Itadori Yuuji / Sukuna Ryomen

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"Algunas personas nacen condenadas a sufrir..."

Hace muchos años atrás ocurrió una enorme explosión de energía maldita abrumadora para todos los chamanes existentes, los chamanes más poderosos se sintieron amenazados y confundidos ante la nueva presencia de energía maldita creyendo que se trata de una maldición sumamente poderosa que supera a cualquier chamán de grado especial

Mientras tanto en una casa de estilo japonés antigua ubicada en las afueras de Yokohama era audible el llanto de un recién nacido que arrebató la vida de su progenitora al nacer siendo el portador de aquella energía maldita que alteró al mundo de hechicería como nadie se esperaba

El conglomerado de hechicería ordenó una inmediata buscada de la maldición que había despertado recientemente para sellarla o destruirla para evitar mayores accidentes en el mundo, el bebé durante ese tiempo era cuidado por su progenitor que lo cuidaba con mucho esmero sabiendo que los hechiceros irían por él

—Pobre de ti, hijo mío—murmuró meciendo al bebé en sus brazos—Quisiera poder protegerte de todos esos hechiceros que quieren hacerte daño, no es culpa tuya haber nacido con una maldición en tu interior, es culpa de tus abuelos que quisieron traerte la desgracia—

El padre del bebé lloraba lleno de dolor, amaba a su hijo con todo su corazón deseando que tuviera una larga vida por delante pero fue injustamente condenado por los padres de su difunta esposa que eran hechiceros ilegales, condenando a su hijo a una larga vida llena de sufrimiento hasta el día de su muerte

"Un alma inocente se vería contaminada por la oscuridad del cruel mundo que esta en su contra"

Como era de esperarse los hechiceros llegaron, acabando con la vida del padre del bebé en pocos segundos mientras este intentaba proteger a su hijo con sus últimos alientos. Los hechiceros miraron al bebé causante de toda la energía maldita abrumadora, llorando esperando a ser cargado por su padre pero su padre no podría cargarlo otra vez

Un hombre tomó al bebé en brazos intentando calmarlo, su llanto no se detuvo removiéndose en los brazos del hombre que lo agarró, la energía maldita aumentó muchísimo mientras más lloraba hasta que logró dormirse, soltando unas pequeñas lágrimas entre sueños

Y varios hechiceros murieron ese día, todo causado por la maldición encerrada en el cuerpo del bebé que tomó forma física atacando a los hechiceros hasta tener al bebé entre sus brazos protegiéndolo como si su vida dependiera de ello, no era una maldición hostil que quería asesinar a todos los presentes hasta sentirse satisfecho, solo quería proteger al bebé

Las risitas del bebé se escucharon, los pocos hechiceros que quedaron en pie se asombraron por la conexión entre el bebé y la maldición que lo cuida como si fuera su propia alma

El conglomerado supo que debían tener al bebé bajo sus manos










—¿Acompañarlo en sus misiones me hará dar un mejor desempeño en el futuro, Gojo-sensei?—preguntó mientras su maestro acaba con facilidad con una maldición bastante fuerte

—Correcto—asintió moviendo su cabeza mostrando una pequeña sonrisa para su estudiante—Aparte estas bajo mi cuidado, no puedo dejarte solo por nada del mundo—

—Lo entiendo—asintió dejando que su maldición aparezca en forma física para acabar con una maldición insignificante que se alteró con su sola presencia—Pero supongo que ya soy lo suficientemente consciente de mi condición y cómo puedo manejarla—

—Tu maldición hace caso a tus deseos, no resulta una amenaza a menos que lo desees pero el conglomerado sigue siendo cuidadoso contigo—ambos se encaminaron hasta la salida del bosque donde están para volver a la escuela de hechicería en un auto que conduce el albino de ojos vendados mientras su estudiante está de copiloto mostrando una expresión decaída

—Quisiera ser un chico normal—se lamentó mirando el paisaje por la ventana con sus ojos caídos—Me gustaría no ser consciente de la existencia de las maldiciones, me gustaría vivir con mis padres como si nada—

—Lamentablemente fuiste condenado—las palabras de su maestro dan en el clavo, haciéndole bajar la mirada con tristeza—Reconozco tu deseo de tener una vida normal pero fuiste condenado a estar maldito por el resto de tu vida, no hay nada que se pueda hacer para ayudarte—

—Lo sé...—suspiró acomodándose en su puesto para dormir

Bushida ____ solo era un niño pequeño, herido por el conglomerado de hechicería








—Itadori-kun, es un gusto poder encontrarnos una vez más—mostró una sonrisa aquel joven de cabellos azabaches y mechones blancos hacía su amigo de cabellos rosados

—Bushida, me alegra verte—su amigo lo envolvió con sus brazos, sintiendo la calidez de su cuerpo dejándose abrazar—¿Cómo te fue con Gojo-sensei?—preguntó curioso

—Nada nuevo, solo acabó con una maldición bastante poderosa pero fue como aplastar una mosca para él—se alzó de hombros mientras ambos se dirigen hasta la habitación del azabache de mechones blancos

—Debe ser interesante verlo—mostró sus ojos iluminados por la emoción

—Ya después de un tiempo perdí la emoción, es más repetitivo que interesante—comentó desviando su mirada por un instante antes de devolverla al contrario—¿Y cómo ha estado tu día?—

Se ha logrado notar un interés amoroso entre ambos estudiantes, siempre estando juntos, compartiendo la misma situación de vida acerca de tener maldiciones en su interior sabiendo que morirían algún día pero muestran sonrisas apoyándose mutuamente con el sentimiento de miedo a morir

Este mocoso nunca hace algo interesante, no deberías ni preguntar—la boca de Sukuna se manifestó en la mejilla de Itadori tomando por sorpresa a Bushida

—Sukuna, no estoy hablando contigo—cubrió la boca que sobresalió de la mejilla de su amigo que se sorprendió ante su tacto, pero Sukuna solo mordió su mano—¡Hijo de puta!—se quejó apenas

No me pongas tu asquerosa mano encima, mocoso insolente—limpio su mano de su ropa rodando los ojos ante las palabras de la maldición

—Mejor ignóralo, Bushida. Sukuna ha estado inquieto en estos días—asintió a las palabras de su amigo ignorando a la maldición que empezaría con sus quejas al ser ignorado

—Tengamos una noche de películas en mi habitación, la compañía no me caería mal—agregó mientras ambos entran a la habitación del muchachos de cabellos blancos y negros

Los jóvenes terminaron dormidos en una misma cama dando paso a la posesión de Sukuna en el cuerpo de Itadori, sentándose en la cama mirando al durmiente Bushida

—Será mejor ser amable contigo, mocoso—con un dedo acarició la mejilla del joven que descansa sin percatarse de su presencia

One-shots Jujutsu Kaisen (male reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora