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Hacía apenas tres semanas que el nuevo grupo había llegado a Alexandria

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Hacía apenas tres semanas que el nuevo grupo había llegado a Alexandria. Eran un total de cuatro personas, compuesto por dos hombres y dos mujeres. El más sociable era Robert, quien había sido acogido por el grupo de amigas de la castaña. Luego estaba cierta pelirroja, Maribel, que le gustaba hacer rabiar a Eleonora e ir detrás de Daryl. Y si se le podía agregar, la otra mujer que rondaría la edad de Rick, había puesto sus ojos en él. Y Eleonora estaba con las últimas y su paciencia no era infinita. Ella no podía asimilar lo irrespetuosas que son con Daryl y Rick aún sabiendo que ya tienen novia, seguían insistiendo con coqueteos y palabras fuera de lugar.

Así que para calmar su mal humor y su vocabulario lleno de veneno, había comenzado a meditar para calmar sus nervios. Lo cierto era que no eran celos por aquellas mujeres, sino la rabia de ver la incomodidad en los rostros de sus novios al ser coqueteados de esa manera tan vulgar y que no sabían medir las distancias con ellos dos. Y Eleonora que era muy Eleonora ya las había dejado en su lugar, amenazando con patearles la boca como siguieran molestándolos.

—¡Huele horrible, Nora!

La mencionada abrió los ojos y vio a ambos hombres con la nariz tapada, en la entrada de su salón. Ella sonrió con gesto culpable y se levantó a apagar los miles de inciensos que había encendido para entrar en atmósfera espiritual. Rick abrió todas las ventanas para ahuyentar el humo y el olor. Si alguien entraba pensarían que la casa estaba en llamas por la cantidad de humo, que casi nublaba la vista y era difícil de respirar.

—Namaste—dijo ella con sus palmas juntas y se inclinó levemente a modo de saludo.

La etapa por la que estaba pasando la castaña les hacía mucha gracia a sus novios, pues se metía mucho en el papel a la hora de meditar. En ocasiones sus amigas se les unían y parecía mas bien una reunión de algún culto satánico.

—¿Cómo va la construcción de las nuevas casas?—preguntó la castaña y juntos salieron a ver a Paquita, quien disfrutaba del sol y dormía.

—De momento bien—dijo Rick y acarició el pelo de su novia—en nada terminamos.

—Y con las extensión de los muros hemos podido rodear nuevas casas—añadió Daryl—así cada uno tendrá más espacio.

Eleonora sonrió con la noticia. Charlaron un poco más sobre los nuevos proyectos y decidieron almorzar juntos.

Por la tarde, como ya se había hecho costumbre, la más joven pasaba tiempo con Judith. No sabía que una niña tan pequeña pudiera sanar almas. Y por supuesto que Rick no podía estar más encantado con la relación de cariño que ambas se mostraban.

Eleonora estaba en la cocina preparando un postre cuando escuchó el llanto de Judith. Al querer salir corriendo se golpeó la cadera con la esquina de la isla y la bandeja con los ingredientes mezclados, se hizo añicos contra el suelo. El cuerpo de la mujer se quedó paralizado y comenzó a respirar para concentrarse en la realidad, para que supiera que su madre no iba a aparecer y ni a castigarla de manera más cruel. Respiró, respiró y respiró. Se armó de valor, dejó sus miedos atrás y su cuerpo tomó consciencia para salir de la cocina.

SOULMATES [Rick Grimes/Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora