Tres

483 79 7
                                    

  Con el paso de los años las sospechas de Alec se hicieron realidad. Dejaron de ser evidentes solo los dibujos del niño también se sumaban las preguntas que comenzaba a formular.

  Una vez Jacob, que acababa de cumplir cinco años, le preguntó si las personas eran capaces de traspasar las ventanas de cualquier habitación, Alec respondió que era imposible y que de dónde había sacado aquella idea. El niño le contó que una mujer había hecho aquello desde la ventana que conectaba su cuarto con el jardín pero que cuando abrió los ojos la mujer no estaba por ninguna parte. Alec le convenció a duras penas de que se trataba de un sueño, pero desde entonces no le dejaba dormir solo ni una sola noche, salvo que Jacob no era consciente de ello pues no quería incrementar su miedo.

  Una noche a finales de noviembre Jacob se quedó dormido en el salón, Alec lo llevó hasta su cama y regresó a la cocina para limpiar los platos y volver de inmediato a la habitación del pequeño. Al hacerlo encontró al niño con la frente apoyada contra el cristal observando hacia el jardín, su vaho se adhería a la fría superficie. Los hombros de Jacob se movían con rapidez.

  —¿Jacob? —preguntó el vampiro examinando a través del cristal.

 —No es un sueño —dijo sin apartar la vista. Alec posó una mano en su hombro al tiempo que se agachaba a su lado—. La he visto.

 —¿A quién?

 —A ella —Se giró hacia el vampiro que al estar agachado quedaba a la casi a la misma altura que la del niño—, a la mujer de las sombras.

 —Jacob, no hay nadie ahí fuera —contestó echando un vistazo al exterior.

 —Claro que no. Se ha ido en cuanto me he asomado. No quiere que sepa que está ahí.

 —Hagamos una cosa, tú vuelves a la cama y yo echo una ojeada alrededor de la casa.

 —No, ella no es humana —replicó, preocupado. Alec frunció los labios enternecido por la prevención del niño pero no podía decirle que esa mujer provenía del mismo mundo de sombras que lo hacía él. Ella era una especie de guardián de las criaturas de la noche, pero no entendía por qué estaba interesada en Jacob.

 —No te preocupes, sé cómo protegerme. —Intentó esbozar una amplia sonrisa para el niño que le contemplaba con inquietud, pero en sus labios solo se quedó un espejismo de sonrisa—. A la cama.

  —¿Puedo mirar por la ventana? —Alec asintió con un gesto tierno. Si veía a la mujer le indicaría que se vieran más allá del jardín.

  Caminó alrededor de la casa buscando el olor de aquella mujer, pero como Jacob había dicho se había ido. Al volver al cuarto tomó al pequeño en brazos y se sentó junto a él en la cama.

  —¿Has visto que no hay nadie? Está todo controlado.

  —¿Puedes dormir conmigo? —preguntó Jacob mientras se removía entre sus brazos para quedar abrigado por ellos. Todavía desconocía el hecho de que Alec no dormía.

  —Claro.

  Colocó al pequeño en la cama entre su cuerpo y la pared pero Jacob se giró hasta subirse en Alec y reposar la cabeza en su pecho. El vampiro le rodeó con un brazo al tiempo que le acariciaba el pelo con la otra mano. Por primera vez en cinco años Alec sintió miedo de que esa mujer hubiera vuelto para arrebatarle al niño de su lado.

 — —

  Jacob se levantó lleno de energía y entusiasmo debido a su cumpleaños. Le había prometido regalarle lo que más deseaba, y lo que más deseaba era una bicicleta. Entró en la cocina, que Alec empezó a equipar como una verdadera cocina para el pequeño a lo largo de los años, dando saltos.

  —Ya estoy despierto, Pa, ya estoy despierto —dijo casi gritando detrás de Alec, este se volvió con una sonrisa.

  —Sería difícil no verlo. Felicidades, Jacob.

  —Gracias, Pa. ¿Y mi regalo?

  —Primero el desayuno. —Puso sobre la mesa una bandeja de galletas recién sacadas del horno y un enorme vaso de leche. Luego le dio al niño un beso en la cabeza—. Estás tan mayor ya.

  —Porque ya tengo nueve años.

  —Sí. ¿Qué quieres hacer hoy? —Jacob saltó en una de las sillas y miró a Alec.

  —¿Vas a contarme la historia de mamá? —Alec tomó asiento frente a él. Cuando comenzaron esas preguntas él se limitó a explicarle que no era su verdadero padre, por alguna razón no quería engañarle. Cogió una galleta y se la tendió al niño que la aceptó sin apartar la vista de él.

  —Yo... no conocí a tus padres. Vivía solo en esta casa cuando alguien te dejó a mi cuidado.

  —¿Por qué tú?

  —No lo sé. Pienso que vieron que estaba tan solo como tú.

  El niño guardó silencio un instante. Alec se preguntó si se había cansado de esa vida de soledad, sin salir para nada de esa vieja casa y estar siempre en compañía de Alec. Él le enseñó a leer, a escribir, a comer solo, a dormir solo, a todo. Pero ahora Jacob empezaba a hacerse mayor.

  —No pasa nada, me gusta estar contigo, Pa.

  —Alec —pidió por enésima vez—. Llámame Alec.

  —Oye, Pa —Alec puso los ojos en blanco con una sonrisa—, ¿verdad que me has comprado lo que quería?

  —Ve al jardín trasero.

  —¡Sí! —Gritó antes de levantarse de la silla y abrazar apresuradamente a Alec de camino al jardín.

  El vampiro le siguió siendo testigo de la felicidad del niño, el cual gritó como un loco al ver la bicicleta apoyada en el árbol más cercano. A pesar de que no tenía ni idea de cómo montar se aupó sobre ella y trató de mantener el equilibrio. Al darle al pedal perdió la estabilidad y Alec se aproximó en su dirección para sostenerlo, pero antes de llegar a él Jacob recuperó el manejo de la bicicleta sin ningún esfuerzo. Alec le contempló inmóvil. Alrededor del niño se solidificó una bruma grisácea que desapareció cuando este volvió a intentarlo. Jacob permanecía ajeno a ese extraño suceso y a la mirada de Alec sobre él. 

  El vampiro empezó a entender variar cosas, como que esa bruma había impedido que Jacob tocara el suelo y se hiciera daño o por qué podía ver a la guardiana si era solo un humano. Comprendió por qué ella estaba interesada en el niño, trataba de llevar un control de su crecimiento. Pero lo que Alec no llegaba a entender era la razón de que la guardiana le hubiera dado el hijo de una criatura de la noche a un vampiro. ¿Por qué justo a él? Y sobre todo se preguntaba de cuál de las varias criaturas descendía Jacob.

El Juego De Las Sombras Jacob Black x AlecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora