*CAPÍTULO 5*

10K 357 30
                                    



Habían pasado dos semanas ¿y saben que ocurrió? Estuve estas dos semanas encerrada, nunca un horario para encontrarme con Agus como dijo el maldito policía rubio, él tan solo pasaba por el pasillo a vigilarme dos veces durante la noche, y solo cuando me traía el almuerzo y la cena que era una porquería de comida, tan solo carne hervida con una ensalada, no sé qué se piensa que somos en esta comisaria además de delincuentes, la única parte que los malditos policías me dejaban ir, era tan solo lavar mi ropa e ir bañarme, los baños no eran asquerosos como pensaba que era, este era más femenino, es más especial, pero siempre que me baño siento como que si alguién me está espiando, ¿habrá una cámara? Pero que vergüenza.

Estoy aquí sola entre las rejas, me sobresalté cuando escucho un ruído que interrumpe mis pensamientos.

—Buenas tarde, _______.

—Buenas tardes, oficial Lynch.

—Son las ocho. Hora de bañarte y lavar tu ropa.

—Como digas.

Me levanté de mala gana de mi cama y paré frente a las rejas, Ross me sonrió como siempre... Esa sonrisa tentadora, te las vas a ver Lynch, terminarás violado por haber yo caído en tu sonrisa tentadora.

Ross buscó las llaves y abrió la puerta enrejadas y salí afuera, como siempre Ross me sigue atrás mío hasta el lavado.

—Puedes salir, Lynch me tengo de desnudar.

—Tengo que quedarme hasta que te saques toda la ropa.

Abrí mis ojos como plato ¿Pero qué le pasa? Nunca me dijo algo tan perverso, de seguro anda tan necesitado que quiere una buena mamada, se debe masturbar, quisiera ser yo la que le quite esas ganas, quisiera ser yo esa mano... bien _____, cálmate ahora la pervertida soy yo.

—No y sal Lynch.

—Bien, tienes como máximo treinta minutos para estar lista, y si no lo estas iré a buscarte y te sacaré del baño desnuda y te follaré aquí mismo.

¿Pero qué?...

—¡Lynch! ¿Pero qué...?

—¡Treinta minutos! —desapareció de mi vista—.

¿Pero qué mierda?... Oh no, no me eh dado cuenta de que tan solo esas palabras me pueda haber mojado tanto.

Me saqué la ropa y la interior, lo puse dentro del lavarropas y busque una toalla blanca y me cubrí el cuerpo hasta llegar al baño, luego solté la toalla blanca hasta que cayó en mis pies, caminé hasta la ducha y cerré la cortina de color rosado claro, giré el grifo de la ducha y de nuevo esa sensación de que alguien me está viendo, espiándome, tomé el shampo y me cubrí en la cabeza mientras miraba por las paredes y nada no hay cámaras, dos semanas y sin saber de Agus aunque este en esta comisaria, ¿qué será de ella? ¿Se está follando al hermano del rubio ahora mismo? Ella es capaz de hacer cualquier cosa.

Cuando terminé mi ducha salí del baño con la toalla enrollada en mi cuerpo y el lavarropas ya había terminado su proceso, saque la ropa y lo metí en el secarropas, me senté en una silla negra a esperar unos minutos hasta que la maquina termine.

Después me vestí con la misma ropa de siempre y espere unos minutos hasta que Lynch me vino a buscar.

—Vamos —me respondió seco—.

Salí adelante de él y él me seguía atrás por todo el pasillo hasta llegar a la cárcel y me metí adentro y fuí a la cama a recostarme.

—En quince minutos te traeré la cena.

—¿Carne?.

Dije con disgusto.

—No. Esta vez no, a la noche serán distintos platos, hoy comerás tallarín.

—Oh bien, gracias.

Ross desapareció y suspire...

Al fin no comeré la misma comida aunque el almuerzo si se reputara esa porquería de siempre.

Pasaron quince minutos y escuché pasos, me encontré con el rubio teniendo un plato con tallarín con salsa.

—Gracias Lynch —tomé el plato a través de una parte de las rejas—.

Caminé hasta mi cama y agarré el tenedor, comencé a comer bocados hasta que... se me calló salsa caliente entre mis pechos, me paré y dejé el plato en mi cama, para limpiarme me tuve que desabotonar mis botones la tela se abrió hasta llegar cerca de mis pezones pero no se me notó, encontré la mancha de salsa en mi piel pero no me había dado cuenta que el rubio seguía parado frente mío.

—Lynch me pasas una servi...

Oh dios mío sus ojos mieles estaban completamente oscurecidos por el deseo y por los dioses, que gran bulto tenía en sus pantalones hasta traspasaba por las rejas.

—Mira lo que me has hecho _____...

—Yo eh...

Ya que tenía poca distancia de él, Ross con su mano paso por las rejas y me agarró de la cintura y me empujó hasta el chocando con las frías rejas, al sentir su bulto no evité pegar un leve gemido...

—¿Qué me vas a hacer? —dije con mi voz agitada—.

—A la mierda las reglas, te follaré aquí... Ahora mismo...

ARRESTADA POR EL POLICÍA LYNCHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora