Diecisiete

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Ese ambiente de felicidad junto a Alec se desvaneció a medida que avanzaba el día. Al despertar a su lado y recibir el abrazo del vampiro le supuso un golpe de energía que le ayudó a aguantar hasta el mediodía rodeado de los otros miembros de la manada. Cuando volvió a la hora de comer encontró una nota de Alec que le informaba de que había ido a cazar y regresaría en una hora. Justo cuando él ya estaría fuera de la cabaña. Jacob salió dando un portazo, cabreado por no poder verle hasta el atardecer. Pero cuando tuvo la oportunidad de entrar de nuevo en casa se topó con la visita tan poco esperada.

La mano derecha de las banshees yacía al lado de una figura de espaldas a Jacob y cubierta por una capucha. Parecía esbelta y recordó lo que Alec le dijo sobre ellas. Eran mensajeras de otro mundo, eran espíritus.

—Alfa Black, por fin ha llegado la princesa Úrsula.

Como si ese fuera el pie a su entrada estelar, la chica comenzó a girarse lentamente. Sus ojos se cruzaron con los gris pálido de la banshee mientras esta se quitaba la capucha dejando ver un pelo liso de un verde claro, de un color desgastado. Reconoció que era más guapa de lo esperado, sobre todo al tratarse de un espíritu. La chica extendió la mano hacia él. Jacob la tomó con delicadeza temeroso de dañar sus dedos.

—Bienvenida, princesa Úrsula, al poblado Quileute.

—Encantada, gran alfa Black, hijo de un metamorfo y la banshee Ulia Neresis. —Jacob cambió su expresión por completo.

—Háblame de ella. —La princesa Úrsula sonrió con calidez.

—Era hija de una de las banshees más antiguas y poderosas. Era preciosa. Tienes el mismo color de pelo. —Jacob sonrió—. Un día, yo acababa de cumplir quince años, ella se escapó y estuvo fuera varios meses. Al regresar llevaba un bebé en brazos. Yo no te vi, pero me hablaron de ti. Te puso en manos de la guardiana para protegerte.

—¿Qué le pasó? Si sois espíritus no podéis morir.

—La amenazaron. Ulia realmente quería a tu padre. Somos espíritus, pero poseemos nuestros cuerpos. Pueden matarnos, eliminar para siempre nuestras almas y cuerpos de este mundo.

—¿La eliminaron por querer a quién no debía? —murmuró abatido.

—A veces es necesario unirse a quien más te conviene no a quien se quiere —dijo la acompañante.

—¿Puedo conocer a ese vampiro? —pidió Úrsula con dulzura y educación.

—Por supuesto. Estará en la cabaña. Adelante.

Al entrar buscó con la mirada a Alec que yacía junto a uno de los asientos de cuero. Los dos compartieron una sonrisa de cómplice felicidad. La princesa Úrsula observó al vampiro con curiosidad y fue entonces cuando un brillo nació en los ojos de la banshee. Jacob cayó en la cuenta de lo que estaba ocurriendo. Ambos deberían unirse por obligación cuando en realidad estaban interesados en la misma persona.

La princesa Úrsula se aproximó a Alec con paso elegante con una mezcla de timidez. El vampiro la observó leyendo ciertas cosas que otras criaturas de la noche no podían captar. Como la bruma que ondeaba en su interior, la vida sobrenatural que la poseía y la fuerza de su espíritu. Aquella energía que la mantenía viva.

—Tiene una fuerza digna de una princesa —dijo Alec sonriendo mientras le tendía la mano que ella aceptó con una suave risa—. Un espíritu cautivador y con una experiencia en años que no se refleja en su apariencia.

Se llevó la mano de la chica a los labios al tiempo en que esta volvía a reír.

—No merezco sus halagos.

—Las verdades, princesa Úrsula, no son halagos, sino certezas de la realidad.

La banshee volvió a sonreír encantada con la actitud del vampiro. Jacob, unos pasos atrás al lado de la mano derecha de la chica, se acercó a ellos ligeramente molesto.

—¿A qué te refieres con eso de la experiencia, Alec?

—Las banshees dejamos de envejecer a la edad de veinte años, gran alfa Black. Somos como hadas, pero ciertamente más sombrías. Su amigo ha sabido leer la vida de mi espíritu.

—He captado la referencia de que tenías quince años cuando mi madre se fue. Han pasado al menos veintiocho desde ese momento. —Úrsula sonrió.

—Sí, y espero que mi edad no sea un impedimento.

—¿Me equivoco si calculo cuarenta y tres?

—Bien calculado, gran alfa Black.

—Perdón por mi ignorancia y mi atrevimiento, pero ¿qué pretendes sacar de esta unión? Simplemente un acercamiento entre clanes. —Ella apartó los ojos de Alec haciendo que su larga túnica se expandiera al girarse.

—Quizá algo más. Un heredero.

—¿Un qué?

—Un hijo tuyo y mío, gran alfa Black. Tienes sangre, si se puede decir que las banshees tengamos sangre, de nuestra especie. Eres el gran alfa de los hombres lobo y yo la princesa de las banshees. ¿Ves el poder de nuestro descendiente?

—No del todo.

—He oído hablar de tus aullidos de lamento. Busco que mi heredero tenga más de banshee y una cierta parte de lobo. —Sonrió de forma encantadora y muy a su pesar Jacob no pudo evitar que le cayera bien.

—Lo siento, pero es necesario que sepas que los lobos se impriman. Conectan con su alma gemela.

—Es precioso.

—Es más que eso. Quiero decir que yo estoy imprimado.

—La imprimación busca trasmitir los genes de los lobos y tu imprimación no puede hacerlo por lo que es defectuosa —comentó la otra banshee a sus espaldas. Jacob estuvo a punto de lanzarse contra ella.

—Eso no es del todo cierto. —Alec le lanzó una mirada que le pedía precaución.

—¿Tu imprimación puede tener hijos? —soltó la mano derecha con ironía.

—¿Quién es? ¿Una chica del poblado? Si nos unimos tenemos que sernos fieles —indicó la chica—. Tal vez podríamos llegar a un trato.

A Jacob no se le escapó la mirada de soslayo de la banshee hacia Alec. ¿Y si Alec se veía seducido por ella? Era imposible ya que había confirmado sentir y aceptar su parte en la imprimación. No obstante, seguía teniendo miedo de perderlo.

—¿Qué trato? —quiso saber Alec viendo que Jacob no cogía el anzuelo que Úrsula acababa de lanzar. Ella sonrió aún más.

—Todos sabemos que en la realeza se permite tener amantes siempre y cuando haya lealtad en el matrimonio. En la realeza de las bansheea no es así, pero se permite tener una relación sexual con otra persona dos veces al año. Una en el solsticio de verano y otro en el de otoño.

—¿Por qué? —Volvió a preguntar Alec.

—Son las dos únicas fechas donde una banshee y su compañero de matrimonio no pueden concebir. Así se evitan mayores riesgos y escándalos.

—¿No puede existir una alianza entre clanes sin un matrimonio de por medio? —cuestionó Jacob.

—¿Tener un heredero fuera del matrimonio? —replicó ella horrorizada—. Sería insultar a mi clan y a mi propia descendencia.

—Por supuesto que habrá boda. —Todos se giraron hacia la mujer—. La princesa Úrsula no ha venido de visita, alfa Black. Esta noche tendrá lugar la ceremonia de pre-unión de los clanes. Deberás reunir a tu gente, hacer público el compromiso y celebrar un banquete en su honor. La boda tendrá lugar en una semana.

—¿Qué? —Jacob intercambió una mirada con Alec. La boda sería antes del ritual de la luna llena y sin ese acto no podían impedir nada ni engendrar a su pequeño Moon.

El Juego De Las Sombras Jacob Black x AlecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora