Un sendero de flores (parte II)

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La visión de las flores de cempasúchil por más hipnotizante que fuese, no pudo alejar las penas de la madre que aún tenía a Jatzibe en sus brazos; dejo que los recuerdos que llegaron, se los llevará el aire, su hija era la primero. Miro a Itzcuintli y acarició su cabeza pidiéndole guía, el perro chillo y continuo su camino entre la maleza.

Varios metros alejado de la familia, en una pequeña casa a las laderas de un pequeño cerro, aunque su fachada aún conservaba parte de su pintura blanca original, el tiempo empezaba a dejar al asomo parte de los bloques de adobe donde florecían pequeñas plantas; en una de las ventanas de la casa, la mujer miraba desde la cocina a su esposo volviendo desde la base del cerrito con la canasta vacía recorriendo el sendero de pétalos dorados que colocó en el camino. Cuando su Emiliano le dijo que un espíritu muy especial los visitaría, apenas terminaron su desayuno puso manos a la obra para recibir a su invitado.

Convenientemente era la época en la que los muertos iban a visitar a sus seres amados, así que habría más espíritus pronto -!Camila, ¿Recuerdas dónde guarde el copal?!- dijo su esposo entrando en la casa mientras guardaba la cresta donde había guardado los pétalos de cempazuchitl -en el mismo lugar que cada año Emiliano, en la bolsa donde guardamos las decoraciones del altar en el cuarto de atrás- respondió la mujer recordando que cada año desde hacía tres años, en la misma época, su esposo olvidaba donde guardaba el copal y ella siempre tenía que recordárselo -aaahhh, gracias mi vida- respondió el hombre ligeramente avergonzado mientras trataba de disimular su vergüenza quitándose el sombrero mientras bajaba exageradamente la cabeza -y está invitado espiritual tuyo, ¿Quién es?- preguntó la mujer al mismo tiempo que daba forma a las tortillas en su mano para justo después colocarla en el comal junto a otros cinco círculos de masa de maíz -pues... alguien famoso... una mujer ehhhh... ¿Única?- respondió diciendo lo último más como una pregunta para sí, que para su esposa -con que una mujer famosa ¿La conozco?- reiteró la mujer prestando más atención a las palabras que usaba su esposo, más de 20 años de casados le habían enseñado a reconocer cuando su Emiliano ocultaba algo -ammm, si la conoces, aunque no en... persona - respondió nuevamente Emiliano a modo de evasiva, pero sabía que estaba tentando demasiado a la paciencia de Camila, y ella odiaba por sobre todo que le ocultaran algo -Emiliano ¿A quien invitaste a nuestra casa?- dijo con severidad sin dar la cara pero inundando el hogar con una aura sombría, el hombre tragó frío y finalmente dijo -a la llorona, su hija y su perro- confesó sintiendo una ligereza por no tener que guardarle el secreto a su esposa, pero sintiendo un peso aún mayor sobre sí -invitaste a una espectro temida en todo México, su hija y... un perro a nuestra casa- reiteró la mujer sin despegar su mirada ahora fría, del caliente comal mientras volteaba las tortillas -¡¡¡UN PERRO Emiliano!!! sabes bien que soy alérgica a los perros y se te ocurre traer uno a la casa con toda la comida que estoy haciendo- exclamó la mujer dejando de lado su labor con la comida haciendo que su esposo la viera a la cara, pero ella fue quien se llevó la sorpresa al ver el rostro de desconcierto de su esposo -invite a la llorona a nuestra casa, ¿y solo te alteras por un perro, flor de garambullo?- la mujer ligeramente menos molesta solo atinó a responder -me enamoré y case con un nahual que casualmente es el mensajero de los difuntos, que invitáras a una fantasma sería lo menos extraño que me haya pasado desde que te conocí- mencionó más risueña recordando todas las experiencias con espíritus que habían pasado desde hace casi 30 años -pero no creas que me olvide del asunto del perro Emiliano- prosiguió clavando la mirada en el nahual -tranquila amor eso es lo mejor, es un xoloitzcuintle, así que no tiene pelo que afecte tus alergias- ese pequeño pero importante detalle calmo muchas de la inquietudes de Camila, esos animalitos eras seres espirituales muy nobles que guiaban y resguardaban las almas, además que explicaría porque un perro seguiría a un fantasma.

Las cavilaciones de Camila fueron interrumpidas por un distintivo aroma a quemado, que inmediatamente robo toda su atención -¡Se queman las tortillas!- grito la pareja al unísono tratando desesperadamente de quitar las tortillas del comal.

No es que fuese el primer día de muertos que pasaba siendo una fantasma, pero es que era el primer día de muertos en más de 200 años que se permitía que los recuerdos y las esencias de las flores doradas llegarán a lo profundo de su ser. Recuerdos de sus hijos de sangre cuando la acompañaban a cosechar las flores de las chinampas, a su madre ayudándola durante el embarazo de su hija, mientras que ella limpiaba los tallos de las flores que vendían en el mercado de Xochimilco.

Se preguntó por un instante ¿Qué pensaría su madre de ella, si viera en lo que ha caído? Ni siquiera pudo reunirse con ella o sus pequeños cuando... Murió. De pronto algo la llamó, apresuró su paso dejando atrás incluso al perrito que cambiaba la velocidad de su paso para no quedarse atrás, apretó a su pequeña hija junto a su cuerpo etéreo y dejandose llevar por una esencia liberadora que la hacía sentir ligera, y de algún modo, viva.

El Copal, proveniente de la corteza del árbol de copalquáhuitl, los ancestros creían que con el humo producido al quemarlo podían conectarse con los dioses, así como guiar a las almas; en este caso en particular, en efecto guiaban al espíritu de la llorona al hogar del nahual del colibrí, para ayudarla a encontrar paz, no solo al salvar la vida de su hija; sino también con la esperanza de empezar a sanar viejas heridas que nunca han dejado de sangrar.

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⏰ Última actualización: Jul 18 ⏰

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La hija de la Llorona, su PazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora