Capítulo 23: "You're gone"

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Arizona
Por la mañana siguiente, desperté rodeada por el frío de una habitación vacía. Mi mano se posó sobre el lado contrario de la cama, nadie estaba allí. Calliope nunca despertaba antes que yo, tampoco había olor a café... Decidí colocarme las pantuflas, pero no estaban allí.

Caminé descalza por el suelo de madera, sintiendo el latido de mi corazón, que cada vez lo hacia más y más rápido. Busqué en la cocina, pero nadie estaba allí tampoco.

—¿Callie? —pregunté con un nudo en la garganta —¿Estás escondiéndote? —levanté mi mirada, analizando cada parte de nuestro departamento.

Me movilicé hasta el living, encontrándome una pequeña carta sobre la mesa, la cual estaba firmada con mi nombre en el frente. La letra era de Calliope.

Me senté y la tomé entre mis dedos. Sabía que algo malo estaba ocurriendo, nada podía ser coincidencia. Di un profundo respiro y la abrí.

"Espero esto no sea demasiado infantil de mi parte. Aunque sé que pensarás que sí, y me odiaras cada minuto de tu vida a partir de ahora.
Si tu pregunta es que, si me he ido, tu respuesta es sí.

Sé que te resultará extraño, para mi igual lo fue. Aún no puedo golpearme contra la pared lo suficientemente fuerte como para dejarlo. No puedo.
Aunque te ame, hay algo en el que no me permite soltarlo. Espero que puedas entenderme, y si no puedes hacerlo, lo entenderé.

Siempre te consideré una de las personas más importantes de mi vida, me gustaría que estuvieras ese día.

Te quiero.

- Callie."

Mordí mi labio superior, intentando contener las lágrimas en cuanto vi la invitación de boda junto a la nota, pero fue imposible.

Una vez más era sustituida por George. Una vez más me rompían el corazón en miles de pedazos. Una vez más la persona que lo hacía, era Calliope. Y una vez más, la odiaba por hacerlo.

Fui una estúpida por pensar que, por una vez, me elegiría a mí.

Dejé caer mi rostro sobre la fría mesa, mientras las lágrimas se esparcían por la superficie, maldiciendo a mi corazón por dejarla entrar una vez más, cuando ambas sabíamos que no se lo merecía. Que no había hecho lo suficiente como para volver a tener la llave que abriera la cerradura, cuando ella era la que siempre corría más rápido y más lejos. Simplemente quería que esta pesadilla terminase, quería levantar la mirada y encontrarla preparando café en la cocina.

Nuevamente caminé hacía la habitación, abrí el closet y fui consciente de que todo estaba vacío, incluso su pijama. Mi labio inferior comenzó a tiritar. Otra vez el vacío en mi pecho existía. Volví a la cama, haciéndome un pequeño bollo. Abrazando todo lo que ella no había querido.

Planeaba pasar el resto de mi vida en esa cama. Ya no era lo suficientemente fuerte como para volver a empezar. Consideraba que Calliope era el amor de mi vida, pero ella merecía casarse con el suyo, aunque George fuese una mierda de persona.

Calliope
Observé por última vez la casa, fui a la habitación y besé la frente de la rubia, mientras una pequeña lágrima caía por mi mejilla. Tomé la carta y la invitación, y las dejé sobre la mesa, esperando que no fuesen demasiado estúpidas.

[Black Out Days - Phantogram]

Bajé por al ascensor, hasta llegar donde él y su nuevo auto. Corrí a sus brazos, mientras George me abrazaba con fuerza. Lo observé directamente a los ojos.

—Todo estará bien. —me susurró.

Y le creí, le creí porque ya no quedaba nada más. Había perdido todo, solo me quedaba creerle y actuar como si nunca me hubiese golpeado o gritado. Porque mi corazón estaba tan aferrado a él, que podría continuar a su lado así fuese infeliz para siempre.

O al menos eso es lo que pensaba en aquel momento.

—Solo llévame a casa. —le pedí.

No preguntó absolutamente nada, solo subió mis maletas al auto y nos fuimos de allí. Ambos sabíamos que algo había ocurrido, había cambiado y hasta florecido, pero no dijimos ni una palabra al respecto.

Simplemente nos quedamos con la idea de que dentro de dos semanas, nos casaríamos.

Ni siquiera lo pensé con claridad. Solo me aterró el hecho de cambiar todo tan repentinamente, de dejarlo y hasta empezar algo nuevo con Arizona, que realmente no era tan nuevo.
Era como si el miedo me pisase los talones, y de alguna u otra manera, tuve que salirme del camino.

Mis pies llegaron hasta los de George y caí de rodillas, suplicando que nada cambiara. El terror neutralizó mis sentimientos y me dejó como al principio, rota.

Por un momento, estando al lado de Arizona, me sentí como una nueva Calliope. Aquella que ya no tendría miedo de hablar con otra personas, porque luego sería golpeada.

Pero también despertó a la vieja Calliope, la sumisa, golpeada y abandonada. Esa que no tenía otro propósito que no fuera hacer feliz a George.

Porque después de elegirlo sobre Arizona la primera vez, cambié. Me dejé domar como un puto caballo, dejé que me encerraran, a pesar de que sabía que no me lo merecía, dejé que me golpearan, porque estaba lo suficientemente asustada como para gritar por ayuda.

No pedí que se disculpara conmigo, porque sabía que era imposible que lo lamentara, tampoco quería escuchar palabras falsas salir de su boca.

Porque un hombre que golpea a una mujer jamás lo lamenta, jamás es consciente de que es un acto de salvajismo, que la sociedad tiene aceptado, a pesar de que nadie lo ve y nadie lo dice.

Sé que George jamás lamentará lo que me hizo, como yo tampoco me lamentaré haber dejado a Arizona ese día. Lo mejor para ella fue perderse un problema más, nadie podría arrancarme lo sumisa, nadie que no fuera yo.

Ella estaba intentando con todas sus fuerzas recuperar a la Callie adolescente, que no le temía a un hombre, sin contar que había desaparecido desde el día en que dejé que George me abofeteara por primera vez.

Same Old LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora