06. Regalo favorito

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—Sé que es tu cumpleaños, pero eso no quiere decir que podrás lloriquearme para darte lo que quieres. — la retó, junto a esa mirada de cazadora.

Miyeon se había convertido en su presa.

La cara de la coreana se transformó en una de confusión, no sabía de ese lado de su amiga y por mucho que podía parecer extraño, tenía que admitir que le gustaba.

—¿No merezco, solo por esta noche, todo lo que yo quiera?

Minnie se sostuvo sobre sus rodillas y se acercó a la cara de Miyeon, mirándola cara a cara como en un desafío de miradas. La coreana no podía evitar sentir mariposas en su estómago al tener a la menor tan cerca, era incluso más personal que todo lo que estaban viviendo hasta ahora.

Tal vez todo empezó por calentura de la tailandesa o los celos que sintió cuando su amiga comenzó a tomar toda la atención de las personas, al fin y al cabo, Miyeon nunca había tenido la atención de nadie más que de su mejor amiga de la infancia y sus amigas que habían organizado la fiesta.

Nunca lo había pensado de esa manera, pero la chispa dentro del corazón de la menor se encendió en el momento que Miyeon comenzó a tener la atención de todos. Tal vez por eso nunca sintió la necesidad de demostrar que la chica era de ella y ahora que tenía la atención de todos, era el momento donde Minnie debía reclamar lo que siempre fue suyo y no permitiría que nadie más se lo quitara esa noche.

—Sí que te mereces todo, pero debes pedírmelo de otra manera. — respondió la menor, acercándose cada vez más a la coreana, rozando sus labios.

—¿Qué manera sería esa? — colocó sus manos en las mejillas de la chica, podía sentir su aliento con olor a alcohol, chocar con el suyo propio.

—No seré dura contigo, solo te pediré que me digas por favor.

—Por favor. — replicó la coreana, a lo que la menor se alejó, un poco del rostro de Miyeon.

—¿Por favor, qué? — exclamó Minnie, con un rostro desafiante hacia Miyeon, pues quería escuchar exactamente que es lo que quería que hiciera.

En otra situación, Miyeon tendría bastante vergüenza y tal vez no respondiera, pero estaba alcoholizada hasta los dientes y la pastilla que se había tomado anteriormente solo potenció su estado de ebriedad mucho más de la cuenta.

Estar en ese estado permitió que Miyeon fuera más abierta a cualquier situación que se le presente y por supuesto, liberarse de todas las preocupaciones que ya tenía desde que había comenzado la fiesta.

—¿Puedes llevarme al cielo, Kim Minnie? 

No era algo tan común pedir ese tipo de cosas de forma tan directa y menos para la coreana que nunca había tenido una noche como esa, pero sus sentidos estaban totalmente descontrolados y no había ninguna vergüenza que le evitara hacerle caso a la tailandesa.

—Que poetica que eres, Miyeon. — sonrió.  —Claro, lo que desees. — comenzó con su trabajo.

Para no hacer esperar más a Miyeon, acercó sus labios a los muslos de la mayor, dando delicados besos por toda la extensión, con objetivo de ir acercándose poco a poco a la intimidad de la coreana y crear el contacto del cual la castaña estaba deseosa.

La cámara polaroid que le había regalado esa misma tarde estaba bastante bien como regalo, pero este estaba siendo mucho más placentero. La noche y sus actos solo demostraba el deseo que ambas chicas se tenían entre sí y que hasta ahora lo estaban descubriendo.

La lengua de Minnie comenzó a tomar acción, desplazándose en toda la intimidad de la mayor, moviéndose con el objetivo de llevar a la luna a la coreana. Miyeon temblaba levemente y apretaba sus piernas, intentando controlarse ante las sensaciones que recibía. 

𝙿𝚛𝚘𝚢𝚎𝚌𝚝𝚘 𝗠 » 𝗠𝗜𝗠𝗜𝗡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora