Cómo algo que haces durante tanto tiempo de pronto se vuelve algo tan doloroso que te rompe en mil pedazos... Las lágrimas que durante siglos fueron para sus hijos ahora correspondían a la pequeña Jatzibe, cuya expresión solo podía mostrar un extremo dolor y agotamiento, las brujas chupaban la sangre de los niños, y por ende su fuerza vital, apenas tenía fuerzas para exhalar su débil aliento.
En cuanto las lágrimas tocaban el suelo, todo aquello que lo rodeaba se tornaba marchito y perecía contagiado del dolor y la pena impregnadas en ellas; el perrito apenas era capaz de mantenerse en pie en sus tres patas, la pata delantera izquierda sangraba lentamente sin hacerle justicia a lo que provocó dicha herida. Aunque la naturaleza de los xoloitzcuincles distaba mucho de la agresividad, por el instinto más arraigado en su sangre, huesos y carne podían hacer uso de sus garras y sus pocos aunque fuertes dientes para proteger a los vieran como de su manada; las dos mujeres lo habían recogido del viejo pórtico de la casona que antes fue su hogar cuando siendo un cachorro buscaba clemencia de la lluvia helada y los sonidos atronadores que torturaban sus delicados oídos a causa de las tormentas, desde el momento que tanto la niña como el mujer lo tocaron con tanta dulzura y compasión supo que nunca se apartaría de su lado y que haría todo para protegerlas, y enfrentarse a una bruja no sería la excepción.
Itzcuintli con sus pocas fuerzas se acostó en el regazo de la espectro mantenimientose tan cerca de Jatzibe como su cuerpo adolorido se lo permitía; la mujer alternaba caricias entre su hija y el animalito, no tenía más que agradecerle y disculparse por ignorar sus actos, el sabía la amenaza que representaban las bolas de fuego e hizo todo para proteger a su hija, a sus ojos la única responsable del estado de su hija era ella misma.
La luz del sol alejaba las penumbras de la Tierra, pero está acción no era relevante para los tres que reposaba en el pasto marchito; más no paso desapercibido al xoloitzcuincle aquella mirada curiosa y perspicaz del colibrí posado junto a una flor de blanca con suaves tonos rosados en su interior, el ave agito sus alas a a increíble velocidad que caracterizaba a su especie, se desplazó en pequeños y rápidos segmentos del cielo rodeando a la mujer, su hija y al perro sin que este último le quitará la mirada de encima; pero a diferencia de la bruja, no emitió gruñido o muestras de hostilidad, solo gimió suavemente para después volver a apoyar su cabeza junto a su familia.
Después de un par de vueltas más en torno al singular trio, descendió lentamente en patrones de zig zag hasta que se poso en el hombro de la niña; se acercó a su rostro dando pequeños saltos en su cuerpo hasta que quedó posado sobre una de sus mejillas ahora pálidas, señal de que peleaba contra la muerte.
Apoyo su alargado pico delicadamente sobre la mejilla en la que se había posado y de el dejó caer una peculiar gota de color dorado traslúcido semejante a una gota de miel o néctar, dando saltitos se posicionó en su frente, en la otra mejilla y en la barbilla; el líquido se diluyó en su piel haciendo que gradualmente recuperará su natural tono achocolatado, cogió fuertemente aire y abrió lentamente sus ojos acostumbrándose tanto al agotamiento tan repentino como los rayos de luz que sobresalían de entre los cerros que rodeaban el bosque.
La mujer quien solo contemplaba todo completamente desconsolada momentos atrás, detuvo su llanto melancólico mientras gotas de esperanza y felicidad tomaban su lugar, cosa que vino acompañada por un intenso abrazo hacia su hija; el perrito acompañó la renovada dicha agitando su cola acompañando el rostro de la niña con lengüetazos llenos de gozo y cariño. Por su parte el ave se movió a la rodilla de la morenita que usaba sus pocas fuerzas para transmitir su felicidad mediante caricias a sus dos familiares; en un momento después de un par de besos del animal de compañía a su dueña dirigió su mirada al colibrí, estos dos solo se perdieron en sus miradas por segundos que en sus expresiones habían sido largos minutos.
Agitó vigorosamente su cabeza y emprendió el vuelo hacia el este, perdiéndose entre los rayos anaranjados del suave amanecer hasta convertirse solo en un tenue destello azul verdoso.
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Dos diferentes humos llenaban el aire matutino impregnándolo simultáneamente con dos diferentes aromas: un espeso vapor que salía de una bebida color marrón oscuro que caía delicadamente en una taza de barro cocido.
El otro aroma que se mezclaba con el café provenía de dos piezas de pan colocadas en sus respectivos platos, mientras una mujer que parecía adquirir sus primeras canas arreglaba la mesa para iniciar el día cuando un débil sonido de golpeteo llegaba a sus oídos —ya te había dicho que no salieras sin desayunar primero Emiliano— decía con una sonrisa sin dejar de hacer lo que hacía, nuevamente se escucharon los golpeteos que claramente provenían de la ventana de la cocina —¿Qué paso ahora, te saliste sin ropa y no puedes abrir?— repuso burlona la mujer dirigiendo finalmente su vista a la ventana donde aguardaba una pequeña ave de plumaje que parecía imitar al de un quetzal —ta bueno, pasele que se le enfría el bolillo y después tendrás que sopearlo para siquiera morderlo— dijo moviendo los ojos divertida al momento que abría la ventana y el pajarillo volaba a toda prisa al cuarto abierto dentro de la vivienda, para momentos después salir un hombre de alrededor de 40 años abotonándose una camisa color hueso con evidente vergüenza —buenos días a ti también flor de garambullo— saludo el adulto dándole un tierno así como juguetón beso en la mejilla a la mujer —tengo toda una historia que contarte, pero primero a desayunar, tendremos visitas muy pronto—
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La hija de la Llorona, su Paz
SpiritualHitler, Cortés, Atila el Huno, Gengis Kan, Alejandro Magno, Daria Saltykova, Irma Grese, Belle Sorenson Gunness, Erzsébet Báthory, etc. Son de las personas más crueles, viles y despiadadas de la historia, que a diferencia de la llorona no sintieron...