*CAPÍTULO 9*

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Caí rendida a las sabanas después de un ardiente éxtasis.

-Ross... -hable susurrante-.

Maldición, el aire no llega completamente a mis pulmones.

Escuche un gruñido encima de mi pecho, levantó su rostro para que sus color de ojos se mesclaran con los míos.

-¿Qué pasa?

Pasé mi mano a mi frente sudorienta, las punzadas eran fuertes que me mareaba, más de lo que estaba.

Con algo inquietante en mi garganta traté de buscar el ánimo para preguntarle... esperen ¿algo inquietante?

-¿Tienes que irte? -dije algo melancólica-.

¿Qué mierda me pasa?

-¿Y ese tono? ¿Acaso la señorita Young está triste?

-No pensaba que iba a soltar con ese tono -mentí-.

Iba a contestarme, pero lo interrumpí.

-¿Ya puedes bajarte? Me estas aplastando, no pienses que pesas como pluma.

Dio un gruñido y se bajo de mí, separando su miembro de mi intimidad; ahogue un gemido. Se puso a mi lado y para mi sorpresa me atrajo sobre rodeándome con sus brazos.

-¿Así estas mejor, linda?

Asentí, acariciando su torso tensándolo.

-¿Me responderás?

Bufó, rodeo los ojos.

-Sí, hoy no me toca vigilancia nocturna.

Frunzo el ceño.

-Entonces... seré vigilada por unos de esos idiotas.

Sonrió.

-Tienes suerte, estarás bajo vigilancia de mi hermano.

-Así que esta semana de nuevo le toca a él.

-Digamos, que la semana anterior me toco a mí, como hace poco iniciamos nuestro trabajo aquí, nos toca el pasillo. Este, la de ustedes y unos presos que no son peligrosos y la de Oeste están bajo vigilancia de policías con más antigüedad ya que saben que pueden llegar a fugarse.

-Y... ¿Por qué tu hermano pasó por este cuarto?

-Me estaba buscando, por eso pensaste que ingreso para vigilarte.

-Entiendo... -luego se me vino algo en la cabeza y sonrío maliciosamente-.

-¿A qué se debe esa sonrisa? -me mira divertido-.

-Entonces la sema....

Un sonido agudo termino por acabar la ardiente fantasía que mi imaginación me mostraba y que mis palabras quedaran en el aire.

Ross se incorporó en mi colchón, buscando sus vestimentas.

-Tengo que irme a casa, es hora de un buen descanso.

Le sonrío pícaramente.

-¿Acaso fui muy salvaje contigo al principio?

-¿Y yo al final?

Dimos una leve carcajada.

Pero mi humor no dura mucho.

Hice un buen puchero para ganarme una mirada de cariño del rubio.

-¿Qué pasa? -acarició mi rostro, se me acelera el corazón y siento como la sangre se me acumula en las mejillas-.

¿Acaso me estoy sonrojando?

ARRESTADA POR EL POLICÍA LYNCHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora