CAPITULO VI

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— ¡Ven aquí, pedazo de...! -Zhan dejó caer una retahíla de maldiciones que hubiesen avergonzado hasta a un marinero.

Yibo abrió los ojos de par en par. No estaba muy seguro de qué le sorprendía más: si el ataque de Xiao Zhan al desconocido motero o el lenguaje que estaba usando.

Como él no dejaba de darle puñetazos, el tipo empezó a defenderse; pero sus habilidades en la lucha no eran rival para las de Xiao Zhan.

Olvidando por completo a Xuan Lu, Yibo echó a correr hacia ellos con el corazón latiendo desbocado mientras intentaba pensar que debía hacer. No había manera de interponerse entre los dos hombres. No a juzgar por el afán que demostraban en matarse.

— ¡Zhan, detente antes de que le hagas daño! -gritó la chica que los acompañaba.

Yibo freno en seco al escucharla.

¿Cómo es posible que conociera a Xiao Zhan?

La mujer daba vueltas alrededor de ambos, en un intento de ayudar al motero estorbando a Xiao Zhan.

— Cielo, ten cuidado, va a... ¡Uf, eso ha debido doler! -la mujer se encogió en un gesto de dolor, cuando Xiao Zhan golpeó al tipo en la nariz-. ¡Zhan, deja de golpearlo de ese modo! Vas a hacer que se le hinche la nariz. ¡Cuidado corazón, agáchate!

El motero no se agachó y Xiao Zhan le asestó un tremendo puñetazo en la barbilla, que lo hizo tambalearse hacia atrás.

Preso del desconcierto absoluto, la mirada de Yibo se paseaba entre Xiao Zhan a la desconocida.

¿Cómo era posible que se conociesen?

— ¡Eros, corazón! ¡No! -gritó la chica de nuevo, agitando las manos frenéticamente delante de la cara como un pajarillo apunto de alzar el vuelo.

Xuan Lu se acercó hasta Yibo.

— ¿Éste es el Eros que Zhan ha invocado? -le preguntó Yibo.

Xuan Lu se encogió de hombros.

— Es posible, pero jamás me habría imaginado a Cupido de motero.

— ¿Dónde está Príapo? -preguntó Xiao Zhan antes de agarrar a Eros y empotrarlo contra la barandilla de madera, bajo el cual discurría el río.

— No lo sé -le contestó, forcejeando para apartar las manos de Xiao Zhan de su camiseta.

— No te atrevas a mentirme -gruñó Xiao Zhan.

— ¡No lo sé!

Xiao Zhan le sujetó con mas fuerza cuando los dos mil años de dolor y rabia se adueñaron de él. Las manos le temblaban mientras le tiraba de la camiseta. Pero aún peores que el deseo de matarle allí mismo, eran las implacables preguntas que resonaban en su cabeza.

¿Por qué nadie había acudido antes a sus llamadas?

¿Por qué lo había traicionado Eros?

¿Cómo podían haberle hecho aquello y darle después la espalda para que sufriera?

— ¿Dónde está? -preguntó de nuevo Xiao Zhan.

— Comiendo, eructando... ¡Yo que coño sé! Hace una eternidad que no lo veo.

Xiao Zhan lo apartó de la barandilla de un tirón y lo soltó. Tenía la cara desencajada por la ira.

—Tengo que encontrarlo -dijo entre dientes-. Ahora.

En la mandíbula de Eros comenzó a palpitar un músculo mientras intentaba alisarse las arrugas de la camiseta.

— Bueno, dándome una paliza no vas a llamar su atención.

La Maldición de Sean - [ZhanYi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora