Los jóvenes se quedaron paralizados, la mujer frente de ellos era de una visión blanca cuyo rostro se ocultaba tras unos largos cabellos negros, la sangre se congeló en sus venas y por un momento sus corazones dejaron de latir, entonces un viento separó los cabellos rebelando una mueca de rabia.
Tan rápido como la luz de la que estaba hecha, se abalanzó contra de los intrusos de su hogar, no permitiría que amenazaran a su hija, inclusive si eso implicaba chuparles el alma para que no dijeran nada, lo haría, si con eso protegía a Jatzibe.
Como decimos aquí en México, patitas pa'que las quiero, los niños corrieron como pollos sin cabeza tratando de escapar del espectro; pero poco a poco la mujer los alcanzaba generando un grito estridente y furioso, logrando que la sangre dejara completamente el rostro de los intrusos de su hogar.
Estaba a punto de robarle el alma a una joven castaña cuando una visión la detuvo, en lugar de ver a la joven intrusa, su rostro cambio a la de su joven hija. Entonces comprendió que al adoptarla no solo había dejado de lamentarse por perder a sus hijos, volvió a comprender el significado de valorar la vida, ya no tenía la determinación y menos la voluntad para arrancar una vida inocente.
Soltó a los niños y los miro con tristeza, no podía volver a ser aquel ser vengativo y cruel que una vez fue. Un sonido de metal oxidado y el crujir de una puerta desviaron la atención de todos; una niña y un xoloitzcuincle aparecieron tras de ella, la Llorona no perdió el tiempo, se dirigió a ella y al pequeño cachorro, ambos parte de lo que podía llamar familia y los envolvió con sus brazos.
La mezcla de ideas y pensamientos diversos paralizaron a los niños a tal grado que ninguno era capaz de conciliar el más mínimo movimiento; la pequeña en brazos del espectro observó espectante a aquellos que se habían adentrando en su hogar, jamás había visto otras personas en su vida.
Entre la familia, dirigieron distintas miradas a los espectadores: Jatzibe miro una mirada de extrañeza y temor, Itzcuintli adoptó una postura de defensa y emitió bajos pero audibles gruñidos y finalmente la Llorona los miraba con suplica y miedo.
Los jóvenes se alejaron casi sin parpadear y con mucha lentitud, sin pronunciar palabra o una mueca distinta al asombró, ninguno hablo de lo que vio por los siguientes días pero cada uno de ellos podría jurar que de no ser por lo disparatada que sonaba siquiera la idea, creerían que ese espectro estaba cuidando a esa niña como suya.
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La hija de la Llorona, su Paz
EspiritualHitler, Cortés, Atila el Huno, Gengis Kan, Alejandro Magno, Daria Saltykova, Irma Grese, Belle Sorenson Gunness, Erzsébet Báthory, etc. Son de las personas más crueles, viles y despiadadas de la historia, que a diferencia de la llorona no sintieron...