The Wedding Date (Harco)

Vendaval

Tu amor abrió una herida
porque todo lo que te hace bien
siempre te hace mal. Fito Paez.

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No había sido una declaración, tampoco una respuesta negativa. A Harry ese beso le daba más información que cualquier palabra que pudiera decir Draco. Lo tomaría como un "quiero intentarlo, pero con cautela" y a él eso le bastaba. Ya tendría tiempo de asegurarle a Draco que iba en serio, que no tenía de qué preocuparse. Después de mirarse un buen rato con adoración, como quién mira lo que representa la felicidad plena, no pudo más, su boca buscó a Draco para poner fin a la conversación de miradas, sus labios se volvieron a tocar y fue como mil fuegos encendiéndose dentro de él, un júbilo incontenible que parecía capaz de arrasar todo. Cómo un vendaval que arrolla con todo a su paso.

Por Dios que creía que nunca iba a ser suficiente. Harry se quitó las gafas como pudo, sin
dejar de besarlo y gimió cuando Draco pasó la lengua por sus labios abriendo la boca mientras profundizaba el beso, anhelando más contacto, más calor.
Era perfecto, sencillamente perfecto. Habría podido llorar de alegría, pero prefería ir despacio, porque aún no tenía el sí definitivo y por Draco, por su lastimado corazón. Necesitaba demostrarle a besos que le gustaba, que lo deseaba, que valía la pena arriesgarse.
En ese remolino de pensamientos poco certeros, Harry se preguntó si algún día podría parar de tocar y besar a Draco. Rezaba para que nunca tuviera que dejar de hacerlo.

Ruborizado por el tiempo que llevaban besándose, Draco se separó apenas para respirar y decirle a Harry que era momento de volver. Su familia estaría en ascuas por no saber qué había pasado entre ellos y además quería que ante todo, Harry se disculpara sinceramente con Theodore.

Y ahora que tenía razones de sobra para no dudar de que a Draco no le interesaba Nott, pediría la remisión de su actitud esperando que todo salga bien. Y que Theodore se vaya a la misma mierda si pretendía volver con Draco. Está vez, Harry no iba a quedarse con las palabras en la boca. 

Pero como todo lo bueno, nunca es fácil y tampoco para siempre.

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—¡Ahí llegan! —dijo Sirius sonriendo.

Al parecer todos estaban esperando su llegada en el jardín delantero, charlaban y su madre… Draco la veía gesticular y mover las manos mientras hablaba –seguramente de él – con la señora Longbottom que traía la misma expresión de siempre, la de "oliendo mierda"

Narcisa volteó y su cara pasó de "madre consternada" a "constipación en la mañana". Los labios fruncidos y los ojos azules que miraban a Draco con reproche por haberse ausentado tres horas, le daban ese aspecto de «hablaremos seriamente de esto» a lo que Draco prefería rehuir lo más que pueda, no estaba en sus planes tener una conversación de decoro y recato con su madre cuando su cabeza y todo su cuerpo estaban revoloteando en las nubes de la serotonina. No señor.

—¡Al fin! —el señor Lovegood suspiró y enseguida le apretó el hombro en señal de apoyo por lo del codazo, Harry le sonrió amablemente entendiendo la indirecta.

—Señor Potter, espero que esté un poco más calmado. Aunque deduzco que luego de estar tres horas desaparecido con mi ahijado le han bastado. —expresó Severus poniendo incómodo a más de uno.

—Oh, ya, ya cariño. ¡Son jóvenes! —objetó Sirius y agregó— Aún recuerdo cómo nos escondíamos nosotros y pasábamos más de tres horas en la ca….

—Black. —la voz sepulcral de Severus interrumpió lo que sería una historia interesante de conocer. Pero el alegre tío se compuso enseguida.

—Me alegra ver qué no te has perdido Harry. —le guiño un ojo a su esposo—. Nos vemos en la casa.