*CAPÍTULO 6*

9.6K 333 56
                                    



Mi piel impacta contra el frío suelo, y las punzadas de dolor en mi cabeza no tardaron en aparecer, claro, el idiota en vez de empujarme y hacerme caer en la cama...

Suelta una carcajada que inunda al espacio enrejado.

—Idiota —dije molesta—.

Abre la puerta de las rejas y entra allí, me da la mano y recupero equilibrio.

—No sabía que terminarías así —suelta otra carcajada—.

Lo fulmino.

—Imbécil.

Él me agarra de la cintura y me atrae hacía él.

—Al oficial hay que tenerle respeto —frota mis muslo—.

Suelto un gemido de sorpresa al sentir que su contacto estremecedor en mis pechos bajando el cierre, dando respuesta que mis pezones se endurecieran.

—Ross —gemí—.

Sh, ahora no, mi jefe me debe estar buscando, hoy no tengo tiempo, mañana a las siete de la tarde puedo, nos vemos preciosa.

Me dio un pequeño beso, dejándome las ganas de más, puso seguro a las rejas y desapareció, dejándome en esta desolada cárcel.

Fui hasta mi cama y agarré el plato; comí lo que quedaba, cuando terminé lo dejé en alguna parte y agarré mi botella de agua, tomé de un sorbo y me acomodé en la cama, miré hacia el techo. Esto sería sexo, solo placer que nos daríamos los dos, entre una presa y un oficial, ¿Qué más?, la unión nunca termina en algo más, siempre creí en eso, nunca me enamoré, pero se como se siente, sensaciones en tu estómago, el pulso se te acelera, los nervios, y pensar en aquella persona, aunque... Pienso en él cada minuto de esta maldita jaula, pero se... Que solo esto será placer.

—Me llamo Carlos Stich —me extiende su mano—.

-_____ Young —acepto su saludo—.

—Linda mañana, ¿No?.

—Claro.

Miro hacia otro lado, sin saber que decir, el clima estaba bastante soleado incluso la llegada del verano, aún tenía dudas si preguntar a este hombre si habrá visto a Agus, ya pasó mucho tiempo sin verla y eso me preocupa.

Sentí su mirada centrada en mí, incluso intimidante, eso me ponía los pelos en punta, para que no siga este incomodo momento interrumpí el silencio.

—¿Todo bien?.

—Sí, solo que, te me haces muy conocida, me parece verte en otro tiempo.

Mis ojos se entornaron, ¿Será Carlitos? ¿El pequeño que lloraba por un chupetín?, me acordaba que se acercó a un gato y este le araño en el cuello dejándolo una cicatriz porque él le había dado una patada en su barriga. Mire hacia su cuello, sonreí, si, era el pequeño.

—¿Carlitos?—le dije con voz de niña ya que era la única que le decía así desde la infancia—.

Abre sus ojos y sonríe.

—¿Mariquita? —siempre me puso ese apodo, ya que en ese tiempo era amante de las "Vaquitas de San Antonio"—.

—¡Carlitos! —lo abrasé—.

—Dios, estas toda una diosa, ¿Cómo has parado aquí, mariquita?

—Una larga historia, pero te puedo resumir, soy delincuente.

—Oh linda, ¿Tú delincuente?.

—Y tú ¿Qué?.

—Asesino.

—Eres idiota.

—Ajá —cruza de brazos—.

—¿Quieres ir por algo de comer?.

—Sí, vamos.

Justo sale de las puertas un oficial, toca la campana avisando a todos los presos que es la hora del almuerzo.

Estaba preocupada, si, esto es estúpido pero la impaciencia me carcome, Ross no lo eh visto hasta ahora que estoy aquí, sentada en mi cama, esperando la presencia de aquel oficial entre mis piernas, por lo tanto ya no era virgen, lo eh perdido con un amigo, de ahí me acostaba con otro chicos para solo sacar plata ya que no tenía otra que esa opción. Su suave voz interrumpe mi más preciada nube.

—Hola, nena.

—Me tenías preocupada.

—¿Preocupada? —frunció el ceño, que le quedaba tan sexy—.

—No te eh visto en todo el día, hasta ahora.

—Mi horario es a las siete de la tarde.

Abre las rejas y la cierra con seguro una vez dentro, esto se pondría bueno, sonrió picarona. Me agarra de la cintura apegándome a su uniforme.

—No te olvides —me susurra y me muerde el lóbulo de la oreja—.

Gimo, el clima se pone tenso, como de esperarse lo giro y lo tumbo a la cama, me pongo a horcajadas sobre él y lo beso, necesitaba sus besos, él lo profundiza, nuestras lenguas se mezclan. Voy más abajo y desabrocho los botones lentamente de su pantalón negro.

—¿Tienes...?

—Sí, nena, no te preocupes.

Me alivio, no tengo las pastillas, por lo tanto si él me negaba tendríamos que parar, pero, algo se me viene en la mente ¿Un oficial con condones?, esa pregunta no me lo sacaba, era algo extrañado como divertido.

Abrí los ojos como platos, ¿Esta cosa tendría cincuenta centímetros? Oh Dios, me muerdo el labio.

—Nena, no te quedes así.

No me habría dado cuenta que estaba asombrada y la boca abierta.

—¿A cuánto la tienes?.

Rodea los ojos.

—A veinticuatro centímetros, hazlo por favor.

Masajeo toda su extensión y me lo meto a la boca, muevo mi cabeza de arriba hacia bajo, Ross agarra mi cabello y mueve las caderas follándome, me estaba atragantando y las lágrimas me caían.

—Nena, ya estoy... Llegando...—gime—.

—¿Oficial Lynch?.

Oh mierda, ¿Alguién que arruine mi primera follada con un oficial? Si, su maldito jefe.


ARRESTADA POR EL POLICÍA LYNCHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora