capítulo 12

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VLADIMIR

El haber llegado aquí fue fácil, el hablar con ella también lo fue. Creí que me enterraría un puñal como la última vez que nos vimos, lo difícil y raro aquí es el comportamiento de Gabriele. Pues lo eh estado observando, estudiando y lo conozco perfectamente, algo ronda por su cabeza y sé que es ella.

Lo que, de cierta forma, no puedo llegar a hacerme a la idea de que él me haga algo así, sabiendo que yo la conocí mucho tiempo atrás antes que él. La observaba cuando hacía sus fugaces apariciones. Irónico, el verla ebria hablando sola y no cuando jodia el contrabando del Boss. Pero él lo sabe, pues nunca paraba de hablarle de ella, de como quería acercarme, pero no podía hacerlo, de como quería llegar a conocerla mucho mejor.

Me obsesioné, y eso que ni siquiera la eh echo mía por completo.

La deseo.

Cuando la vi bailar, además, de la dolorosa erección que me provocó, podría jurar que todo a mi alrededor desapareció, pues con sus sutiles movimientos me transportó hacia su mundo de recuerdos, los cuales me gustaría escuchar algún día.

Quería besarla, probar por fin esos hinchados y rosados labios que me saboreo cada vez que la veo hablar. Pero claro, el momento no podía ser tan bueno para ser verdad, él tenía que aparecer, tenía que recordarle su presencia a ella.

Estoy tomando un poco de whisky que encontré en el mini bar. Mientras reviso en mi celular las ubicaciones y puntos de reunión en los que estuvo el Boss y en lo que estará próximo a estar. Pues como lo dijo, entre más rápido mejor, quiero tomar lo que me pertenece y quemar vivos a todos aquellos que me han hecho la vida una mierda.

Estoy planeando todo.

Veo la hora por cuarta vez, pues no sé por qué demonios me siento inquieto. Volteo a ver la puerta de la entrada, esperando que ella aparezca, pero no lo hace. Han pasado horas desde que se fue y nos dejó solos, importándole poco si revisamos o robamos sus cosas o bien podríamos explotar su linda y hogareña casa. Pero sé que ese tal Alfred la mantiene al tanto de lo que hacemos, pues las cámaras nos siguen a todos lados que vayamos.

Siento su presencia atrás de mí, tan sigiloso como siempre.

-Que pasa ¿Piensas apuñalarme por la espalda? - espero que haya entendido mi pregunta con doble sentido.

Pues al menos me gustaría saberlo primero.

-Yo nunca te haría eso, al contrario, primero me cortaría la mano. Solo quería decirte que ella no es una mala persona, aunque aparente serlo. No como tú o como yo. Si, está demasiado jodida y rota ¿quién en su lugar no lo estaría? Y no sé por qué, pero siento que en todo esto los únicos que ganaremos entre comillas seremos nosotros y ella solo perderá aún más. Debes decirle Vladimir, o si no lo haré yo.

Aprieto el vaso con demasiada fuerza que este se rompe entre mi mano, haciendo que algunos pedazos de vidrio se encajen en ella. Me levanto y me pongo frente a él, aunque casi seamos de la misma estatura el siempre será el menor entre nosotros y yo siempre seré el mayor, yo siempre seré quién mande.

-Al parecer la conoces muy bien. ¿Estuviste hablando con ella? O me dirás qué ahora ya sientes compasión y empatía por los demás. No la conoces lo demasiado para hablar por ella, está rota pero sola ha intentado reconstruirse sin ningún logro, pues sus acciones la han empeorado, le han podrido el alma.

«Como a mi»

-No es eso, pues yo sigo siendo la misma persona de mierda. Es solo que ella es diferente, con ella se puede sentir algo distinto. Y sabes que tengo razón, no necesito hablar con ella para saber por lo que está pasando, me basta con verla llegar ebria repitiendo sus nombres una y otra vez. Me basto con tomarla entre mis brazos para llevarla hacia su cama, y en el proceso escuchar que se siente muerta en vida. Mira que haberle dicho eso de quien traicione primero muere. Fue muy hipócrita de nuestra parte, pues nosotros ya deberíamos estar muertos.

DAYANNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora