The fucking neighbour

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Unos golpes provenientes del piso de arriba me hicieron despertar. Eran las cuatro de la mañana y no podía dormir. Harta, decidí subir para intentar hablar con mi vecina que, curiosamente, nunca hacía ruido.

 — Qué raro... — Murmuré para mí misma subiendo las escaleras. — La señora Davies nunca hace ruido...

Toqué un par de veces a la puerta y finalmente, se abrió. No era la señora Davies.

— ¿Y Kathia? — Le pregunté al rubio que se encontraba frente a mí.

— ¿Que?

— Kathia Davies, ¿dónde está? — Me crucé de brazos.

— Oh, la señora Davies ya no vive aquí, se le acabó el alquiler y ahora yo vivo aquí. — Sonrió.

Me dio algo de pena que Kathia no se hubiese despedido de mí, pero en parte lo entendía, era una mujer mayor que no tenía tiempo para tonterías. Dejando a un lado eso, me centré en el rubio.

— ¿Y tú eres? 

— Roger Taylor. — Extendió la mano. 

— ____ (T/A). — Nos estrechamos la mano.

— ¿Qué querías? ¿Por qué has subido? — Por poco olvidaba que ese rubio tan simpático también estaba siendo el causante de mi insomnio. Borré mi sonrisa y me volví a cruzar de brazos.

— Ah, eso. No sé que estás haciendo, pero no hagas tanto ruido, llevo intentando dormir toda la noche. 

— Lo siento, es que tengo que colocar los muebles. — Unos segundos de silencio inundaron la sala. Yo lo miraba con el ceño fruncido, pensando en la estupidez que acababa de decir. — ¿Que?

— ¿Quien se pone a mover muebles a las cuatro de la mañana? — Pellizqué el puente de mi nariz.

— Cállate. 

— Me callo y me voy, pero no quiero escuchar más golpes. — No dejé que respondiera y bajé rápidamente por las escaleras para tumbarme entre las suaves y calentitas sábanas de mi cama. 

Sonreí al ver que habían pasado unos minutos y no se oían ruidos, pero ese sentimiento de felicidad duró poco, pues de repente empecé a escuchar... ¿Gemidos?

¡Oh sí, joder! — Se escuchaba mientras a la vez también se oían golpes. — ¡Me corro!

Lo estaba haciendo a propósito, eso estaba claro. Me tapé la cabeza con la almohada y ahogué un grito. Como los falsos gemidos continuaban, me levanté de la cama y agarré una escoba. Subí encima de la mesa y comencé a pegar porrazos contra el techo.

— ¡Cállate — porrazo — de una — porrazo — puta — porrazo — vez! — Bajé de la mesa.

¡Ah, trágatela entera! — Exclamó entre risas el vecino.

No aguantaba más, no soportaba el ruido por las noches, y menos aún si lo hacían a propósito. Si tenía que ir a pegar a alguien, lo haría. Subí nuevamente las escaleras y toqué varias veces a su puerta hasta que se decidió a salir.

— Tranquila... — Dijo alzando ambas manos.

— Eres un hijo de... — Sin pensarlo me abalancé sobre él y empecé a estirarle del pelo mientras con las piernas le daba patadas. 

— ¡Ahhh! — Exclamaba intentando zafarse de mi agarre. — ¡Para, para! — No le hice caso. — ¡Vale, lo siento, me rindo, me rindo! — Finalmente lo solté.

Sin dirigirle la palabra, me levanté y fui hacia la puerta. Antes de cerrarla, volví a hablar.

— Y no vuelvas a hacer ruido. — Cerré dando un portazo.



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Heyyy

Lo sé, un poco wtf pero me gusta JSJDJSFAJ

Dadme ideasss porfa

· One shots // Roger Taylor y tú ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora