La noche serena era el único acompañamiento que tenía desde hace meses. En realidad ya había dejado de contar los días, pero mantenía siempre la misma rutina; cada noche subía al techo para mirar el oscuro cielo lleno de motas blancas, buscaba encontrar alguna constelación para distraerse, esperaba mirar una estrella fugaz y poder pedirle alguna manera de volver a como su vida era antes. Sonaba egoísta, sí. Incluso ya solo pedía un pequeño momento para compartir una despedida digna, una manera correcta de terminar ese ciclo, de darle la vuelta a la página.
Suspiró mirando las tenues luces que habían a lo lejos y que pertenecían a los diferentes edificios y construcciones que eran el hogar de muchas personas.
Durante esos largos meses había intentado mantenerse positivo; no quería estar triste porque no quería recordarlo así, después de todo los momento que tenía con él eran así; felices. No había motivo alguno para llorarle, sin embargo sí para extrañarle.
—No te miento —suspiró y sonrió con un poco de amargura—, sigues en mi mente.. ¿Sabes? Empiezo a acostumbrarme a las noches solitarias.
Se mantuvo en silencio, únicamente sintiendo el aire fresco de la madrugada chocar con sus mejillas. Las hacía sentir frescas y por alguna razón le daba un poco de ansiedad. Las talló con un poco de insistencia para eliminar el frío y que se calentaran, no le gustaba la sensación del frío, nunca lo había hecho. Cuando entró un poco en calor solo se le escapó un pequeño suspiro de nuevo, un poco más aliviado.
—¿No tienes frío aquí afuera? —preguntaron súbitamente a sus espaldas, llamando su atención— Deberías entrar ya, es tarde Zhads.
[. . .]
—Intento decir que estoy enamorado de ti.
No podía creerse lo que acababa de decir, y eso que había salido de su propia boca. Sentía su corazón latir a mil por hora, sus mejillas estaban rojas a más no poder y su interior no era más que un remolino de emociones. Tenía el terrible deseo de que la tierra se lo tragara y, si era posible, que lo escupiera en un lugar lejano donde no fuese conocido para empezar de nuevo y sentirse, mínimamente, bien. No estaba seguro de qué sucedería. Ya no estaba seguro de nada más que sus propios sentimientos.
Estaba arrepintiéndose y únicamente quería poder tener la capacidad de regresar un par de minutos atrás, evitar llegar hasta la casa del azabache y por supuesto también abrir su gran boca.
Tal vez después iría a darle una visita rápida a su amigo de extravagante peinado, Silver, para preguntarle si podía ayudarlo a volver al pasado.
—Sonic.. —siseó buscando las mejores palabras para expresarse y que las cosas no se malinterpretaran. No sabía ni por dónde empezar. Tanto se le notaba el asombro que incluso el cobalto decidió hablar antes de él.
—No es necesario que digas nada.. —bajó levemente la vista al no poderle sostener la mirada al par de orbes rubíes. Sus orejitas se agacharon también—. Entiendo que no sientas lo mismo, porque, bueno es algo.. ridículo —su tono de voz bajaba cada vez más. Se cohibió un poco ante las orbes que lo miraban y empezó a jugar nerviosamente con sus manos en un intento de calmarse—. Perdón por.. molestarte.
Sonic le dedicó una sonrisa débil al azabache antes de girar sobre sus talones de manera rápida y así intentar salir del lugar lo más rápidamente posible. No le concedería el privilegio de mirarlo derramar lágrimas por él. Claro que lo haría, pero no frente al azabache, no le daría ese privilegio. Le dolía tremendamente horrible haber sido tratado con tanta indiferencia tratándose de un tema tan serio como sus sentimientos.
Shadow tomó inmediatamente su andar como un estímulo para reaccionar; no podía dejarlo ir así de fácil. Tenía miles de dudas con respecto a él y al azul. Fue una decisión tomada en cuestión de segundos, lo más rápido que su cerebro podía pensar. Entendió que si quería su felicidad, tenía que tomar riesgos.
Qué más daba si habían problemas, qué más daba si Sonic y él no eran específicamente compatibles. Daría su mejor esfuerzo para que algo más se diera.
—Sonic, espera —llamó apresurando sus pasos hasta llegar a él y tomar su muñeca izquierda para frenar su avance y evitar que se fuera.
El erizo azulado giró un poco sobre su eje para ver al azabache, pero nunca esperó sentir una suave presión en sus labios. Sus ojos se abrieron con sorpresa y una gran corriente eléctrica recorrió su cuerpo, su corazón se aceleró tan rápido que podía sentirlo golpear su pecho, casi como si quisiera salirse de él.
Un beso que podía transmitir todas las emociones, sentimientos y pensamientos que habían entre cada ser. Un beso suave, amoroso, que liberaba las dudas, que juntaba las almas.
Que era el comienzo de algo nuevo.
[. . .]
—Deberías entrar ya, es tarde Zhads.
Las orejitas negras de Zhadow se movieron con rapidez en cuanto captó esa voz. Giró a ver lo más rápido que pudo y una capa de agua salada recubrió sus ojos mirando esa silueta; por un momento creyó que estaba alucinando, pero sus dudas se despejaron casi al instante.
—¿Qué pasa? —rio con suavidad el otro erizo mirando detenidamente las facciones del azabache, con un poco de diversión.
—¡Zonic!
Zhadow inmediatamente se levantó. Apresuró sus pasos hasta llegar al cobalto y —literalmente— lanzarse sobre él para abrazarlo. Ambos cayeron al suelo, Zonic de espaldas y Zhadow sobre él, a ninguno le importó. El de ébano lo abrazó con fuerza y el contrario no pudo evitar reír un poco, hundiendo sus dedos entre las púas negras y rojas de Zhadow propiciando caricias hasta sus orejitas.
Podía escuchar los sollozos del azabache, le dolían. Lo abrazó de igual manera, estrujándolo en su pecho en una forma de darle consuelo y tranquilidad a su pareja.
—Tranquilo, Zhads —musitó contra la orejita del contrario.
—¡No vuelvas a hacer eso! —chilló en protesta propiciando un golpe en el pecho del cobalto, elevando su mirada hasta que chocó contra las orbes esmeraldas. Con su antebrazo limpió las lágrimas que habían resbalado por sus mejillas.
—¡Lo siento! Era necesario y lo sabes. No te enojarás conmigo, ¿o sí?
Zhadow frunció el ceño suavemente e hizo un puchero.
Zonic no perdió un tiempo y le robó un beso. Fue un beso corto el que le dio, lo suficiente para borrar la mueca del vetado. Lo que menos quería era provocar más problemas así que comenzó a dar besos por toda la cara de su pareja; sus mejillas, parpados, nariz y sus labios de nuevo.
—Perdóname, ¿sí?
El bicolor miró por un par de segundos al cían, intentando mostrarse molesto aún, pero sin poder lograrlo ya que se le escapó una risa. Volvió a los labios del cobalto, cómo lo había extrañado.
El cielo comenzó a pintarse de tonos cálidos que se mezclaban con los colores azules y morados. Las estrellas poco a poco comenzaron a desvanecerse gracias a que el sol lentamente se asomó por entre los edificios.
No había más lindo momento para un reencuentro, un momento tan íntimo que la pareja compartía pero al mismo tiempo tan cotidiano. Las heridas provocadas durante el tiempo que estuvieron separados sanarían más que rápido estando juntos y no tendrían que volver a separarse de una manera tan vil, sin ni siquiera una despedida.
Pese a las situaciones difíciles siempre existirá una solución, siempre habrá una luz que habrá de iluminarnos para buscar la salida. Siempre han habido, hay y habrán problemas y dificultades, pero con la persona correcta podemos salir adelante, superarlo.
Zonic y Zhadow podrían estar en paz, vivir su cuento de hadas al igual que sus contrapartes que, a diferencia de ellos, apenas comenzaban una relación, apenas cosechaban los frutos del trabajo que durante años habían realizado.
Por fin serían felices sin que nadie se atreviera a tocar su relación, jamás.
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Don't Touch Me [Shadonic/ZonZadow]
ФанфикDurante una misión, a la cual habían sido enviados Zonic y Zhadow, el último es absorbido por un portal de procedencia desconocida. Después de que el cobalto reportase lo sucedido con Zails, el científico le asegura que no debe preocuparse, que en u...