*CAPÍTULO 11*

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— A ver Agus, ¡¿intentas decirme que no le dirás de tu estado al padre de tu futuro hijo?! — eleve mi voz enojada.

Algunas miradas se posaron en nosotras.

— Cállate, mierda, ¡se supone que nadie tiene que saber de esto! — me fulmino cruzándose de brazos.

Me jale del cabello, tratando de decirme lo idiota que era yo y ella.

¿Qué va a pasar cuando Riker note cada vez su estado de estabilidad o cuando vuelvan a tener relaciones más adelante note su abultado vientre?

¡Por que la tarada ya debería estarlo más de dos meses!

Estamos en el comedor, hace mucho que no nos dirigían, por eso aprovechaba lo posible de estar con Agus, darle consejos de alguna cosa que sepa de bebés, pero ella me decía que sabía muchas cosas cuando no debería saber nada y podría estar haciendo algo incoherente.

— Buenas tarde Agus y amargada mariquita — el otro imbécil tenía que venir este momento.

— Carlitos, Carlos, mierda por favor, ¿podrías venir en otro momento? — levante mi mirada y trate de hacerle un puchero que no lo convenció.

— Pero si nos estábamos llevando bien — se sentó a mi lado.

— Perdona pero mi humor no da para aguantarte, además, ¿Como tu comportamiento se asemeja al de un asesino en serie? — masculle molesta.

— ¿En serie? ¿Donde sacas que soy un Psicópata con ansias de más sangre?— pregunto para luego soltar una carcajada.

Trate de controlar mi rabia.

— Sea lo que seas, lárgate, te lo pido por última vez, a Agus tampoco le parece cómodo que estés aquí — lo observe tratando de intimidarle.

— Por mí, hablen, yo sólo quiero que todo esto se termine, estamos casi medio año encerradas, han pasado muchas cosas en bastante tiempo y eso que nos falta un año y medio más — dijo tan despreocupada observando sus uñas que yo me quedé pensando a cuál de los dos me lanzaba primero.

— ¡Pero a ti que mierda te...?! — trate de protestar pero fui interrumpida.

— Creo que toda esa preocupación se va a resolver — se acercó Riker a nuestra mesa fijando en mi mano que agarraba el cuello de Carlos, lo solté de golpe sin percatarme que mi instinto me manejaba sólo — Agus.

Ella se giró mirándolo como si fuera la cosa más aburrida del mundo entero.

— ¿Ahora qué quieres oficial? No me gusta gastar mi apreciando tiempo que tengo con mi mujer para ocuparme de saciar tu malditas nece...— se quedó helada cuando la boca del rubio llegó a su oído susurrándole cosas que ni el diablo podría escuchar.

Yo les miré incrédula; Agus estaba como un tomate, y Riker se alejó para luego mirarme intimidante, cosa que no funcionaba con mi estado de humor, pero si en Carlos que ya se había retirado hace unos segundos de la mesa.

— _____, tengo que irme, hay una llamada urgente, buen aprovecho — de alejó de la mesa mucho antes que contestara.

Me quedé mirando las sombras que desaparecían en unos de los pasillos.

Agus

Caminaba lentamente a un extraño pasillo, pero fui detenida por una mano en mi cintura y choque en el torso de Riker.

— Riker, ya dije que no — le mire suplicando.

— Quiero que me respondas una cosa, ¿Que te está pasando? — temblé ante su tono.

— Estoy bien, ¿Qué debería responderte? —mierda, mierda, mierda.

— No soy idiota — su rostro se acercó hasta el punto de rosar la mía, pero no empuje

— Lo eres, porque dudas de todo lo que digo, siempre eres así, no puedo creer que siga hablando contigo — quise seguir caminado pero sus manos me acorralaron en las paredes oscuras y frías del pasillo.

— Nunca dudé de vida cotidiana, pero si estoy dudando por la forma que actúas y como hablas, estoy seguro que hay algo que sabes y que a mí me concierne saber porque estoy parte de ese tema, ¡Dime de una maldita vez! — nuevamente lo empuje y sin ser consiente le di un sopetón en la mejilla izquierda.

— ¡Ya te eh dicho desde hace algunos días que estoy bien, déjame en paz de una maldita vez! — solté algunas lágrimas y salí corriendo.

Cuando entre en una habitación nuevamente fui apresada por esos fuertes brazos que me obligaron a dar vuelta y encararlo.

— En esa mesa — señaló a una pequeña mesa de madera con una silla al lado, y otras cinco más había cada costado de las paredes con sus teléfonos fijos — atenderás a una llamada que ingresará en unos minutos, así que atiende y se lo más rápida e discreta, no volveré a repetirte — me soltó bruscamente.

¿Cómo mierda en unos momentos terminamos así?

¿Cómo una persona como él puede ser así?

Maldigo por ser tan estúpida en caer, todo era parte de sus jueguitos más impuros, y termino embarazada.

Y enzima de alguien que conozco hace unos meses, alguien con quien estaba segura que iba a ser el indicado.

Pero eso toda una estúpida de 17 años lo pensaría, o mucho menos en la edad.

Suspire derrotada, aguantando todas las gotas que quería derramar, todos esos pedazos del corazón que ahora iban a caer en mi mejilla o en algún momento para luego ser secadas y borradas para no volver nunca más.

Eso esperaba.

Me senté en la silla de cuero negro y me acomode, mire por reflejo como Riker se recostaba parado unos metros lejos de mí para dejar intimidad.

Agarré el teléfono colocándome al oído, presione el botón y esperé unos minutos.

— ¿Hablo con Agustina Gómez? — escuche una voz muy conocida al otro lado de la línea.

Abrí mis ojos y mi corazón atemorizado latió a mil.

— ¿Ma...? ¿Mamá?...

ARRESTADA POR EL POLICÍA LYNCHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora