Capítulo 11. Hablando todo se soluciona.

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Capítulo XI. Hablando todo se soluciona.

Asana.

Los cuatro, encabezados por Sealtiel y Richard, Yann y yo, con la mirada hacia el suelo, caminábamos tras ellos, nos dirigimos hacia la habitación de Mark, donde, según nos había dicho Sealtiel, Yaron se encontraba curando a éste. Por lo visto, mi puñetazo involuntario había dejado marca en él. Esperaba que Mark pudiera perdonarme por aquello.

Yann, que se encontraba a mi izquierda, quizá hubiera notado que algo me preocupaba, ya que, cogiéndome del mentón, obligándome así a levantar la mirada y dirigirla hacia él, me sonrió y me cogió la mano izquierda, en señal de apoyo.

Lo cierto es que aquello me sirvió para tranquilizarme, ya que sabía que contaría con su apoyo y que, seguramente, se quedaría conmigo cuando llegáramos y entráramos a la habitación de Mark. Pero, por algún motivo, me incomodaba ir agarrada de su mano. Quizá fuera porque no estaba acostumbrada a que alguien lo hiciera, y él ya lo había hecho en dos ocasiones.

La primera vez que lo había hecho, lo cierto es que no me incomodó en lo mínimo, pero, por alguna extraña razón, en aquel momento, sí me incomodó que lo hiciera, aunque así lograra tranquilizarme.

Llegamos a la habitación de Mark y, en cuanto Richard llamó y le indicó a Mark que ya habíamos llegado, Yaron salió con un botiquín de primeros auxilios en su mano izquierda y trozos de algodón ensangrentados en la derecha. Aquello hizo que apretara la mano de Yann, el cual, cogiéndome de nuevo del mentón con su mano libre, me giró la cara hacia él y me sonrió de nuevo.

Yaron, Richard y Sealtiel, dándome cada uno de ellos su apoyo con sus sendas miradas y sonrisas y dejando la puerta abierta, nos dejaron a Yann y a mí solos.

- Todo irá bien, tranquila. – me dijo Yann alentándome a entrar.

Respiré hondo y, soltando su mano, lo cual, por su gruñido, no pareció agradarle, entré a la habitación y, nada más hacerlo, Mark y Lesmes se callaron y dirigieron sus miradas hacia a mí. Aquello hizo que me incomodara y me dieran ganas de salir corriendo de allí, pero Yann me lo impidió, ya que escuché cómo cerró la puerta y, acto seguido, se puso a mi lado y puso su mano izquierda sobre mi espalda, empujándome un poco hacia delante.

- Yannick, vete. – le dijo Mark levantándose de la cama.

- Se queda conmigo. – le dije rápidamente mientras me ponía delante de Yann y le cogía la mano derecha con mi mano derecha.

Aquello no pareció gustarle, no el hecho de que le cogiera la mano, sino el hecho de que me hubiera puesto delante de él en señal de protección, como si fuera una persona débil e indefensa.

- Está bien – dijo Mark tras un suspiro – pero, por favor, no le hagas nada a Lesmes. Bastante tenemos ya.

- Si estoy aquí es por él, así que, tranquilo, no creo que le haga nada. – dije en su defensa.

Mark asintió desganado y acto seguido me indicó que tomara asiento en la silla que allí tenía, pero sin mirarme en ningún momento.

Así pues, antes de dirigirme hacia aquella silla, miré a Yann y le ofrecí mi mejor sonrisa a modo de disculpa, ya que sabía perfectamente que mis palabras también le habrían molestado, al igual que mi acción anterior. Haciendo esto, le solté la mano y me dirigí hacia la silla para tomar asiento como Mark me había indicado.

Lesmes se encontraba sentado en la cama, justo enfrente de mí, mirándome con arrepentimiento e incluso algo de tristeza. No me gustaba que sintiera aquello, pero lo prefería a que me tuviera miedo y sus ojos lo expresaran, ya que no me gustaba que me tuvieran miedo, salvo los licántropos a los que mataban. En ellos sí que me gustaba verlo reflejado en sus ojos, al igual que la sorpresa en sus rostros al descubrir que yo no me trataba de una mujer indefensa a la que matar, sino que era yo quien terminaría matándolos.

Werewolf' s Hunter [pausada].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora