Primer día juntos

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Mudarme fue maravilloso. Por fin podía dejar de escuchar quejas de mi madre cada día y había recuperado el buen humor.

Me había instalado hacía una semana, Nico se mudaba hoy, había estado ayudándome a preparar la casa y hoy traía sus últimas cosas y ya se quedaba a pasar la noche. Estaba un poco nerviosa, la verdad. No habíamos hablado mucho desde que lo dejamos, había estado evitándole en la medida de lo posible, ya que no sabía muy bien cómo me sentía con él. Por un lado, era Nico, mi Nico, el que llevaba siendo mi mejor amigo desde... siempre, ahora además era el padre de mi futura hija, pero tampoco podía olvidar que era el que me había traicionado. No tenía ni idea de qué podía esperar ahora que íbamos a vivir juntos. ¿Qué quería? ¿Quería perdonarle? ¿Quería ser su amiga sin más... o volver a intentarlo? ¿Quería ser únicamente su compañera de piso, como si no nos conociéramos realmente?... ¿y qué esperaba él?

Salí de mi habitación para cenar. Había estado trabajando toda la tarde clasificando periódicos y noticias antiguos, así que no había visto a Nico todavía, pero cuando salí de la habitación él estaba en la cocina acabando de hacer la cena para ambos.

-¡Hola! No sabía si ibas a querer cenar conmigo, pero esperaba que sí. He hecho pasta... la verdad es que no tengo ni idea de cocinar, pero creo que se puede comer.

-Gracias, seguro que está rico.

-Ana yo... la verdad es que no sé cómo hacer esto -miraba a su plato y daba vueltas a sus macarrones mientras hablaba, visiblemente nervioso... me daba pena pensar en lo mucho que había cambiado nuestra relación en tan poco tiempo. -No sé cómo arreglar esto... ni si queda algo que arreglar... no sé cómo comportarme contigo ahora mismo, la verdad. Lo siento tanto. Todo esto es por mi culpa y ahora yo... no...

-Nico -le interrumpí -Yo tampoco lo sé. Te echo de menos, mucho... pero creo que es pronto para que pueda olvidar lo que ha pasado... respecto a después... pues no sé, no sé qué seremos después... ¿amigos? ¿compañeros de piso?... no sé.

-Amigos o compañeros de piso... -pareció disgustado... no había pasado por alto que yo no había incluido pareja por ningún lado. -Bueno... -me miró más animado y sonrió alegre -estar aquí contigo ya me hace feliz. Haré lo que necesites y espero poder compensarte lo mejor posible por haber sido un imbécil y haberte fallado tanto... en el peor momento.

-La verdad es que ese día fue un día muy intenso. -Sonreí sin muchas ganas. -Al menos ahora, que he decidido tener a nuestra niña, ese parte del día no me resulta tan dramática.

-Nunca hemos hablado de eso. -Me miró a los ojos, muy serio. -De la otra parte del día. ¿Hay algo que quieras saber?

-... - cada vez que pensaba en ese momento me dolía el corazón y se me encogía el estómago. Nunca pensé que algo así pudiera pasar, pensé que era cosa de las películas, pero era cierto. Cuando pensaba en el tema mi cuerpo reaccionaba, físicamente. -No creo que sea buena idea charlar de si te dejó sumarla a la lista de chicas que te han dejado tocarles las tetas -traté de bromear, recordando nuestras conversaciones de cuando éramos niños.

-Ana. Estoy en serio. - Nico ni sonrió, seguía mirándome a los ojos con preocupación.

-Ya...Nico, aún me duele mucho... no quiero seguir con el tema, en serio, me gustaría ser capaz de olvidarlo... pero aún me duele mucho... aún lo veo mis claramente cuando pienso en ello... os veo juntos, en mi cama... siento en el corazón lo mismo que sentí ese día. No me lo esperaba en absoluto. No lo vi venir. Pensaba que estábamos bien, pensaba que... en fin, te conozco, sé que siempre te ha gustado ir de una mujer a otra sin preocupaciones... pero pensé que, ibas a cumplir tu palabra. Pensé que me ibas a respetar. Fue una puñalada. Confié en ti y me la jugaste de la peor manera... -a esas alturas de la conversación yo ya estaba llorando y no podía ni mirarle. -No quiero hacer esto... no quiero decirte todo esto, sólo es echar más mierda y no es lo que quiero... pero es lo que siento... por eso prefiero no hablar, porque si hablo no te voy a decir cosas bonitas. No esperes que te haga sentir mejor. Sólo nos sentiremos peor los dos.

-Ana... -me subió suavemente la barbilla con su mano para que le mirase, por primera vez en mi vida vi que él también estaba llorando. Me secó las lágrimas con una servilleta con mucha delicadeza. -No te preocupes por mí. No quiero que te lo calles. Fui un cabrón. No te lo merecías. Estábamos bien y me merezco todas y cada una de las palabras que salgan de tu boca. Dilas. Desahógate. Yo puedo soportarlo. No vas a decirme nada que no me haya dicho yo antes, y escucharlo de tu boca, ver tu dolor, es algo que debo afrontar. Lo he provocado yo. Lo merezco. -Ver caer las lágrimas por sus mejillas era algo que no habría esperado nunca. Nico era pura alegría, siempre estaba bromeando, su sonrisa era perenne.

-Nico... -tomé sus mejillas entre mis manos y le besé. Necesitaba hacerlo. Necesitaba notar sus labios entre los míos y calmar su dolor. Me daba igual todo lo demás. Necesitaba besarle, por mí, por él, porque me hacía sentir mejor notarle cerca. Aunque no fuera lo correcto. Al principio no reaccionó a mi beso, y cuando lo hizo fue para separarse de mí.

-Ana, no. No me consueles. No me merezco tu compasión. Yo no lo estoy pasando bien con esto, eso está claro, pero eres tú la que tiene que cuidarse. No cuides de mí. Cuida de ti. Cuida de vosotras -Me acarició el vientre, se dejó caer de rodillas y me abrazó apoyando su cabeza en mi abultada barriga -Espero ser capaz de ganarme vuestra confianza, espero ser bueno para ti. -Las lágrimas caían por mis mejillas al oírle hablar a nuestro bebé con tanto amor.

Me quedé allí de pie, acariciándole el pelo mientras me abrazaba. Debieron pasar más de diez minutos hasta que el sonido de mi teléfono interrumpió la escena. Nico me soltó, se limpió las lágrimas de las mejillas, sonrió levemente y se fue a recoger la cocina mientras ya atendía la llamada.

-¡Hola guapa!

-Hola Javier, ¿qué tal estás? -la alegre voz de Javier en el teléfono me contagió un poco de su alegría.

-Muy bien, ¿tú qué tal? ¿cómo es eso de vivir en tu propio piso? Tenemos que quedar para que me cuentes la cara que puso tu madre cuando se lo dijiste.

-Sí que tenemos que quedar, pero prefiero omitir el tema de mi madre...

-¿Tan mal fue?... lo siento Ana, no te mereces nada de eso. Eres la mujer más maravillosa que conozco, deberían saber valorarte, eres lista, decidida, alegre, madura y estás buenísima... -tosió un poco con cierto nerviosismo -bueno, vale, quizá eso no sea un punto a favor para tus padres -rio contagiándome su risa. -Hagamos una cosa, te invito a cenar, tú escoges el sitio y paso a buscarte cuando me digas.

-Claro, pero esta vez te invito yo. ¿Por qué no vienes a cenar a casa el viernes? Así la conoces.

-Me parece bien, ¿a las nueve?

-Perfecto.

-Allí estaré, ¡nos vemos preciosa!

Cuando colgué el teléfono Nico me miraba desde el sofá del salón con una mirada que me costó descifrar, pero en cuento le miré volvió la vista a la pantalla rápidamente.

Mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora