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...

Esa semana, me percaté de le presencia de Jorge en los pasillos del instituto casi todos los días. Ahora que sabía quién era, empecé a verlo por todas partes.

-Es el fenómeno Baader-Meinhof, o fenómeno de ilusión de frecuencia.-Me comentó Livie cuando hablé de ello durante el almuerzo.-Mi hermano me lo explico hace poco. Mi siquiera sabes que existe algo, hasta que te enteras de lo que es y comienzas a verlo en todos lados.

Mi amiga se quedó pensativa un instante.

-¡Vaya! Creo que estoy experimentando un fenómeno Baader-Meinhof sobre el propio fenómeno Baader-Meinhof.

-¿Tú también ves a Jorge por todos lados?-Pregunté.

No sabía si había entendido del todo lo que me había explicado. Ese mismo día, un poco antes, me lo había encontrado al salir de la clase de español. Estaba hablando con Carolyn Bean cerca de la taquilla de ella.

Carolyn Bean era la capitana del equipo de fútbol femenino. Siempre llevaba el pelo rubio recogido en un moño con una diadema. Jamás la había visto sin brillo labial. Si ese era el tipo de chica que le gustaba a Jorge, no tenía ninguna posibilidad.

-No más de lo normal.-Respondió Livie.-Pero siempre lo veo mucho a Jorge. Va conmigo a clases de álgebra.

-¿Son amigos?

-En realidad, no.-Dijo ella.-Pero es un chico muy majo. Deberías presentarte y hablar con él.

-Eso es una locura. No puedo llevar y ponerme a hablar con él como si nos conociéramos de toda la vida.

-Claro que puedes.

Negué con la cabeza y aparté la mirada.

-No digas tonterías.

-Eres la que dice tonterías. Es un chico de nustra clase. No Brad Pitt.

Si pudiera hablar con Jorge López, me daría igual Brad Pitt.

-No puedo presentarme sin más, es una locura.-Sentencié. Después recogí mi bandeja y me dirigí al cubo de basura. Livie me siguió.

-Está bien. Pero es un chico muy majo.

-¡No me digas eso!-Exclamé.-Así me siento peor.

-¿Prefieres que diga que es un imbécil?

-¡No lo sé!-Me quejé.-No sé qué es lo que quiero que me digas.

-Estás siendo un poco insportable.-Comentó mi amiga sorprendida.

-Ya lo sé, ¿vale? Es solo que...Vamos. Te invitó un paquete de galletas.

En aquella época un paquete de sesenta y cinco centavos bastaba para compensar mi mal comportamiento. Así que fuimos al mostrador, me metí la mano en el bolsillo y conté todo el dinero que me quedaba.

-Tengo justo un dólar con cincuenta.-Dije, mientras seguía a Livie al final de la fila.-Nos da para un paquete para cada una.

Alcé la vista y vi a mi amiga con los ojos abiertos de par en par.

-¿Qué pasa?

Me hizo un gesto con la mirada.

Jorge López restaba delante de nosotros. Llevaba unos vaqueros oscuros, una camiseta de Smashing Pumpkins y
un par de Converse One Stars negras. E iba de la mano de Carolyn Bean.

Livir me miró e intentó medir mi reacción. Yo me limité a mirar hacia delante, como si no me importara en absoluto.

Y entonces me fijé en que Carolyn Bean soltaba la mano de Jorge, se metía la suya en el bolsillo, sacaba un tubo de bálsamo labial y se lo aplicaba en los labios. Como si no tuviera bastante con que le diera la mano, encima tenía que ser testigo de su audacia al soltarla.
En ese momento la odié con todas mis fuerzas. Odié a esa estúpida jugadora de fútbol, con su diadema en la cabeza y su bálsamo labial con sabor a Dr. Pepper.

Los dos amores de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora