3.Glitter

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Mientras sonaba "Vivir así es morir de amor", la versión de Nathy Peluso en MTV, llenaba mi termo de agua para tener el mate listo, el fiel compañero de estudio.
 Ya habían pasado unas semanas desde que Iván vino a mi casa. Nos hablábamos por Whatsapp cada tanto, aunque apenas me empezó a seguir en Instagram y, fue una locura, no pasaron ni un par de horas que ya tenía mil seguidores nuevos.

La que sí estaba al tanto de todo era Indiana, quien seguía llamando a Iván "Spreen" como si nada.

Hablando de Roma, sonó mi celular.

 «Vamos a la Bresh». 

«Está re cara la entrada boluda, que flasheas?» Le respondí.

«No te pregunté, a Eze le regalaron un par de entradas por un canje y obvio quiere que vaya, le dije que necesitaba una para vos o no iba»

Ezequiel es un chico que persigue a Indiana desde que entramos a la facultad. Es influencer y siempre que la invita a algún lado, acepta que yo vaya con ella. Pobre pibe.

Que lindo tener a alguien que te busque como lo hace Ezequiel, aunque no a nivel de acosador, sino alguien que te incluya, que quiera compartir y generar nuevos recuerdos contigo. Hace tanto tiempo que no me pasa eso que ya desistí. Me asusta solo pensar que quizás nunca vuelva a enamorarme. 

Hace poco perdí a mi mejor amigo. No soportaba que yo no sintiera lo mismo por él y se terminó alejando. Nos llevábamos de diez, y en un momento pensé que quería algo con él, pero no tenía ese "algo" especial que buscaba.




—Ay amiga estás on fire hoy—dijo Indiana

—Gracias ami—le respondí con una risita—vos estás hermosa también.

—La verdad que sí, está hermosa—dijo Ezequiel mirando a Indiana. A lo que ella respondió sonrojada con una sonrisa.

Ya en la entrada, fuimos primero a los baños porque una vez que se pone heavy no podes ir más. Sonaba "Todo de Ti" de Rauw Alejandro, como me gustaba esa canción madre mía.
Me puse a bailarla en la fila del baño e Indiana me seguía los pasos. Vine un poco entonada eso sí, hicimos previa con los amigos de Eze antes de venir, todos muy buena onda, pero ya acá cada uno se fue por su lado. 

Indiana obligaba a Ezequiel a que se quedaran conmigo, siempre era yo la solterona que tenían que andar bancando, por suerte ya una vez en medio de la multitud mientras bailabamos, a nadie le importara que hiciera el otro, ellos terminaban chapando y yo ni bola, estaba en la mía totalmente.
Hasta que siento que me tocan el hombro.

—Na, que chiquito es el mundo.-dijo una voz familiar y me giré.

—Iván? —Dije sorprendida. —Quién se iba a imaginar que un friki saliera de la cueva.—dije entre risas.

En medio de la música y la multitud, la presencia de Iván me sorprendió. Conversábamos al oído. Aunque estábamos rodeados de gente y el ruido era ensordecedor, lo que más quería esta noche era poder disfrutar de su compañía y su sentido del humor.

—Me ofendes linda, yo pensé que vos no hacías otra que estudiar.—respondió haciendo una mueca.

—Eso hago, vine obligada—le dije mientras levantaba mis hombros y me reía—pero no nos pongamos a hablar de eso acá que ni te escucho.


Se río y asintió, a su vez movía sus brazos y piernas entorpecidamente en un intento de baile, cosa que me daba algo de ternura, siempre estaba sonriendo y mostrándose confiado aunque bailase como un tronco.

Conforme avanzaba la noche y los efectos del alcohol se dejaban sentir más. Por culpa de la cantidad excesiva de gente, nuestra cercanía aumentaba. Bailamos, hablamos y compartimos risas como si fuéramos viejos amigos. A pesar de que cada vez estábamos más cerca físicamente, me sentía cómoda con él, algo que rara vez me pasaba.

Iván se me acercaba aunque no tuviese gente empujándolo, lo que sí me ponía nerviosa.

Se sacó su gorra negra y me la puso del revés despeinándome para molestarme mientras se reía. Me sentía atraída hacia él de una manera inexplicable.

Nuestras miradas se cruzaron, y parecía que estábamos jugando a un juego silencioso, retándonos a ver quién cedía primero. Mi corazón latía con fuerza, me acomodé la gorra y lo miré a los ojos, fijandome en esas pestañas curvadas y largas que tenía, él seguía sonriendome, pero cada segundo que pasaba lo notaba más nervioso, hasta que se acercó completamente a mi cara y en un impulso inesperado, nos besamos. 

 ¡¿Qué?! 

Por un instante, mi mente se llenó de preguntas y dudas. No era de esas personas que se lanzaban a besar a cualquiera, pero con Iván todo era diferente. Sentía una extraña conexión con él, y aunque me sorprendía mi propia audacia, no podía negar que me gustaba estar cerca suyo.

Sorprendido tanto como yo, me agarró de la cintura y me tiró hacía él. Continuamos besándonos mientras nos movíamos al ritmo de la música. En medio de la multitud y la euforia, solo existíamos él y yo. Mi corazón se aceleraba con cada instante que pasábamos juntos, pero también me preguntaba qué pasaría después, cuando el efecto del alcohol se desvaneciera.

A pesar de mis inseguridades, no quería pensar demasiado en el futuro en ese momento. Solo quería disfrutar del presente, de esa sensación de conexión y cercanía con Iván.

Perdidos en el momento, continuamos bailando y besándonos, compartiendo una intimidad que no había sentido con nadie más en mucho tiempo. Aunque mi mente estaba llena de preguntas, el deseo y la emoción del momento parecían dominar todo lo demás.

El tiempo parecía haberse detenido, y mientras nos sosteníamos mutuamente, sabía que había algo especial entre nosotros que iba más allá de las palabras.

Estuvimos un rato así, yo colgada de su cuello y el agachándose un poco para que llegue a su boca más cómodamente.

—Spreen, Spreen! —le gritaron—sácate una foto con nosotros por favor.

—Si obvio, no hay problema—se separó de mi rápidamente cómo si nada hubiese pasado y se acercó a los chicos. Luego de sacarse la foto, me dio una mirada de culpa.

Se acercó un tumulto de gente que lo alejaba cada vez más de mí, yo seguía bailando incomoda, pasaban los minutos y canciones y no lo volví a ver, me sentí algo apenada.
 Decidí que era hora de buscar a Indiana y además contarle lo que había pasado.

—Yo sabía que te gustaba el chabon, es imposible que no—me dijo feliz con una cara pícara.

—Es que me parecía molesto, pero tiene algo que me encanta—dije sin pensarlo y algo triste— igual es un bajón porque desapareció mientras la gente se lo llevaba, además anda a saber—hice una pausa y la mire— se debe comer a medio mundo.

—Ay no seas tonta amiga, puede que sí o puede que no—dijo.

—Igual ni se por qué lo dije, el pedo me debe estar afectando.—respondí y solté una risa falsa, para pretender que no me importaba. —A todo esto, ¿dónde está Ezequiel?

—El nabo se fue a hacer pogo con los amigos, le dije que te iba a buscar, que no había drama—dijo sin más mientras se mordía el labio.

—Mejor, podemos bailar tranquilas nosotras dos. —le dije con una sonrisa mientras le agarraba las manos para bailar juntas.

Se hicieron las 5 A.M y nos pedimos un Uber, estaba destrozada, mis pies no soportaban un paso más.


Es increíble la sensación al descalzarse después de una noche así. Me cambié, y antes de desmaquillarme y meterme en la cama, pensé en ir al balcón un rato, todavía estaba algo oscuro, pero me encanta ver el amanecer y respirar aire fresquito.

Apenas salí, lo noté.

ConexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora