Capítulo 27: "Empezar de nuevo"

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Calliope
Debo admitir que los días posteriores a eso, fueron duros. No solo por el hecho de que tuve que echar a George del departamento, sino que estaba deprimida.

Dolía despegarme de esa parte de mí, aquella que ya no era yo. Era como tener que desmantelar un rompecabezas que había llevado meses hacer.

Sentía la misma frustración.

Estaba deprimida porque no sabía cómo seguir con mi vida, a pesar de que tuve ayuda de mis amigos, todo estaba revolucionado en mi vida.

Arizona le pidió a Jo que me ayudase a redactar el acuerdo para sacar a George de la empresa, desligarlo como socio. Claro que hizo un tremendo escándalo porque yo lo había dejado en el altar... Ni siquiera sé cómo es que al final aceptó renunciar sin llevarse ni un porcentaje.

Ya no es algo que me interese. Él simplemente vino un día, se llevó sus cosas, se disculpó y se fue... Cómo si nada.

Mi pecho se llenaba de un vacío cada que recordaba lo sola que me habían dejado mis decisiones del pasado. Prácticamente lo había perdido todo, el amor, un socio, mi esencia, mi valor como persona, se había esfumado.

Quería viajar por algunas semanas, pero estaba segura de que, si estaba más sola de lo que ya me encontraba, terminaría por tirarme del quinto piso del primer edificio que encuentre. Necesitaba decidir qué hacer, para donde dirigirme, cómo seguir.

Me recosté en mi cama, mirando al techo, esperando alguna señal del destino. De pronto mi móvil sonó.

¡Eso fue rápido!

Lo desbloqueé y me encontré con un mensaje de Arizona, esta me decía que su familia se estaba mudando nuevamente aquí, y que su madre quería verme. Obviamente me puse nerviosa, solo esperaba que la rubia hubiera omitido la parte en la que la dejé y casi me caso.

Le rogaba a Dios que Bárbara no me odiara por lo que había hecho.

Un nuevo mensaje me llegó.

[Az: Paso por ti en media hora. Bárbara está loca por verte.]

Creo que debería ir despidiéndome de la vida y de todo lo que amo. Si Arizona está bromeando, es porque claramente sus padres saben y me odian.

Respiré profundamente y me levanté para poder buscar qué rayos ponerme.

[...]

La rubia llegó exactamente a la hora que habíamos acordado, bajó de su coche y me esperó apoyada en él. Su cabello se despeinaba con el viento, pero seguía viéndose preciosa, como si un ángel la hubiese tallado a mano.

Jadee ante el pensamiento de que ella se observaba tan perfecta y yo me veía, pues... deprimida. Al verme, Arizona sonrió apenas, dejándome ver sus hoyuelos magníficos.

—Hola morena —se acercó a mi y me abrazó apenas. —¿Cómo has estado?

Apenas la observé, fruncí mis labios como una pequeña mueca, pero ella lo notó y acarició mi espalda.

—Tranquila, esto pasará, lo prometo. Sé que puedes sentir un vacío enorme por ahora, pero deja que los rayos de sol salgan por él.

—¿Te han dicho alguna vez que eres perfecta? —sonreí.

—Seguido —se burló y subió al coche.

—Egocéntrica —susurré en broma.

Arizona comenzó a conducir por las calles, la curiosidad de saber si sus padres sabían, me estaba comiendo viva. Quería escupir miles de preguntas, pero preferí quedarme en silencio. Sabía que, si recordábamos los hechos pasados, todo entre nosotras quedaría incómodo, otra vez.

—Llegamos —susurró y desabrochó su cinturón.

—Espera.

Tomé su mano en un arrebato, la rubia abrió sus ojos como dos platos, pero se quedó en silencio.

—Hoy te ves increíble —sonreí apenas, de lado.

Sus mejillas se tiñeron de un color rojizo, sus hoyuelos nuevamente aparecieron. Modulo un pequeño "Gracias" y salió casi volando del auto. Me gustaba verla nerviosa, era de mis pasatiempos favoritos, como cuando éramos niñas.

Vaya que me gustaba recordarnos, como las adolescentes fugaces que solíamos ser. Me encantaba guardarnos como eso, un amor que pasó y fue hermoso, a pesar de todo.

Esperamos algunos segundos hasta que Daniel abrió la puerta con una sonrisa, las cajas de detrás delataban la mudanza, lo que me hacía feliz. El Sr. Robbins se había jubilado luego de muchos años y quería estar cerca de su hija menor, y así lo hizo.

—¡Pequeñas! —sonrió enormemente y nos abrazó emocionado. —¡Cariño, han llegado!

Sentí los pasos de la Sra. Robbins, la cual nos saludó felizmente, nos abrazó también. Ahora que su quimioterapia había terminado y ya había sido sometida a una operación, se vía mejor. Su cabello creció y ya no estaba tan pálida como la última vez que la vi.

Finalmente, los cuatro nos reunimos en su mesa, tomando un café y comiendo algunas cosas dulces, parecido a los viejos tiempos. Lo único diferente era que su hija y yo no podíamos estar más lejos, emocionalmente hablando.

—Iré a lavar los trastes —Bárbara se puso de pie.

—Déjame ayudarte.

Ambas estuvimos en silencio por algunos minutos, hasta que como supuse, ella lo dijo.

—Supe lo que pasó Callie...—susurró.

—Yo- Lo siento- De verdad no quise... —tartamudeé.

—¿Por qué te culpas?

La mujer dejó los platos recientemente lavados en la mesada y se giró a verme por completo. Su ceño estaba fruncido, confundida por la situación.

—Yo... Lastimé a su hija, ¿No me odia por eso?

Bárbara suspiró.

—Odio lo que te hicieron pequeña, no puedo imaginarte siendo golpeada día a día por un hombre que no te quería. Lamento lo que tuviste que pasar... Claro que me molestaría que dañaran a mi hija, si la que lo hubiera hecho fuera libre de sus decisiones. Cuando estás bajo la manipulación de alguien a quien amas, no eres tú —me tomó las manos. —Sé que la has pasado mal. Te lo digo porque Arizona mucho tiempo estuvo bajo el maltrato de ese chico, te entiendo.

Mi labio inferior comenzó a temblar.

—Y te creo, sé que no fue fácil. Estoy orgullosa de lo que eres Calliope, de cada pequeña parte de tu partido corazón. Solo déjate ayudar, no escondas lo que sientes.

Prácticamente me dejé atrapar por el abrazo de Bárbara. Apenas mi rostro cayó encima de su hombro, todos esos sentimientos acumulados durante semanas, se dejaron drenar.

Lloré, lloré con fuerza, por todas esas veces que me había tenido que tragar lo que sentía. Lloré porque casi había acabado con mi vida, porque algo había cambiado. Lloré por el vacío que sentía en el pecho y no podía llenar.

Pero, sobre todo, lloré porque alguien me quería a pesar de todo, y me creía sin haber tenido que demostrarle nada.

Una mano se posó detrás de mi espalda, sabía quien era, pero no me atrevía a mirarla a los ojos. Asique Arizona simplemente tomó mi cuerpo con fuerza y me abrazó, exprimiéndome contra su pecho, susurrando que todo estaría bien mientras su madre nos dejaba a solas.

—Yo también te creo. Estoy aquí para ti.

"No estás solo, juntos nos mantenemos
You're not alone, together we stand
Estaré a tu lado, ya sabes, tomaré tu mano
I'll be by your side, you know, I'll take your hand
Cuando hace frío y se siente como el final
When it gets cold and it feels like the end
No hay lugar a donde ir, ya sabes, no me rendiré
There's no place to go, you know, I won't give in"

Same Old LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora