La niña...

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¡¡¡La llorona se fue!!! gritaban en todos los pueblos de México, desde hacia semanas que nadie escuchaba los gritos a mitad de la noche, nadie sabe a dónde fue a parar el espectro de la llorona, pero a la mayoría sino es que a nadie le daba importancia.

Más el lo profundo de los bosques, una bebé era criada por una mujer que hacia muchos años estaba muerta, al no ser enteramente humana, no era capaz de alimentarla como debería, pero dada su naturaleza incorporea se las arreglaba para conseguir leche para alimentar a la que era ahora en cierto modo, su hija.

Velar por la vida de una niña siendo una mujer fantasmal en pena por la muerte de sus hijos de sangre, pero ya no había vuelta atrás, había perdido a dos hijos antes (tres en algunas versiones de la leyenda) y no estaba dispuesta a perder una que acogió por cuenta propia.

Pero una parte de su pena aún no estaba dispuesta a abandonarla, sentía que estaba traicionando a sus verdaderos hijos por estar cuidando a esta huérfana, pudo abandonarla y continuar preservando la memoria de sus hijos en su pena; pero no pudo, ese instinto materno, que creía ya hacia tiempo muerto junto consigo, reapareció esa noche, y le indicaba que no podía abandonarla.

Continuó cuidándola tanto como le era posible, para cubrir su cuerpito, confeccionó un modesto pañal con la manta con la que le recogió y con el pasto y las flores que la rodeaban, fabricó una cuna y mantas con las que la arropaba todas las noches, en las cuales no se alejaba de su lado, solo se mantenía a su lado, velando por su sueño y el suyo de poder llamarla su hija.

La hija de la Llorona, su PazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora