Eres mi final feliz

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Se besaron un buen rato mientras se acariciaban, pero ninguno de los dos tuvo la iniciativa de llevar las cosas más allá. 

Paso como una media hora cuando ella dejó de besarlo, se giró y se subió encima de él. Itachi abrió las piernas y sintió el cuerpo de Izumi sobre el suyo, la cabeza de ella en su pecho y el resto de su cuerpo bajando hasta el espacio que había entre sus piernas. Izumi empezó a besarle el cuello, y él entre la atracción que le generaba tenerla en brazos y el placer de esos besos, habló:

- Eres mi final feliz -dijo Itachi-.

- ¿Qué? -contestó ella sorprendida-.

- Es algo que vengo pensando hace un tiempo -hizo una pausa-. Quizá son tonterías, prefiero tus besos en mi cuello.

- Yo quiero saber todo de ti -dijo ella y le dio un suave beso en la boca-.

- Uno piensa en su vida como una historia, que empieza cuando nace y termina cuando muere, pero creo que en realidad no es así. Hay miles de historias en cada vida, y incluso antes de nacer, está la historia de nuestros progenitores. Cada una de esas miles de historias tiene su propio principio y su propio final, y creo que nosotros decidimos donde poner cada cosa.

- Entiendo -dijo ella-. ¿Y de qué historia soy tú final feliz?

- De la historia de como llegué a ser quien soy, de como llegué a aceptarme y cómo llegué a ser feliz. 

Izumi se puso roja, a pesar de que estaba encima suyo y habían compartido besos y caricias toda la noche, aún no estaba acostumbrada a las palabras tiernas de Itachi.

- No se que decir -dijo ella aún extasiada por las palabras de su pareja-.

- No tienes que decir nada -sonrío él-.

- Diré que este también es el final feliz de una historia mía.

- ¿De cuál?

- La historia de mi noche perfecta.

Izumi cerró los ojos, le beso la boca a su pareja y luego volvió la cabeza al pecho de Itachi. En esa posición se quedo dormida rápidamente, estaba muy cansada.

Itachi se quedó despierto, en silencio, simplemente disfrutando del hecho de tenerla encima,  del roce de su cuerpo y de sentir su respiración. La miraba y le parecía hermosa. Con la mano derecha le acariciaba el pelo.

En el frío de esa noche, tapado en esa cama de mala calidad, sintiendo a la mujer que amaba encima de él, Itachi Uchiha conoció una calma que no había conocido. Experimento la perfección, algo sublime, algo que sólo unos pocos consiguen y que aún menos tienen tanta suerte de encontrarlo tan jóvenes, en esa cama sintió el amor. Ese concepto extraño y vago del que nos hablan desde que somos niños, esa noche él lo sintió, presente entre Izumi y él, en la respiración que compartían.

Deseo que también sus hermanos, Sasuke y Shisui, en su momento, tuvieran la oportunidad de vivir eso.

Se durmió en esa tranquilidad perfecta, que no duro demasiado, porque antes de que saliera el sol, Itachi e Izumi despertaron con los gritos de los huéspedes del hotel en que se quedaban. Estaban bajo ataque.

Obito regresa a casa / Los viajes de Itachi UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora