Little By Little // JiRosé

Chapter two

Capítulo dos:

• • •

—Jimin, ¿cómo se te ocurre dejar que se vaya así por así? ¡Al menos me hubieras dejado golpearla!—Sana se quejaba mientras caminaba atrás de él.

—Sí la dejaba un segundo más aquí, ella te hubiera desfigurado la cara.

—Eso no es cierto, yo solo...

—No me interesa Park. Vuelve al trabajo—la cortó. La rubia tuvo que respirar tres veces antes de soltarle cualquier estupidez, porque a pesar de haber compartido la cama muchísimas veces, ese hombre aún era su jefe.

Maldita Chaeyoung.

[...]

Cuarenta minutos habían pasado, hacía cuarenta minutos que estaba en la carretera esperando algún taxi, pero nada. No pasaba pero ni una hormiga por aquella oscura carretera. Para colmo, su teléfono estaba apagado, y no podría llamar a alguien que la salvara...

Se sentó en un muro y entre sus piernas dejó su móvil. Se sentía tan estúpida. Pero a la vez, una pequeña porción de su ser estaba emocionado por el simple hecho de haber compartido espacio con su vecino, por haber conocido su voz -una muy fría por cierto- y además por haber sido halada del cabello por él. Sí, era una completa masoquista, pero muchas ni siquiera pueden acercarse a su crush, mientras ella ya había sido halada del cabello por él.

Era un avance.

Muchos matrimonios empiezan así.

—¿Por qué sonríes como estúpida si estás varada en medio de la nada, literalmente?

—No estaba sonriendo—contradijo con nerviosismo—Mis labios...se habían congelado...—escuchó una risa nasal por parte del hombre a su lado.

—Ven conmigo—le escuchó decir. Casi de inmediato lo volteó a ver y frunció el ceño. No le desagradaba la idea de ir con él, para nada, pero lo guapo no le quitaba el peligro, al ser un desconocido.

—¿Eh?—fue lo único que dejó salir.

—No encontrarás ningún taxi aquí, y no creo que alguien como tú vaya caminando a casa, así que...me estoy ofreciendo a llevarte. Sígueme si quieres.

El vio la duda en la mirada de la menor, así que simplemente se alejó y la dejó decidir, no es como si quisiera rogarle para que fuera con él.

—¡Espera!—escuchó a sus espaldas y se detuvo sin voltear—Al menos dime tu nombre, mamá dice que si dos personas comparten sus nombres, ¡Ya no son desconocidos!

Jimin finalmente la encaró, esa mocosa frente a él, que sonreía tímida y apretaba una mochila con diseño de ardillas, no parecía ser la misma que había golpeado a Sana allá adentro. ¿Acaso padecía de bipolaridad? ¿doble personalidad?

—Park Jimin—dijo simplemente, sin querer hacerle plática.

—Uh, yo soy Park Chaeyoung, o Roseanne. No importa, ¡dime Rosé!—ofreció enérgicamente.

Ya no eran desconocidos.

A la distancia, tanto la rubia como la castaña a su lado observaban la escena de una feliz Chaeyoung dirigiéndose al auto de Park Jimin.