*CAPÍTULO 10*

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Ross

Dos semanas después

Bebo un poco de cerveza y lo dejo en la mesita de madera mientras doy un suspiro, masajeo mis sienes mientras encuentro unas respuestas a mis preguntas.

¿Por qué me late mi corazón cada vez que estoy cerca de ella?

¿Por qué le cuento cosas de mi vida sin importar que no la conozca?

¿Por qué pienso tantas cosas donde sólo ella aparece?

¿Estoy verdaderamente jodido?

— Si, les avisaré el horario, todos los miércoles, adiós — escuché el sonido del corte de línea del celular de Riker.

Se acercó al sofá bordó para cuatro personas del Living donde estaba y se sentó a mi lado agarrando su vaso.

— ¿Quién era? — le pregunté bastante curioso.

Riker dio un buen trago dejando la mitad del contenido en su vaso y lo dejo en la mesita.

— Ya era hora...

— ¿Hora de qué? — le pregunté bastante exasperado.

— Hace unos días tuve unas llamadas con un número desconocido, y cada vez que atendía me colgaban, pero esta vez alguien me hablo y... ¿Te imaginas quién? — su mirada era bastante melancólico.

Entonces lo supe.

— ¿Uno de los padres de tu amante?

Bajo la mirada.

Agarré el vaso y le di otro largo trago acabando ese agrio líquido, tratando de suprimir el dolor que me estaba naciendo en el pecho.

— Exacto, Thomas Gómez, el padre de Agus, me contó que hace más de tres meses llamo a su hija, esta no la atendía, suponiendo que hace más de de cinco meses ellas están presas...

— Ellos ya tenían que saber que ellas estaban encerradas, han pasado en las noticias, en la radio, en otras tecnologías y ellos ni siquiera estuvieron presentes exigiendo una explicación o reclamando el robo
— me levanté molesto; empecé a caminar de un lado a otro.

— Justamente pregunté, él me respondió que la vecina que estaba frente al nuevo Banco estaba contando a una señora la noticia cuando paso justo allí hace una semana, pregunto asegurándose si era su hija y ella, me ha dicho que lo afirmó, por eso mismo le contó a su esposa, estaba desesperado cuando me llamo, no sabían nada porque estaban en un viaje de negocios por eso nunca estuvieron presentes — suspiro poniéndose de pies frente a mí y puso una mano en mi hombro.

— Entonces...

— Ambos padres exigen tener una visita, con Agus y _____ inmediatamente, quieren que ellas misma le expliquen lo que pasó, por ser menores uno de ellos tendrían que estar arrestado, pero informe que paguen los daños de la causa, y daremos la libertad.

— Riker, yo... — maldigo por mis nervios y mi mente.

— Hermano... sólo dime lo que tengas que decir, bastante extraño estas últimamente — dio unos pasos hacia atrás esperando una respuesta.

— No la quiero dejar ir...

— ¿Qué? — me miro como si me naciera otra cabeza.

— ¡¿Qué no escuchaste lo que dije sordo de...?!

— Si, ya escuché sólo es que me sorprendí — se acarició la nuca.

— No te hagas el idiota, que tu tampoco tienes ganas de dejar ir a tu chica — le mire picaron.

Juré que por primera vez le vi un leve sonrojo.

— Deja de decir estupideces, no es mi chica, sólo unos pol... — le interrumpí cuando le intimide.

— El que debe de dejar de decir estupideces eres tú, ya no ocultes que ella te está volviendo loco — le guineo.

Sólo es su orgullo, y maldigo que lo tenga.

—De todos modos Ross, si no la quieres dejar ir, lo tendrás que hacer, aléjate de ella antes que los problemas te señalen a ti, no sabes ni tu ni yo que después de esto las volvamos a ver— agarró los vasos de vidrio y los llevo a la cocina para llenarlos de nuevo.

Me acaricie la frente para luego desenredar mis cabellos rubios, me senté al sofá colocando ambas manos en mi rostro.

Siento emoción y alivio saber que ella junto su amiga estarán libres de nuevo, pero también un eje de tristeza pensar que quizás no la vuelva a ver ¿por qué? Si soy lo suficiente fuerte y maduro para hacerlo.

A pesar que Riker no reflejaba ningún gesto, tenía un aura bastante angustiada, y él muy imbécil también se cuestionaba.

Los dos caímos.

Pero uno tenía la razón.

Las tenemos que dejar de ir, antes de que nosotros mismo hagamos un conflicto más grande.

ARRESTADA POR EL POLICÍA LYNCHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora