionaba todo lo que quería.

—Ah...

Un gemido escapó de los labios de Izuku, Akari sonrió triunfante y comenzó a acariciar con su otra mano el pezón libre de Izuku. Llevo su lengua al otro pezón, succionó hasta que Izuku tensó sus puños sobre las sábanas.

—¿Te gusta que juegue con tus pezones de esta forma?

—Aka... Akari...

—Tomare eso como un sí.

Comenzó un camino de besos hasta la clavícula de Izuku. La ropa que aún les quedaba comenzó a desaparecer. Midoriya comenzaba a deshacerse ante cada caricia que el chico sobre él le daba. Izuku abrió sus piernas dejando que Akari se acomodase entre ellas.

Los ojos del más bajo reflejaban lujuria, quería jugar un poco más con Akari, Izuku detuvo los besos y apartó un poco al pelinegro.  El pecoso se recargo contra el respaldo de la cama mientras el pelinegro contemplaba la gloriosa vista.
El pecoso llevo un par de sus dedos a su boca para lamerlos y cubrirlos con su saliva.

—¿Puedo ver cómo te preparas a tí mismo?

Izuku asintió y llevó su dedo índice hasta la entrada en su trasero. Comenzó por movimientos suaves, era una sensación extraña, pero Izuku ya estaba acostumbrado a ella. Un segundo dedo entró, se oía el chapoteo cada vez que el par de dedos entraba y salía, un movimiento simulando unas tijeras fue lo siguiente. Akari miraba con morbo la imagen ante el; de los labios de Izuku escurría un poco de saliva mientras que este dilataba su entrada, y no podía faltar la cereza del pastel.

—A-Aaaah... Akari, se siente muy bien... más duro.

El pecoso estaba tentando a Akari, eso era jugar sucio. La erección de Akari se hacía más grande y dolorosa, no pudo evitar darle atención.

—Mikumo... Ahh... ya quiero sentir mi pene dentro de tu apretado culo —dijo mientras deslizaba su mano sobre su pene una y otra vez para darse placer—. Ah... que hermoso trasero tienes.

Mientras, Izuku había dejado de sentir aquellas molestias e introdujo otros dos dedo, está vez alcanzó un límite y logró llegar hasta su próstata.

Luces, cámara y... ¿SEXO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora