Javi

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Los días en mi nueva vida eran... pues no sé... por un lado estaba genial lo de poder estar sin la mirada reprobadora de mi madre constantemente encima. Era una gran tranquilidad lo de poder estar en mi casa sin sentirme incómoda... al menos... por esa parte. Nico... buff... con Nico no sé ni por dónde empezar.

Él había sido mi mejor amigo, mi amante, mi primer y gran amor y ahora... pues ahora no sabía cómo me sentía con él... por un lado le amaba, le amaba con todo mi corazón y por otro... mirarle me dolía, me dolía tanto que me paralizaba. Todo ese amor que le tenía, se volvía dolor por segundos y eso apagaba todo lo demás.

- Nico, he invitado a un amigo a cenar hoy a casa - era viernes y Javi iba a venir a conocer el piso.

- Ok. Pediré que me dejen hacer turno de noche en la pizzería y así os dejo el piso para vosotros solos hasta la 1 de la madrugada o así... y si quieres luego me doy una vuelta para que estéis tranquilos... no sé, avísame si eso.

- Nico - le paré - gracias. Pero no hace falta que te vayas a ningún lado. Javi es un amigo, puedes quedarte a cenar con nosotros si quieres, seguro que no le importa.

- No, tranquila. Prefiero dejaros solos.

- Bueno, como quieras, pero ven a casa cuando quieras.

- Vale. Nos vemos a la hora de comer. - Me dio un beso en la frente y se fue.


Después de la universidad, de una comida bastante agradable con Nico y de pasarme la tarde limpiando y ordenando la casa para que tuviera un buen aspecto, me arreglé un poco para esperar a Javi. Nico ya se había ido a trabajar y yo estaba impaciente por ver a Javi. La verdad es que en estos meses se había convertido en una persona muy importante en mi vida. Sentía que podía estar cómoda con él y, siendo sincera había cierta química entre nosotros.

- ¡Hola preciosa! - nada más abrirle la puerta me abrazó con una enorme sonrisa en la cara. - Tenía muchas ganas de verte, ¿así que este es tu nuevo hogar? Es bonito.

- Sí, ven, te lo enseño. - Le di la mano y lo llevé por todo el piso, no era muy grande, no había demasiado que ver: el salón-comedor, la cocina, mi dormitorio, un baño y el dormitorio de Nico, que no le enseñé, claro.

- Me alegro muchísimo por ti. Te mereces tener un sitio donde poder estar cómoda, en la casa de tus padres estabas más apagada, se te ve feliz.

- Lo estoy, la verdad, todo va saliendo bien ahora. - Nos sentamos en el sofá.

- Y con tu ex, ¿qué tal?

- Bueno... poco a poco. Estamos intentando volver a tener una relación cordial, por lo menos. Me gustaría que para cuando nazca la niña él y yo fuéramos, al menos, amigos lejanos.


Sonreí y nos quedamos unos segundos en silencio. Sólo mirándonos a los ojos. Con delicadeza, Javi puso un mechón de mi pelo tras mi oreja y aprovechó para acariciar con suavidad mi mejilla... el ambiente en la habitación había cambiado de repente, ya no éramos dos amigos charlando, ahora podía notar el hormigueo por todo mi cuerpo de notar su respiración, su cercanía.

- Estás preciosa cuando sonríes - dijo en voz baja Javi, como para no romper el ambiente que el silencio había creado. Me permití mirarle... era muy atractivo, su pelo negro, unos ojos azules que hacían que te perdieras en ellos y su físico también me agradaba, era delgado, no parecía muy musculado pero eso nunca me había importado.

- Gracias - susurré, porque no podía hacer otra cosa. Mis ojos estaban fijos en los suyos, aunque no pude evitar desviar la mirada a sus labios cuando noté como se acerba despacio a mí.

- Estoy deseando besarte - susurró cuando estaba tan cerca de mí que podía notar el cosquilleo que provocaba su respiración en mis labios. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral de arriba abajo cuando escuché sus palabras.

- Hazlo.

Y me besó. Nos besamos con suavidad mientras su mano acariciaba mi mejilla. Pero ese beso se fue intensificando poco a poco, nuestras lenguas jugaban entre ellas en nuestras bocas, mis manos acariciaban su cuello y las suyas bajaron a mi espalda.


Cuando separamos nuestros labios, Javi dejó su frente apoyada en la mía y no rompió el abrazo siguiendo muy cerca su cuerpo del mío.

- Ana yo... bueno, creo que se me nota, me gustas mucho. No tenía planeado besarte hoy, en realidad, no tenía pensado besarte nunca, creo que ya bastantes quebraderos de cabeza tienes como para que yo me sume a tus cosas en qué pensar, pero... es que no he podido evitarlo. Me gustas muchísimo. Eres una mujer increíble, fuerte, graciosa, alegre, buena... y además de todo eso eres guapísima. Tienes todo lo que siempre he buscado en una mujer... pero creo que te he encontrado en un momento en el que no tengo derecho a acercarme a ti. Hagamos una cosa -se separó de mí, se levantó del sofá y me tendió una mano para que hiciera lo mismo. - Vamos a cenar y a charlar tranquilamente. Omitamos mi declaración y aparquemos el tema al menos durante unos meses, que por nada del mundo quiero sumarme a tu lista de problemas.

La verdad es que agradecí enormemente a Javi que no esperase una respuesta por mi parte en ese momento, porque no hubiera sabido qué decirle. Me parecía un chico increíble, era muy atractivo y tenía una personalidad que me encantaba, además y aunque me parecía increíble, que estuviera embaraza no parecía importarle lo más mínimo.

La verdad, en mi interior pensaba que nunca iba a volver a resultarle atractiva a nadie. Una chica de mi edad, con un bebé... en mi cabeza ya me había resignado a una vida de soledad y celibato... pero con Javier no era así. Él me miraba con auténtico deseo, lo notaba. Y tampoco tenía claro cómo me sentía con eso, ¿estaba preparada para salir con alguien? ¿cómo afectaría esa a mi nuevo hogar, a Nico?

Pero incluso en eso Javier había sido perfecto. Me había dado espacio sin tener si quiera que pedirlo.

La cena transcurrió entre risas y bromas. No mencionó nada acerca del beso, pero la verdad es que coqueteamos un poco más de lo habitual el resto de la noche. Después de cenar y de charlar un rato más nos despedimos y me fui a dormir. Aunque no quería hacerlo me pasé un rato en la cama dándole vueltas al beso de hoy... la verdad que me había encendido y podría haber pasado algo más si él no se hubiera detenido, pero... la pregunta era: ¿me habría arrepentido de que pasase?

Yo nunca me había acostado no nadie que no fuera Nico y, aunque tenía claro que no le debía ningún tipo de explicación ni tenía que reservarme para él ni nada parecido, sí que se me hacía raro empezar a salir ahora con alguien, ahora que Nico y yo vivíamos juntos e íbamos a tener un bebé. No sé, sería raro... ¿o no?... bueno, tendría que acostumbrarme a que hubiera otras personas en la vida mi hija, por ambos lados, ¿no? Nico no iba a permanecer soltero para siempre...

Con todos esos pensamientos me quedé dormida, esperando que el día siguiente fuera tranquilo, porque realmente lo necesitaba.

Mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora