"En los días estruendosos donde somos incapaces de sonreír, aparecimos ante los ojos del otro disipando la indeleble niebla"
Mitzuki Yagami, una chica miembro de la Tokyo Manji lleva una vida "normal" entre la universidad y ser pandillera.
Su vida d...
Vísperas de nochebuena, el día donde la gente trata de mantenerse cálida y amorosa con sus seres queridos.
El día es frío, incluso parece que la nieve caerá en cualquier segundo. Todos tratan de tomarse este día con calma, pero para Ikki es totalmente diferente. Específicamente hoy hace todo lo que no haría con normalidad o que no le agrada hacer.
Es demasiado temprano todavía, sin embargo, sus ojos se han abierto. Escondida debajo de su sábana mira el techo rodeada de casi total silencio, solo escucha el viento golpear la ventana.
Se sienta estirando fuertemente sus brazos y dando un gran bostezo, talla sus ojos buscando despabilar el sueño.
—Vamos Ikki, una vez al año no hace daño. — pronuncia adormilada animándose a sí misma.
El diablo se viste de ángel, estaba acostumbrada a ser diabólica hasta que dejara de caminar sobre la tierra, pero una vez al año parece que intenta todo por ganarse el cielo, hace sus propios sacrificios.
Antes de darse un baño, hace un par de estiramientos con su cuerpo, se encarga de conservar su muy buena flexibilidad. Diferentes posiciones con sus brazos y piernas, al menos entra un poco en calor.
Se deshace de la ropa y entra en la regadera, deja que el agua fría empape su cuerpo. Lava su cabello y termina su rutina de siempre.
S e coloca un short holgado a la cadera, deja ver la marca de su ropa interior por encima y un cinturón que a brocha en el último agujero, un top negro y encima una chamarra gris lo suficientemente grande para darle calor aunque la use abierta como de costumbre.
Elige minuciosa entre sus tenis, elige unos Jordán blancos con rojo, deja su cabello suelto y termina de poner todos los piercings en ella.
Da un gran respiro y mira su reloj, se dirige a la cocina para desayunar algo ligero.
Solo piensa en todo lo que debe hacer hoy, no es que le moleste, menos cuando es porque quiere hacerlo.
Había comprado todos los regalos que entregaría a sus amigos; gran parte de los días anteriores se la pasó encerrada en su habitual casino sacando la mayor cantidad de dinero que pudo.
Toma la enorme bolsa donde guardó todo con cuidado dejándola casi a la salida. Antes de irse, saca su cajetilla y de ella un porro de hierba.
Da una gran calada de él, lo único que desea es estar relajada y que la ansiedad no la moleste, hoy.