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NO FUERON LOS AFILADOS RAYOS DE SOL, NI EL CALOR QUE envolvía la cabaña, ni los fuertes ruidos procedentes del exterior lo que despertó a Venus: fue la horrible pesadilla que había tenido. Casi sin aliento, la joven se incorporó lentamente en la improvisada cama, y sus ojos se dirigieron hacia abajo, donde estaba su herida.
Venus se levantó un poco la camisa y se fijó en el vendaje que tenía sobre la herida. También podía sentir el dolor en el hombro, y tuvo que evitar que se le saltaran las lágrimas al recordar lo que le había causado la herida en el hombro.
Venus seguía sintiéndose increíblemente débil, y supuso que debía de ser por la cantidad de sangre que había perdido.
Venus no creía que fuera a sobrevivir, estaba dispuesta a morir en la azotea de aquel edificio, y tal vez eso hubiera sido lo mejor.
Había pasado por tantas cosas: que CRUEL se la llevara y le borrara la memoria, otra vez, y luego tener que pasar por un infierno para encontrar a Minho, y luego perder a Newt, y que Teresa se sacrificara para que Venus y Thomas pudieran vivir.
Venus tenía el corazón tan roto, tanta tristeza, y sabía que nunca se iría. Ella todavía tendría los recuerdos de los amigos que perdió, y el infierno que ella y sus amigos pasaron, pero, Venus sabía que nunca estaría sola de nuevo.
Tenía a Thomas. Él era la única persona que siempre había estado a su lado por muy duras que fueran las cosas, y se preocupaba por ella, y ella se preocupaba por él.
Y entonces, apartando sus pensamientos, Venus se levantó lentamente de la cama y aún sintiéndose débil y cansada, supo que tenía que llegar hasta Thomas, tenía que verlo, ver si estaba bien.
Al salir de la cabaña, Venus sintió un alivio y un consuelo total y absoluto que la envolvía mientras observaba el entorno que la rodeaba. Era un lugar seguro, lejos de la última ciudad, lejos de los peligros del mundo, era el refugio seguro.
Lo habían conseguido, y se sentía tan surrealista. Venus nunca habría pensado que llegarían tan lejos, que por fin serían libres y estarían a salvo, pero ahí estaba, sobre la hierba, sus ojos se desviaron hacia la playa que se extendía frente a ella, y su mirada se posó entonces en las varias tiendas de campaña que se habían levantado, y en la gente que se esparcía por la zona.
Venus se acercó a la civilización, y cuando sus ojos se cruzaron con los de Thomas, el alivio en sus facciones no pasó desapercibido, y sin perder un segundo más, Venus corrió hacia él tan rápido como pudo, y cuando sus brazos la rodearon, Venus ya no pudo evitar que las lágrimas se le escaparan.
—Estás bien.—Murmuró Thomas en su cuello mientras ahora la abrazaba más fuerte, como si temiera que desapareciera si la soltaba.
Venus sólo enterró su cara en el pecho de Thomas mientras se aferraba a él como si su vida dependiera de ello. Se sentía tan segura en sus brazos, se sentía como en casa, y no quería que esta sensación terminara nunca.
