desastre natural

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Eres un torbellino
que lleva todos los colores dentro
y atrapa a todos en su encuentro;
hasta que te apagas,
la emoción se agota
y tus fuerzas se cansan.

Así que nos sueltas,
revueltos,
confundidos,
perdidos,
heridos.

Porque nos has hecho daño desde el principio,
desde que empezaste a correr,
nos animaste, nos contagiaste,
se sentía real así que nos aferramos a él.

E intentamos bailar,
pero no era un vals,
te dejaba sin aliento,
te olvidabas de respirar
por mantener el mismo tempo
y por miedo a fallar,
a resbalar.

Sin embargo, después fue claro,
no fue nuestra decisión,
nosotros solo sufrimos las consecuencias
de las diferencias en tu cabeza,
de velocidades que se incrementan
porque no sabes lo que te espera.

Y atiendes, atraes, nos llevas,
giramos sin estabilidad;
irónicamente,
porque no eres fuerte,
pero tienes más fuerza que clareza;
no tienes idea de lo que harás,
ni puedes controlar lo que sentirás
repentinamente, cuando pienses,
volverás a perder tu estabilidad.

¿Y si te desatas de todo lo que intentas controlar?
de todo lo que algún día creíste verdad
y de lo que creíste que podrías abarcar
como si tuvieras una fuerza extraterrenal.

Tal vez así lograrías contar
todo lo que cargas en la espalda,
lo que punza en tu cabeza
y te llena de tristeza.

Tal vez si aceptas lo que sí puede suceder
y lo que no está a tu alcance,
puedas comprender
y respirar sin un percance,
sin ahogarte,
ni encerrarte
entre miedos, ideas, anhelos;
irrelevantes,
inalcanzables para tus esfuerzos.

Eres un trueno,
iluminas,
todos podemos verlo,
quemas,
nos dejas con un sufrimiento,
lastimas,
dejas cicatrices en el suelo,
intentas,
desapareces en el tiempo,
sueñas
con hacer todo correcto,
te estresas,
vomitas y tomas una pastilla que calma tus nervios.

¿por qué no mejor cambiar tus propios efectos?
tus procesos para alcanzar tus sueños.

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