capítulo 11

8 2 0
                                    

DAYANNA

Parpadeo ante lo que veo.

Se saludan como si se conocieran de toda la vida, mientras él italiano es el más entusiasmado de ambos, pues el ruso tiene su cara de pocos amigos mientras escucha lo que él le dice y me voltea a ver de reojo.

-Te presento a la mujer que, según ella, salvó mi vida -habla el italiano poniéndosele aún lado y ahora ambos me miran fijamente.

Pongo mis ojos en blanco, haciendo que él se moleste.

-Entonces tenía razón -le responde él ruso y ambos se dedican una mirada de complicidad.

-¿Quieres quedarte? Hay muchas habitaciones solas y no creo que a Dayanna le moleste - ambos comienzan a caminar a la entrada de mi casa.

Sigo parada como idiota sin saber que hacer.

¿Quedarse ambos?

-Un momento, ¿Qué carajos pasa aquí? - vuelvo del limbo en que estaba - Yo no eh dicho que se puede quedar.

Ambos voltean a verme, pero vuelven a seguir caminando a la puerta a lo que Alfred se las cierra en la cara.

-Mi señora está hablando, no la ignoren -se escucha la voz de Alfred, haciendo que se miren entre ambos, el ruso pone cara de culo al escucharlo.

Sonrío

Se voltean poniendo toda su atención en mi.

-¿Mi señora? ¿Quién es ese? -me pregunta el ruso.

-Tranquilo, no te pongas celoso, Es su asistente algo así como Alexa, pero en hombre, pero este jode mucho más.

¿Celoso?

Ahora entiendo por qué Alfred me decía que es grosero.

-Eso no importa, llegas a mi propiedad como si fueras dueño de ella. Ahora, ¿Se conocen? ¿Qué es lo que verdaderamente quieres? -hablo molesta, desconcertada. Pues no entiendo qué carajos pasa aquí.

-Hablemos adentro, desde aquí puedo ver cómo tiemblas de frío, o a no ser que lo hagas por nosotros. Él forma parte de nuestro trato -Me dice Gabriele.

Si, finjamos que es por el frío y no por él ruso enorme que no me despega la mirada.

-Nunca mencionaste a un tercero. ¿Responderán a cada una de mis preguntas? - pregunto, y ambos asienten -. Bien, si intentan algo los mataré, hablo muy enserio, ya que prácticamente son desconocidos para mí.

Le digo a Alfred que habrá la puerta y entran platicando cómodamente entre ellos, yo solo paso mi mano por mi pelo irritada por todo esto. Para después dirigirme adentro aún con mi arma en mano, están sentados en la sala y al verme entrar ambos mi miran de nuevo, haciéndome sentir nerviosa con sus miradas pesadas.

Me siento frente a ellos dejando el arma en mis muslos apuntando a su dirección, el italiano sonríe con mi acción y el otro me mira detenidamente.

-Anna, tienes una llamada entrante de Elena -habla Alfred, los hombres frente a mí están atentos a todo lo que hago, y no pienso moverme de aquí pero no tengo el auricular.

-Esta bien, pásamela -respondo y llevo mi dedo índice a mis labios indicándoles que guarden silencio.

-¡Dayan! ¿por que carajos no respondes mis llamadas? Son las dos de la mañana, dijiste que no tardarías, Bernardo vino a buscarte se dio cuenta que no estabas con tu madre.

Carajo.

Bien, ahora tienen mas información sobre mi, no debí responder.

-Te seré honesta, me quedé dormida. Pero dame un rato y te regreso la llamada tengo un asunto que atender ahora mismo.

DAYANNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora