Ryomen Sukuna

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Lo último que logra recordar en el rostro de su mejor amigo demostrando completa preocupación extendiendo su mano para intentar salvarlo, todo se volvió negro sintiendo su cuerpo en el agua, se mantuvo en dicho lugar pensando en que esta muerto pero todo ese pensamiento se interrumpió al sentir la falta de aire

Abrió sus ojos, comenzó a nadar hasta tener su cabeza fuera del agua sin entender donde se encuentra porque todo el ambiente es oscuro, sus manos se apoyaron del fondo confundiendo su mente porque hace unos segundos estaba ahogándose pero ahora está tocando el fondo sin dificultad alguna, ese lugar es confuso

Todas sus dudas se desvanecieron cuando divisó un trono cercano a su cuerpo, el trono del rey de las maldiciones, Ryomen Sukuna que le mirara desde lo alto con una expresión intimidante que le hace temblar pero prefiere no dejarse intimidar tan fácilmente levantándose con el agua escurriendo de su cuerpo

—¿Dónde estamos?—preguntó intentando no tartamudear, si están en el territorio de aquella maldición significa que morir para él es fácil

—Deberías hablarme con mayor amabilidad, moscoso, estás en mi territorio y tienes suerte de que no te haya matado aún—su voz retumba pensando que hizo temblar todo en aquel espacio

Su piel se puso pálida, estar en el territorio enemigo nunca en bueno, menos cuando hablamos del rey de las maldiciones, un solo error terminaría por ser la sentencia en su joven vida quedándose quieto en su lugar con cierto temor a morir

¿Moriría? Sus dedos tiemblan por solo pensarlo, todavía no tenía en mente dejarse matar por una maldición pero contra Sukuna está en una enorme desventaja sabiendo que un solo movimiento de mano lo asesinaría de la manera más dolorosa posiblemente quedándose en su lugar parado con las gotas de agua escurriendo de su cuerpo perturbando la tranquilidad del agua

Una sonrisa arrogante se extendió por los labios de la maldición que se entretiene al notar el temor en su respectiva presa, como un tigre acorralando a un pequeño ratón que no puede huir de sus garras, así de imponente se siente en frente de aquel mocoso

—¿Por qué estoy acá? Pensaba que me matarías—escuchó la voz del menor dirigiendo sus ojos carmín hacía él manteniendo una expresión calmada

—Estar todo el tiempo sin compañía aquí es aburrido, quiero alguien con quien entretenerme, no me agradas del todo pero me divierte verte temblando de miedo—explicó apoyándose en su trono

—No sabes hacer amigos, al parecer—su expresión cambió abruptamente con aquellas palabras sin saber que responder a eso

—Yo no necesito amigos—recalcó frunciendo el ceño

—¿Entonces por qué te molesta estar solo?—interrogó en respuesta Bushida recibiendo de nuevo una mirada molesta de Ryomen

—Qué molesto eres, ¿no recuerdas que puedo matarte si lo deseo, mocoso?—

—Me estoy resignando a morir de la peor manera posible, así funciona la vida de los chamanes—salió del agua quedando en la parte baja del trono del mayor intentando quitar la humedad de su cuerpo

—Pierdes el miedo rápidamente—pensó en voz alta analizándolo

—Es una virtud—respondió quitándose la chaqueta del uniforme de la escuela de hechicería quedando con una camisa negra sin mangas—¿Cómo puede estar todo el día aquí sin hacer nada? Con razón termina aburriéndose—

—No puedo hacer lo que me plazca mientras el mocoso está controlándome desde fuera, nada más puedo hacer de las mías cuando me lo permite—se cruzó de brazos apoyándose en su trono

—Algo que no sucede mucho—finalizó sus palabras apoyándose de aquel craneo enorme en el trono mirando hacía el horizonte—Para no morir de aburrimiento quisiera saber, en el pasado cuando estabas en tu forma original, ¿te veías tan grutesco como en esos libros de anteriores chamanes?—

—¿Existen esos libros aún?—se inclinó un poco en su puesto algo interesado en esa conversación

—Mi familia viene de un largo legado de chamanes, mis antepasados fueron los pocos que lograron dejar información sobre usted, no sé si las imágenes que dejaron son las exactas de su verdadera forma—respondió antes de comenzar a gesticular con sus manos—Una maldición con aspecto humano de gran estatura con una extraña deformación en su rostro, cuatro brazos de fuerza abrumadora, una boca en su estómago, cuatro ojos de un fuerte carmín y cabello rosado. Hay muchas imágenes un poco entendibles sobre su verdadera forma—

—No fueron malos en describirme—respondió atrayendo la atención del humano—Sí, así lucia anteriormente, extraña esa vieja apariencia que me hacía lucir más imponente, ahora estoy obligado a vivir en el cuerpo de este mocoso teniendo su forma física—

—Esas imágenes hacen que mis teorías tomen mayor firmeza, porque pude notar ciertas similitudes entre su forma original e Itadori, no están lejos de ser parecidos por ciertas diferencias físicas—con su pie hundido en el agua lo mueve antes de suspirar pesadamente

—Parece que sí estaba aburrido como dijiste—habló Sukuna—Tener con quien hablar hace todo más entretenido a estar nada más esperando por ver algo interesante—

—Eso se llama "necesito un amigo"—nombró acomodándose mejor en su puesto dejando su chaqueta extendida mirando hacía el mayor

—Yo lo llamaría "Tener un juguete para no aburrirme"—respondió ganando una mirada hastiada del menor que niega con su cabeza sin saber cómo llamarle la contraria

—Con todo respeto, es un tonto—acomodó sus piernas abrazándolas con sus brazos contra su pecho mirando hacía de nuevo hacía el horizonte—Ya me está empezando a dar hambre, ¿no tiene algo para comer aquí?—

—Las maldiciones no necesitamos comer—respondió con simpleza su pregunta

—Los humanos lo necesitamos para sobrevivir—respondió con cierta obviedad en sus palabras





Unas cuentas horas más tarde fue liberado de aquella territorio quedando suspendido en el aire en la habitación de Itadori cayendo sobre la cama pero rebotando para caer duramente contra el suelo provocando un estruendo que asustó a su amigo de cabellos rosas, este se asomó desde su baño viendo a Bushida apoyándose de la cama para levantarse alzando una mano para saludarle

—¡Bushida!—exclamó emocionado por verlo con vida sin alguna herida, temía que Sukuna lo hubiera matado

—Hola, Itadori—recibió el abrazo de su amigo dándole unas palmadas en la espalda pensando en que podía devorar para saciar su hambre—¿Tienes comida? Me estoy muriendo de hambre—

Mocoso, debes en cuando robaré a tu estúpido amigo, él ahora es mi juguete para no aburrirme—habló Sukuna apareciendo la boca en el rostro de Itadori que se sorprendió de escucharlo

—En pocas palabras, necesita un amigo—aclaró Bushida con una leve sonrisa

One-shots Jujutsu Kaisen (male reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora