XVII

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Esa mañana, susurros fueron los responsables de ahuyentarlo del mundo de los sueños. Podía escuchar claramente como su nombre se repetía una y otra vez hasta que aquella voz logró despertarlo.

Se hallaba cubierto de un ligera capa de sudor y con el corazón agitado mientras que en su cabeza aún resonaba suavemente aquella voz.

Era como si estuviera en trance. Durante toda la mañana parecía divagar en sus pensamientos, cosa que preocupó a Yaoyorozu. Sin embargo parecía volver en sí cada vez que cierto chico de ojos verdes le dirigía la palabra.

—Debo admitir que el día de hoy estuviste más callado de lo común, Todoroki —soltó Yaoyorozu.

—¿Eso crees?

La chica asintió en respuesta. Shouto admitió haber tenido aquel sueño, aunque no había dado muchos detalles de él.
Aunque a Momo le habría encantado acompañar a Shouto a su encuentro con si hermano, tenía un compromiso. Todoroki soltó un suspiro de resignación.

Durante el camino, su mente se mantenía intranquila. Los susurros que lo despertaron esa mañana no lo abandonaban. Solo cuando tuvo a su hermano frente suyo pudo reaccionar.

—¡Maldita sea, Shouto! ¡No te rías!

El menor de los hermanos contenía una risa provocada por la apariencia del mayor, quien llevaba puesto un típico traje de oficina y el cabello peinado hacia atrás.

—No me estoy riendo —respondió con la voz temblorosa mientras apartaba la mirada.

—¡No me mientas! ¡Puedo ver colo contienes la risa! —señaló—. Sea como sea. Debemos darnos prisa. Sube al auto, debemos llegar a tiempo a la cita con la diseñadora.

—Pense que iríamos a una tienda departamental y ya —dijo el menor.

—Oh, no. No dejarte que asistas al evento luciendo cualquier cosas —expresó el albino mientras conducía el auto.

—Ya veo.

Shouto miraba por la ventana solo para tratar de despejar su mente mientras que su hermano conducía y en el auto sonaba una canción de la cuál no había escuchado nada debido a su falta de atención en ello. Ni si quiera supo en qué momento aparcaron.

"Hace tiempo que no vengo a lugares como este" —pensó el semialbino al entrar al edificio que desprendía una aura de riqueza, lujos y elegancia.

Al poco tiempo se vieron siguiendo a un hombre que había dicho ser el asistente de la diseñadora. Fueron llevados a una habitación donde ya los esperaba una mujer de cabellos negros con luces azules.

Su mirada divagaba por la habitación sin siquiera prestar atención a la conversación que tenían aquella mujer y Natsuo. Su atención no regreso sino hasta que mencionaron su nombre.

—No sé preocupe, me encargaré de ello.

—Lo dejo en sus manos —contestó el mayor.

No supo en qué momento fue llevado hasta el centro de la habitación donde procedieron a tomar sus medidas una a una, e incluso algunas fotografías.

—Eso es todo Todoroki-san —anunció la mujer.

—Muchas gracias de nuevo, Araki-san, por permitirnos tomar algo de su tiempo —dijo Natsuo.

—No me agradezca demasiado, es mi trabajo.

Después de una despedida formal y respetuosa, el par de hermanos se retiró, poniéndose en marcha hacia un restaurante en dónde el mayor había hecho una reservación.

A Shouto se le iluminó el rostro al oír que podía ordenar lo que quisiera, que no preocupara por la cuenta.

Mientras comían, el menor se detuvo por un momento y se dirigió a su hermano.

Luces, cámara y... ¿SEXO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora