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— ¡No! -gritó mientras se sentaba en la cama. ¡No podía ser!-. ¡No!
Bajó de la cama con el corazón martilleándole con fuerza en el pecho y corrió hasta el salón. El libro estaba aún sobre la mesita de café. Pasó las páginas y vio que Zhan estaba justo en el mismo sitio donde lo vio por primera vez, la única diferencia era que ahora no sonreía diabólicamente y que llevaba el cabello corto.
¡No, no y no!, repetía su mente una y otra vez. ¿Por qué había hecho eso? ¿Por qué?
— ¿Cómo has podido? -Le preguntó mientras abrazaba el libro contra su pecho-. Yo te habría dado la libertad, Zhan. No me habría importado. Dios mío, Zhan ¿Por qué te has hecho esto? -sollozó-. ¿Por qué?
Pero en el fondo lo sabía. La ternura que había visto en sus ojos hablaba por sí misma. Lo había hecho para no herirlo como Darren.
Zhan lo amaba. Y, desde el momento en que llegó a su vida, no había hecho otra cosa que protegerlo. Cuidarlo.
Incluso al final. Aun cuando de ese modo él mismo se negará la posibilidad de quedar libre de un tormento eterno, él había sido más importante.
Yibo no soportaba pensar en el sacrificio que Zhan acababa de hacer. Lo veía condenado a pasar la eternidad en la oscuridad. Solo y sufriendo una agonía.
Él le había contado que pasaba hambre y sed mientras estaba atrapado en el libro. Y en su mente lo veía sufrir del mismo modo que lo había visto en su cama. Recordó las palabras que dijo después:
«Esto no es nada comparado con lo que se siente dentro del libro»
Y ahora estaba allí. Sufriendo.
— ¡No! -gritó-. No permitiré que te hagas esto, Zhan. ¿Me oyes?
Abrazó con fuerza el libro y se dirigió a toda prisa a la parte trasera de la casa. Abrió las cristaleras que daban al jardín y corrió hacia un claro iluminado por la luna llena.
— Regresa a mí, ¡Xiao Zhan de Macedonia, Xiao Zhan de Macedonia, Xiao Zhan de Macedonia! -lo repitió una y otra vez, rogando por que apareciera.
No ocurrió nada. Nada de nada.
— ¡No!, ¡por favor, no!
Con el corazón destrozado, volvió a la salita.
— ¿Por qué?, ¿por qué? -sollozaba, arrodillado en el suelo sin dejar de mecerse hacia delante y hacia atrás-. ¡Zhan! -susurró con la voz rota mientras los recuerdos lo asaltaban.
Zhan riéndose con él, abrazándolo. Zhan sentado tranquilamente, pensando. El corazón de Zhan latiendo desenfrenado al mismo ritmo que el suyo.
Lo quería de vuelta.
Lo necesitaba de vuelta.
— No quiero vivir sin ti -balbució dirigiéndose al libro-. ¿Lo entiendes, Zhan? No puedo vivir sin ti.
De repente, una luz cegadora iluminó la estancia.
Con la boca abierta, Yibo alzó la mirada esperando encontrarse con Zhan.
Sin embargo, no era él. Se trataba de Afrodita.
— Dame el libro -le ordenó con el brazo extendido.
Yibo lo escondió tras su espalda.
— ¿Por qué le haces esto? -inquirió Yibo-. ¿Es que no ha sufrido ya bastante? Yo no lo habría alejado de ti. Preferiría que estuviese contigo antes de que regresara al libro. -Se limpió las lágrimas-. Está solo ahí dentro. Solo en la oscuridad -susurró-. Por favor, no dejes que permanezca ahí. Envíame al libro con él, por favor. ¡Por favor!
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La Maldición de Sean - [ZhanYi]
FanfictionXiao Zhan, un dios griego maldecido para toda la eternidad para servir como esclavo sexual a los mortales. Pero todo cambiara cuando es invocado por Wang Yibo, un sexólogo que acaba de estar en una relación dolorosa. ¿Podrá Yibo romper la maldición...