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—¿Lista para ir a casa?—preguntó Rick con una sonrisa ladeada

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—¿Lista para ir a casa?—preguntó Rick con una sonrisa ladeada. 

Eleonora dejó de mirar por la ventana, la misma por la que había estado observando durante casi una semana, y asintió lentamente. Había estado bajo el cuidado de Denise y finalmente ya podía moverse un poco más sin sentir un inmenso dolor. Daryl entró a la habitación con una silla de ruedas y esperó a que Rick la cogiera en brazos y la sentara. Eleonora no había estado muy receptiva a hablar, solo se limitaba a observar por la tan famosa ventana que daba vista a los árboles que habían plantado desde hacía tiempo. Veía cuan destrozados estaban, como las ramas se habían partido por la mitad y las hojas habían volado. Se dejó llevar por las calles de Alexandria, sintiendo el calor del sol contra su piel. Cerró los ojos por unos segundos y ahogó un suspiro queriendo detener el tiempo por un momento. Queriendo detener sus pensamientos y olvidar todo lo que le aterroriza.

Escuchó el saludo de algunos vecinos y volvió a abrir los ojos. En la entrada de su hogar habían improvisado una rampa para poder pasar con la silla. La casa seguía intacta, pero sentía que algo había cambiado, no lograba descifrar o nombrar aquella sensación. Daryl la miró atento, pero no dijo nada, no quería presionarla a hablar más de la cuenta. Denise les había comentado que Eleonora no estaba en las mejores condiciones, y que debían ser pacientes ante las secuelas emocionales que el accidente había dejado en su novia. Ya habían visto el comportamiento de Jessie, y el miedo que tenía de salir de su casa, lugar que a su parecer era seguro y ajeno a todo peligro. En cambio Robert actuaba como sino hubiera pasado nada y se dedicaba a trabajar sin parar para mantener la mente ocupada.

—Hemos pensado en dejar la cama aquí—señaló Rick al centro del salón—. Hasta que te recuperes del todo y puedas bajar y subir por tu cuenta.

Ella asintió. Rick guardó silencio y contó mentalmente para calmar sus ansias de decirle por qué no se comunicaba con ellos. Cuando despertó parecía tan feliz de verlos, y al día siguiente actuaba como si sus presencias fueran sofocantes.

—¿Qué te apetece almorzar?—preguntó Daryl para animar el ambiente. Era la primera vez que sentía esa incomodidad en el hogar de su novia.

Temía que la buena relación entre los tres estuviera pendiendo de un hilo. Pero quería ser positivo y pensar que se trataba de un bache, y que en cualquier momento todo volvería a la normalidad.

—¡Ya he llegado!—exclamó Maggie apareciendo por el salón. Decidió omitir la rara sensación que le dio al ver a los tres tan callados y alzó unas bolsas—. He hecho el almuerzo.

Eleonora la miró por un instante y no supo como Maggie la entendió, porque ni siquiera ella sabía que estaba sintiendo.

—¿Qué tal si me quedo a cuidarla y vosotros seguís con las reparaciones?—propuso sin borrar su sonrisa.

—Le iba a preparar la comida—dijo Daryl—. Apenas puede moverse por si sola.

Eleonora apretó la mandíbula al sentirse tan inservible y clavó su mirada en el suelo.

SOULMATES [Rick Grimes/Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora