Verano

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Ese verano mis padres y la madre de Nico habían alquilado una casita en la playa e íbamos a ir todos a pasar allí un mes de verano. La casa estaba muy bien, era grande, tenía chimenea, una pequeña piscina y estaba a unos 400 metros de la playa, además tenía 4 habitaciones con lo que podíamos tener intimidad, aunque la verdad es que estaba más que acostumbrada a dormir en la misma habitación que Nico y me daba bastante igual.

Como el pueblito donde estaba la casa era pequeño, nos daban bastante libertad así que, salvo alguna excursión en familia, desayunos, comidas y cenas; nos pasábamos los días solos.

–Ese chico de ahí no para de mirarte –me dijo un día Nico mientras tomábamos el sol en la playa.

–¿Cuál?

–Aquel de allí –dijo señalando con el dedo, de modo que el chico se dio perfecta cuenta de que estábamos hablando de él y yo me puse colorada.

–¡Qué discreto eres!

–Es menos discreto él que no te quita ojo de encima.

–Ya ves... –me daba la risa al ver a Nico tan serio –es que estoy buena, qué le voy a hacer, mis tetas pequeñas deben estar de moda.

–Sí que estás buena, sí... además –volvía a sonreír –ya no tienes las tetas tan pequeñas.

–¡¿A qué no?! –miré hacia abajo y me recoloqué un poco la parte de arriba del bikini –Lento pero seguro, chicas, lento pero seguro.

–Estás fatal.

Estábamos tan abstraídos en nuestra conversación que no nos dimos cuenta de que el chico que me estaba mirando se había acercado hasta donde estábamos nosotros.

–Hola, me llamo Jaime.

–Hola, soy Ana, y este es Nico. –Me levanté para darle los dos besos de rigor, Nico sólo hizo un gesto con la cabeza mientras seguía tumbado en su toalla.

–¿Qué hay? Bueno, es que, estoy de vacaciones con unos amigos...

–Vaya ¿con amigos? ¿qué edad tienes? – me sorprendió que le dejaran estar allí solo, no parecía mucho más mayor que nosotros.

–Mis padres alquilan una casa aquí cada verano y este no podían venir, así que me la han dejado para que venga a celebrar mi cumpleaños aquí con algunos amigos, cumplo 16, lo celebro esta tarde, si te apetece pasarte, bueno, pasaros, mi casa está en aquella calle, el número 26 –dijo señalando la calle – hemos quedado a eso de las 5 de la tarde; pasaros si queréis, no hace falta que traigáis nada.

–Bueno, lo pensaremos.

–Ok, espero veros allí –se despidió de mí con un par de besos y de Nico con un "chao tío", que Nico ignoró bastante.

Cuando estuvo lo bastante lejos me tumbé de nuevo, Nico estaba todo serio así que para hacerle reír dije:

–¡El poder de mis incipientes mamellas!

Nico se rió, me dijo que no era justo que él también estaba bastante bien y no había ligado nada, me dejó claro que no quería que fuéramos a la dichosa fiesta y salió corriendo hacia el agua gritándome que yo tendría tetas pero que él seguía siendo mucho más rápido. Le seguí al agua y estuvimos jugando toda la tarde.




El verano iba genial, nuestros padres habían conocido a un par de parejas de por allí y de vez en cuando venían a cenar a nuestra casa o iban ellos a la suya, Nico había hecho amistad con un grupito de chicos del barrio y alguna vez se iba con ellos a dar una vuelta, y yo aprovechaba para tomar el sol, leer; la verdad es que no me cansaba de ese verano, cuando estaba sola podía relajarme y disfrutar haciendo las cosas que normalmente no tengo tiempo para hacer, cuando estaba con Nico no paraba de reírme e incluso, cuando estábamos con mis padres y la madre de Nico lo pasaba bien, estaban todos de buen humor y eso parecía contagioso.

Mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora