— ¡No pienso ir a ese sitio!
— Pero Roggie, cielo, es la única forma de...
— ¡He dicho que no! — Subí corriendo a mi habitación y cerré la puerta de un portazo, al darme cuenta de esto, volví a abrirla por si acaso. — ¡Ha sido sin querer! — Volví a cerrar, esta vez sin ningún portazo.
Hace meses, había desarrollado una obsesión por el alcohol, y mi madre quería llevarme a una especie de reuniones a las que los alcohólicos como yo asistían para desahogarse e intentar superar el alcoholismo. Me negaba a ir, era ridículo, era vergonzoso tener que hablar sobre problemas personales con otras personas.
Mi madre tocó a la puerta, pero yo no pensaba mover ni un solo dedo para abrírsela.
— Roggie, cariño... Ábreme. — Me comenzó a dar lástima, así que obedecí su petición.
— No voy a ir mamá. — Recalqué esta vez más calmado.
— Hazlo por mí, no soporto verte borracho cada noche, no soporto pensar en lo que el alcohol podría hacerte... Podrías morir por esto, Roger. — Al no llamarme por mi apodo "Roggie", supuse que iba muy en serio, y que realmente estaba asustada. Finalmente cedí.
— Está bien... — Suspiré. — ¿Cuando empieza?
— Dentro de una hora. — Contestó emocionada, besándome muchas veces la mejilla.
— ¡Mamá! — Exclamé entre risas.
— Ya paro, ya paro. — Bajó las escaleras.
[···]
— Estoy nervioso. — Mi madre y yo estábamos frente a la puerta del lugar de las reuniones. Me acomodó la camisa y me dio un beso en la mejilla.
— Tranquilo cariño, verás como todo saldrá bien. Vendré a por ti dentro de una hora y media.
— Adiós. — La abracé.
— Adiós mi vida. — Se dirigió hacia el coche y vi como se alejaba.
Entré al edificio y pude divisar a varias personas de pie hablando, no sabía que hacer ni a dónde ir, así que simplemente me puse al lado de una bonita muchacha la cual estaba sentada, sin hablar con nadie, al igual que yo.
— Hola. — Saludé.
— Hola. — Respondió con una triste sonrisa.
— Es mi primera vez aquí, ¿cómo te llamas?
— ____.
— Roger.
— Esto no tardará en empez...
— ¡Vaya, tenemos caras nuevas! — Una mujer sonriente entró en el lugar dirigiéndome la mirada. — O más bien dicho, una cara nueva.
Todos los presentes se sentaron en las sillas que estaban colocadas en círculo, ____ y yo imitamos su acción.
— Me llamo Hannah Johnson, ¿quieres presentarte corazón? — Me preguntó la mujer en frente de todos.
— ¿Que se supone que tengo que decir?
— Tu nombre y la razón por la que te hiciste alcohólico. — Respondió sin borrar esa irritante sonrisa de su rostro.
— Me llamo Roger y...
— Hola Roger. — Interrumpieron todos los presentes a la vez. Yo hice una pausa un poco extrañado y molesto.
— ... Y me metí en esto del alcohol hace unos meses, un amigo mío me llevó a una fiesta y desde aquel día suelo beberme unas tres cervezas diarias... Ya casi no bebo agua y salgo cada noche a emborracharme...
— Bueno, Roger, no te preocupes. ¡Estamos todos aquí para superarlo! — Exclamó entre risas, como si lo que acabara de decir fuese lo más gracioso del mundo.
Miré a ____, que se encontraba a mi lado, un tanto incómodo.
— ¿Por qué se ríe? — Murmuré entre dientes para que nadie nos escuchara.
— Déjala, está loca. — Me agarró de la muñeca. — Ven, vámonos de esta mierda.
— Pero...
— Señorita Johnson, vamos al baño. — Interrumpió antes de que pudiese poner pegas. Una vez abandonamos ese sitio, me llevó hasta un callejón y se sentó en el suelo, apoyando la espalda en la pared.
— Si mi madre me ve aquí me va a matar. — Recalqué.
— Pues vete. — Sacó un paquete de tabaco. — Deberías agradecérmelo, te he sacado de ese sitio. — Dijo colocándose un cigarro entre los labios.
— Y te lo agradezco, pero... — Hice una pausa. Pensé que cada uno era libre de hacer lo que quiera, y decidí quedarme con ella. — ¿Sabes qué? Tienes razón. — Me senté a su lado y me dio un cigarro. — A la mierda.
No nos dirigíamos la palabra, cada uno estaba absorto en su pequeño mundo, disfrutando cada calada que dábamos a nuestro cigarro.
— Roger. — Le dirigí la mirada.
— ¿Qué? — En un solo segundo, me agarró la cara con ambas manos y juntó nuestros labios salvajemente. Se subió sobre mí a horcajadas, pero yo la separé.
— Dios... Eres... Tienes un par de ovarios. — Ella rio ante mi comentario.
— Házmelo aquí mismo. — Gimió entre respiraciones agitadas.
Delicadamente, la aparté de mi regazo y me levanté. Apagué el cigarro y saqué un bolígrafo de mi bolsillo.
— Me gusta que seas tan atrevida, pero nos acabamos de conocer. Dame la mano. — Obedeció con el ceño fruncido.
— ¿Qué haces? — Se puso de pie.
— Apuntar mi dirección. — Al acabar, guardé de nuevo el bolígrafo. — Ven a verme mañana a las nueve, te invitaré a cenar.
— Eres difícil, ¿eh? — Sonrió cruzándose de brazos. Me giré para abandonar el callejón.
— Un poco.
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· One shots // Roger Taylor y tú ·
FanfictionMuchas historias en las que los protagonistas sois Roger y tú. Nada más que decir...