Harry Potter's Second Chance

Capítulo 3: Adoption

3. Adopción

La adopción por parte de Severus Snape de Harry Potter, un niño de seis años ya sin edad, no fue un proceso nada fácil. Los Dursley, al menos, no eran un problema y habían renunciado rápidamente a todos los derechos sobre el niño. El problema radicaba sobre todo en un Ministerio en transformación, ya que Cornelius Fudge y sus secuaces estaban siendo destituidos. La corrupción salía a la luz a todos los niveles, y un asunto insignificante como el del molesto Niño que Miente, que necesitaba un nuevo hogar, parecía ser lo último de lo que nadie quería ocuparse.

Severus esperaba que hubiera problemas con un ex mortífago que adoptaba a un Harry Potter ya sin edad y, aunque hubo algunas objeciones aquí y allá, la mayor parte del problema tenía que ver con que Dumbledore estaba siendo arrastrado en demasiadas direcciones a la vez y el Maestro de Pociones tenía que dejar de lado sus propias necesidades para ayudar a Albus.

Tampoco ayudó el hecho de que Rita Skeeter tuviese que meter baza por última vez contra Harry Potter. Un artículo muy difamatorio, publicado en primera página, acusaba al muchacho, ya sin edad, no sólo de mentiroso, sino también de cobarde por haber huido de sus amigos y su familia al envejecer. El artículo continuaba describiendo lo decepcionados que se habrían sentido los padres de Harry al saber que su único hijo, considerado en un tiempo la esperanza del mundo de los Magos, no era más que un icono vacío de esperanza manipulado por quienes creían saber lo que era mejor para los demás.

Tan enfurecido estaba por el artículo, que Severus abofeteó a Skeeter y a todo el Daily Prophet con una demanda por difamación en nombre de un tal Harry Potter. Era una demanda que habría languidecido en los tribunales durante años, pero el Daily Prophet, que tanto había confiado en los auspicios del Ministerio corrupto que ahora se derrumbaba, tuvo que apresurarse para salvar su reputación y repararla. Se ordenó a la mujer Skeeter que escribiera una disculpa pública y luego fue despedida sumariamente, de forma permanente. El periódico pagó daños y perjuicios al Sr. Potter, que los ingresó en su cuenta de Gringotts.

La conmoción por el envejecimiento de su amigo no tardó en llegar a Ron y Hermione. Ambos querían respuestas y querían ver a su amigo lo antes posible. Dumbledore se tomó la tarea de escribir a los dos estudiantes como uno de los pocos placeres que tenía durante unos días llenos de estrés. Les prometió que pronto podrían ver a Harry, pero no de inmediato.

El papeleo y la correspondencia eran una plaga para Severus todos los días, mientras el proceso de adopción se veía forzado a superar todos los obstáculos que habrían dejado a Harry sin tutor hasta que hubiera cumplido al menos ochenta años. Fue el Ministro de Magia interino, Kingsley Shacklebolt, quien finalmente consiguió impulsar la adopción hasta casi su conclusión.

Tres semanas antes de que empezara el trimestre, el Departamento de Adopciones del Servicio Infantil notificó a Severus que Harry y él debían prepararse para una entrevista.

Severus, que seguía siendo un hombre bastante reservado, tuvo que abrir su casa de Hogwarts a tres entrevistadores de Servicios Infantiles. Tomarían el té y luego escudriñarían cada rincón de sus aposentos, así como la habitación creada para Harry y su cuarto de juegos, para asegurarse de que todo era seguro y de que el niño estaba bien atendido. Luego, los entrevistadores hablarían con Severus y Harry por separado.

A estas alturas, Harry, que había estado viviendo en las mazmorras con el Maestro de Pociones, adoraba a su tutor. Le gustaba que Severus le hablara como si fuera una persona de verdad y no un bebé tonto. Cuando Harry hablaba, aunque empezara a parlotear rápidamente sobre lo que había descubierto aquel día acerca de Hogwarts, Severus le escuchaba y le hacía preguntas.

Severus le había comprado a Harry ropa que era toda suya, nueva y no de segunda mano. Harry tenía incluso su propio juego de túnicas negras que, a petición suya, eran iguales a las de sus guardianes. Si corría muy deprisa, también se hinchaban.