DICIEMBRE 2020
—¡Abril! Estamos por aquí, reacciona mujer. —gritó Josep mientras sacaba las maletas. Había estado durmiendo por horas, hasta que llegamos al lugar indicado, bajé del bus y no encontré a nadie, hasta que mi 'ex' mejor amigo dio uno de esos gritos que se pueden escuchar a más de kilómetros.
—Ya te escuché—dije caminando hacia él y dándole un ligero golpe en la cabeza. Giro su rostro y pude ver que no era Josep, era Jeremías.
Mis mejillas se convirtieron en dos grandes tomates, y casi explotan al escuchar la risa de quien realmente tenía que recibir el golpe, mientras que el agraviado me miraba con una sonrisa de costado, la cual me encantaba.
—Lo siento—susurre.
OCTUBRE 2021
Desde que había tenido el accidente—que hasta ahora no sé cómo ocurrió—los doctores me dijeron que era normal que durmiera por horas o hasta días, siempre que no sean meses o años. Mi cuerpo había estado por casi un año inactivo, y estaba bien que hiciera algunas cosas, sin exigirme tanto.
Las comidas del hospital eran horribles, sopa sin sabor, agua sin azúcar y bueno, lo único realmente agradable era la gelatina, aunque no tenía la dureza que me encantaba, sabía bien, al fin y al cabo.
Las enfermeras entraban tres veces al día, 8am, 2pm y 10pm: salvo cuando necesitaba alguna que otra cosa, ellas venían en seguida, en especial Wen; quien cuidaba de mí como si se tratara de su vida. Desde que la escuche hablando con el 'muchacho' de la voz de mis sueños, Wen no se había despegado ni un segundo.
A diferencia de mis padres, quienes solo venían una vez por semana, mis hermanos ni se aparecían; y no tenía información acerca de Manuel ni de mis demás compañeros que viajaron conmigo.
Hace una semana estuvieron a punto de darme el alta, pero mis padres tuvieron que trabajar y no pudieron hacer los trámites; sin contar que la herida de mi frente aún no se curaba por completo, y cada vez que la limpiaban para colocar una nueva gasa, la herida se volvía a infectar. Los doctores se sorprendieron al ver que no cicatrizaba tan rápido, y decidieron hacerme una prueba de sangre. Me costaba entender la manera en que las heridas de mis brazos y piernas habían cicatrizado, y la aun persistente que llevaba en la cabeza, se rehusaba.
—Tenemos los resultados Abril—dijo un doctor, entrando con un sobre, el cual temblaba. Me miro un rato hasta que pude asentir para que el prosiguiera con su trabajo. —Uhm, veamos—observó la hoja de arriba abajo, analizando cada palabra y asintiendo en voz baja. —Tienes diabetes tipo 2.
¿Qué es eso? Sabía que era la diabetes, pero ¿tipo 2? Me recuerdo un día donde papá le decía a mamá acerca de la abuela, al parecer estaba mal; a muerte del abuelo no le había asentado tan bien y no tenía mejora alguna, a pesar de que mi hermano había viajado para brindarle apoyo.
—La abuela no respira pá—dijo mi hermano asustado a través de la línea telefónica.
—¡Mierda! Mi mamá no puede morir, no ahora, su nieta está a punto de nacer—exclamó mi padre haciendo asustar aún más a mi hermano, quien lloraba por no poder hacer nada para salvar a la abuela que había muerto en sus brazos. —Maldita sea.
—Podemos tratar esta enfermedad Abril, es una constante entre comida y ejercicio; te tienes que quedar aquí, hasta que esa herida cicatrice al menos en un 75%. —dijo con una sonrisa, transmitiendo la mayor seguridad posible. —Hablaré con las enfermeras para que puedan cambiar tu menú y te acompañen con algunos ejercicios—bromeó con lo último.
Bueno, la noticia era que ya no comería más esa comida sin sabor y si cicatrizaba está herida un poco más podría ir a casa y tener la vida de antes. ¡Lo que necesito!
—Hola Abril—saludó Wen, quien traía una bandeja de plata con la comida más apetitosa que había visto en años, décadas diría yo. De entrada, tenía una ensalada de verduras, claramente sin sal y todas al vapor, por otro lado, estaba un filete de pollo y pequeñas papas a su alrededor; y por último y no menos importante, el postre, que constaba de yogurt natural y frutos rojos, sin olvidar de la manzana y dos barras de granola que reposaban en la esquina de la bandeja. La otra enfermera, la cual no tengo idea de cómo se llama, dejo una jarra de agua en la pequeña mesita que tenía a mi costado.
—Puedo decir que estoy feliz de tener diabetes—dije con una sonrisa, contagiándole de mi alegría a mi 'enfermiga'.
—Diabetes tipo 2 Abril, y no tomes esto como una broma—manifestó, mientras servía un poco de agua en unos de los vasos que reposaba en la mesita. —Es algo de lo que no muchos logran aguantar, una dieta como esta es difícil de llevar por las personas.
¿Cómo era posible? Yo viviría comiendo yogurt y frutos rojos, ni que decir de las barras de granola. ¡Paraíso! Pero este no era el punto, necesitaba saber por qué las demás heridas habían cicatrizado tan rápidamente, mientras que la última no lograba sanarse del todo.
—¿Por qué esta se está demorando tanto? —pregunté casualmente mientras señalaba mi cabeza—¿Y por qué las otras lo hicieron rápido?
Wen tomo un suspiro para apoyarse en la parte baja de mi camilla, donde descansaban mis pies.
—Cuando llegaste a emergencia, las heridas que traías en todo el cuerpo eran difíciles de notar—me miro un rato y luego continuo—Pensábamos que eras menor de edad, y por eso estuviste en el quirófano por un momento hasta verificar que no lo eras. Muchas de las enfermeras empezaron a limpiar tu cuerpo con un paño húmedo, fue ahí donde encontramos un pedazo de fierro incrustado justamente ahí-dijo señalando mi frente. —Los doctores tuvieron que intervenir rápidamente para asegurarnos que no estuviera oxidado y no tuvieras complicaciones. Y felizmente este no fue el caso.
—¿Quieres decir que pude tener tétano, si ese fierro estaba oxidado?
—Así es. A pesar de todo el esfuerzo, permaneciste unas horas con eso en tu cabeza, hicieron miles de tomografías, salías y entrabas de la sala de rayos x innumerables veces, y no había manera de poder quitártelo y que no murieras al instante. —su voz empezaba a quebrarse, como si le doliera el solo recordar. —Entonces casi como un ángel, apareció Seba...
—¿Quién apareció? —pregunte rápidamente, al notar que había parado de repente. Sujeto una de mis manos con fuerza y prosiguió, no sin antes aclararse la garganta y tomar un poco de agua.
—Uno de los muchachos de medicina, que hacen sus prácticas, nos sorprendió el hecho que no era de aquí, había viajado por horas hasta llegar al hospital y apoyarnos con el caso. Al igual que tus padres, quienes lucían cansados por el viaje en bus que se dieron.
Definitivamente no entendí nada. ¿Mis padres? ¿Viaje en bus? ¿Y es que acaso se habían ido de viaje mientras yo no estaba? ¿Yo fui quien viajé? ¿El viaje con los de mi promoción? Las preguntas me producían hincones, como si lanzaran cuchillos que rozaban mi cabeza. Solo había una manera de responder mis preguntas y aclarar mis dudas. Salí de la habitación con pasos presurosos y me dirigí al área de recepción, días antes había estado allí pero no había encontrado nada extraño. Caminé un poco más hacia la salida, nadie podía detenerme cuando me encontraba siendo supervisada por la enfermera encargada, quien lucía confundida en su esplendor. Entré al área donde se encontraban la mayoría de los familiares de los internados, y alcancé a ver un monitor gigante. Publicidad, informes, y fue allí donde supe realmente donde me encontraba: Hospital Regional de Ica.
Abrí ligeramente los labios para decir alguna palabra, pero ni siquiera pude hablar, ya que los dolores aparecieron de nuevo, y mucho más fuertes que la última vez.
(...)
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☁️Laguna Mental☁️
RomantizmUn viaje de vacaciones que cambió por completo su vida. Desconoce de su pasado y lo que sucede en su presente, Abril Ortiz debe averiguar que pasó durante ese año. ¿Será posible?