The Wedding Date (Harco)

Herencias culturales

En mi casa me enseñaron que
"Los trapos sucios se lavan en casa"
pero un día me di cuenta
que no todos los trapos
caben en el lavadero.

Desesperado, buscando limpiar
el trapo sucio que era mi alma
corrí a las laderas de un río solitario.

Empecé a lavar, a tallar en su orilla y
sumergí en sus aguas
la inmensa tela de mi alma.

Lloré, como si el agua no bastara.
Dejé correr mis lágrimas saladas,
para que fueran guiadas
por el dulce río hacia el mar.

Desde entonces desaprendí la lección,
y ahora "Donde me agarre el río, lavo"

Poema de: Alvis Longoria y
Lázaro Cárdenas, Michoacán

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La lluvia parecía no querer detenerse, era como si alguien en el cielo quisiera lavar la tristeza de la humanidad. Draco aún permanecía dentro de la hermosa pérgola en Stratford Parks. Lugar,
dónde en el mismo día vivió la fantasía de volver a creer en el destino y al mismo tiempo la penuria de saber que la causalidad ajena le termina salpicando a él, afectando su autoestima y a la frágil capacidad que tenía de volver a creer. Parecía difícil no creer que el universo estaba en pleno complot hacia Draco.

El ruido de la lluvia le trajo recuerdos. Imágenes del día exacto que Theodore rompió con él, y lo que pasó días posteriores.
Cuando creía que todo era un mal sueño y que al otro día Theo volvería a buscarlo diciendo que estaba arrepentido y que era el amor de su vida, obvio que eso no sucedió.
Draco lo encontró una tarde y al mirarlo de lejos notó el aspecto que Theo llevaba: la mirada pérdida, el semblante caído y una barba desalineada. Entonces en ese instante creyó que su ex novio estaba atravesando un momento duro igual que él. Draco se preguntó ¿por qué no dejar aquellas diferencias de lado e intentarlo otra vez? Diferencias mustias que solo Theodore parecía encontrar en su relación y que Draco jamás las notó.
Estaba seguro que Theo seguía enamorado, después de tantos años era imposible dejar de amar al otro porque sí.
Y mientras lo miraba desde el otro lado de la calle, se dió cuenta que él nunca le dio un motivo claro para romper la relación.
Le había dicho, "lo siento Draco, pero creo que ya no funcionamos más juntos" y así se acabó.

Claro que ahora todas las piezas encajaban. Ellos no funcionaban juntos, según Theodore. Y la razón es porque ya se encontraba atraído por su hermana y creyó ser correspondido, aunque todo le salió mal y Draco se alegró por eso, era como la maldita ley moral que te enseñan de niño, "no hagas lo que no te gustarían que te hicieran, porque si lo haces una vez, lo pagarás por el doble"

Perdido en esos amargos recuerdos no se percató de que la lluvia había parado. El teléfono vibrando lo trajo al presente, no se molestó en mirar la pantalla, podría estar llamando el dalai lama y no atendería. Sin embargo tenía que volver, estaba oscureciendo y hacía un poco de frío.

Estaba dispuesto a volver, pero con la mente en blanco, sin recrear escenarios o hacerse expectativas respecto a la situación de Luna y Theodore. Pase lo que pase ya no era su problema. Solo esperaba que su madre no intentara alguna locura.

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Adentro la casa estaba en un silencio demasiado sospechoso. No se oía nada y tampoco se veía a nadie andar cerca. Draco aprovechó ese solipsismo y el vacío del espacio para subir a la habitación sin ser notado.
Necesitaba darse un baño caliente, por dos razones, aliviar el frío de su cuerpo y lavar su alma bajo la tibieza del agua.