La lesión que supuestamente tardaría unas pocas semanas en curarse, tardó poco más de un mes.
A los dos días Chan estaba volviéndose loco. Visitaba al nuevo guardia, Shin-algo, en el primer piso en cada ocasión que podía inventar. Quería ver a Felix nuevamente, no le bastaba con las escapadas o las miradas furtivas a escondidas. No le bastaba con visitar el museo por las tardes y caer rendido a las dos horas de comenzar su turno a la noche. No le bastaba con acostarse en su cama e imaginar que Felix estaba allí a su lado. No le bastaba con soñar con él cada vez que lograba conciliar el sueño.
Para no perder la cabeza y distraerse del hecho de que su alma extrañaba a Lix, Chan decidió ponerle orden a su vida. Volvió a ir sin falta a las sesiones con Minho, volvió a hacer lo que más amaba, que era producir música y compartirla, volvió a escribir sobre todo lo que se le cruzaba en la mente, volvió a disfrutar de las salidas con sus amigos, volvió a mirarse con un poco más de cariño, volvió a cambiar la mentalidad negativa, volvió a intentar valorarse, volvió a amar cada uno de los pequeños momentos que la vida le regalaba, como los atardeceres, la risa de sus seres queridos, el viento en la cara, la lluvia, las estrellas, la luna, la taza de té que le recordaba a su madre, el programa de televisión que le sacaba lágrimas y sonrisas, o la música que lo hacía sentir lleno. Cada día que pasaba, Chan sentía cómo se volvía a apoderar de él mismo, de su vida. Era un proceso largo, tedioso y extremadamente doloroso, y él lo sabía pues lo había experimentado antes, pero ahora tenía un incentivo que le prohibía bajar los brazos. Siempre que Bang Chan hacía una promesa, él la cumplía.
Si bien se moría de ganas por contarle todos sus avances a Felix, por el momento se contentaba con escribirlo. Más tarde, cuando todo volviera a la normalidad, podría comentarle todo a su ángel.
La imagen de Felix sonriendo orgulloso cuando escuchara todo lo que tenía para decirle iluminaba los días más oscuros de Chan, apaciguaba los malos ratos y acompañaba los momentos de júbilo. Quería hacerlo sentir orgulloso de él, quería que lo amara en su mejor forma. Quería ser mejor para Felix, sí, pero también quería ser mejor para él mismo.
Supo que iba bien encaminado cuando una tarde, luego de una dura sesión de terapia, en lugar de largarse a llorar por todo lo que había recordado y hablado, sonrió. Lo supo cuando en lugar de añorar y buscar desesperadamente una sensación de hogar, se dio cuenta de que él mismo podía construir un hogar. Allí donde fuera, siempre encontraría su casa si él así lo quería.
Y todo mejoró cuando, un mes y medio después, Changbin se reincorporó al trabajo.
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El chico del cuadro azul // CHANLIX
FanfictionTal vez lo único que Bang Chan necesitaba para ver más allá del blanco y negro era un extraño de mirada triste. ------------------------- ACLARACIONES: - Es una historia con capítulos cortos, aún no finalizada. - Tiene modismos argentinos. Si hay al...