Capítulo 32: "Aléjate"

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Arizona
Era lunes, trabajaba en el bufete de abogados cuando la hora del almuerzo llegó. Recordé que Calliope tenía un día atareado y que seguramente, no habría de almorzar por ser cabezota.

Tomé algunos de mis cosas y salí hacía una tienda cercana. Recordé la comida favorita de la morena y la compré, quería sorprenderla.

Con una gran sonrisa me presenté en la empresa, me dejaron pasar sin problema. Mentalmente repasé lo que podría llegar a decir, aún no sabía muy bien qué éramos o cómo deberíamos sobrellevar nuestra "relación".

Los nervios estaban a flor de piel. Me sentía un poco confundida, perdida tal vez.

En cuanto quise notarlo, ya estaba en la puerta de su oficina, tocando la puerta. Una enorme sonrisa se escapó de los labios de la latina en cuanto sus ojos se encontraron con los míos.

—Supuse que no almorzarías —susurré.

—Pasa, estaba por llamarte para saber si querías comer conmigo... —sonrió y me dejó pasar.

Tomé asiento frente a ella.

—Sé que mientes, tienes un día ocupado, lo entiendo —saqué de la bolsa la comida y la acomodé. —Pero para eso estoy... Para alimentarte en días así —me burlé.

—¿Sabes para que más estás? —se puso de pie y caminó hasta mi lado, agachándose a mi lado, mientras su rostro se acercaba al mío.

—¿Para qué?

—Para besarme.

La morena finalmente selló nuestros labios, sus manos fueron a parar hasta mis caderas, tirando de ellas. Debo admitir que mi equilibrio es nulo, así que en cuanto quisimos darnos cuenta, ambas estábamos en el suelo besándonos. Estaba sobre Callie, mis manos navegaban por su cuerpo, había una pisca de pasión en cada toque. Tomé su labio inferior entre mis dientes con el objetivo de tirar de él.

—Ya no estoy tan segura de querer almorzar —susurró con una sucia sonrisa.

Reí apenas, intenté ponerme de pie, pero la latina me tenía atrapada entre sus brazos. Ambas sabíamos que podíamos quedarnos allí todo el día, tan solo besándonos y que, por eso mismo, era peligroso estar así.

Finalmente me senté a horcajadas de ella, mi falda se levantó apenas, la mirada de la morena se dirigió hasta mis piernas.

—Ni siquiera lo pienses —golpee su brazo.

—¿Y ahora qué hice? —chilló y se sentó, colocando sus manos en mis caderas.

—Tienes intenciones pervertidas conmigo, estamos en tu oficina.

—Y eso lo hace más entretenido —sonrió.

Sus besos se trasladaron a mi cuello, recorriendo hasta mi clavícula. Cada vez me acercaba más a ella y podía sentir mi entre pierna acalorarse.

—Podríamos ir a tu departamento si no quieres aquí —me observó directamente a los ojos. Pude ver el fuego y la pasión en ellos, esto me encendió aún más.

—Ponte de pie entonces —sonreí maliciosamente.

Calliope
¿Qué puedo decir? Son oportunidades únicas en la vida. Me puse de pie a la velocidad de la luz, prácticamente arrastré a la rubia fuera del edificio. Pospuse mis reuniones y salimos.

Mi coche estaba a poco más de una cuadra, relativamente cerca. Ni siquiera habíamos dejado la vereda del edificio cuando una voz petrificó a Arizona, ella tomó mi mano con fuerza.

—Que placer encontrarme con este par una vez más —sabíamos quien era, lo reconoceríamos a kilómetros.

—Christopher, ¿qué quieres? —pregunté molesta.

—Solo verlas —observó a Arizona detenidamente. —Hay cosas que nunca cambian. Como por ejemplo el miedo que sale hasta de tus poros rubia, ¿aún sigues siendo anoréxica? —se burló.

La ojiazul tragó duro, sus manos sudaban, y yo solo estaba conteniéndome en no darle una paliza a Christopher. Sabía que esto pondría más nerviosa a Arizona y no era mi idea.

—Contesta —el hombre se acercó a mi novia.

Iba a colocarme en medio de ambos, pero una mano me apartó, era la rubia. Su ceño estaba fruncido. Esta vez ella se acercó aún más a Christopher, en ningún momento temió, hasta se vio poderosa. Tomó ese rol.

—No, no sigo siendo anoréxica para tu mala suerte, tampoco sigo siendo la niña de la que te aprovechaste tantas veces, ahora soy una mujer, eso debe joderte mucho, ¿no? —sonrió apenas. —Que triste que tu vida siga basándose en competir conmigo, porque, por si no lo notaste, has perdido hace mucho tiempo.

—No puedo competir con una escoria como tú, ambos sabíamos que eras inferior a mí, solo que nunca quisiste verlo y por eso te dejé —dijo entre dientes.

—No, me dejaste porque sabías que jamás ibas a poder llegarme a los talones, porque ya no servía para alimentar tu ego, por eso quisiste hundirme. Hiciste de mi adolescencia un infierno, pero ya no más. Vete con tu mierda a otro lado, unos años de terapia no te harían mal, tal vez con eso soluciones los años de abuso por parte de tu padre —lo fulminó.

El hombre se quedó boquiabierto con esto. No sabía que más decir.

Debo admitir que estoy orgullosa de Arizona. Se supera a sí misma cada día, da lo mejor de sí, y hoy por fin puede despegarse de aquello que tanto daño le causó. Hoy se ha liberado de aquella niña rota, lo ha hecho realmente.

—¿Quién carajo te crees? —gritó.

—La mujer a la que, si no dejas de acosar, te pondrá una orden de alejamiento. Para que te enteres que soy la mejor abogada de este puto país —maldijo.

Arizona tomó mi mano y nos alejó del rubio. Prácticamente gruñía de lo enfadada que estaba, una sonrisa se escapó de entre mis labios.

—Cariño —susurré ya frente al coche.

—¿Sí? —me observó.

—Estoy orgullosa de ti.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, me abrazó con fuerza. Quizás, eso era todo lo que quería escuchar, tal vez mis palabras fueron acertadas, quería creer que por eso su llanto había salido a la luz.

—Te amo Calliope —susurró. —Lo que tu opines es todo lo que me importa, me hace feliz saber que estás orgullosa de mí, realmente lo hace.

Same Old LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora