Baila, baila carmín.

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Bailan y bailan, las ganas de degollarte.
El vals del odiarte y el amarte.
Con la ira cosquilleando mis yemas y mis neuronas mostrándote en llamas.
En el medio de la noche, te imagino siendo secuestrada por un coche, llevándote a donde no se te escuche.
Por tus venas corre una sangre ansiosa esperando que la descorche, como a una sidra con unos aires de vino añejo, sería un desperdicio que se derroche, me acerco y me tomo todo sin quejos.

Mis deseos son tan oscuros que a quienes los lean, deja perplejos.
Ya no te sorprendas si me encuentras cuando te ves al espejo, porqué la única forma en la que lograras verme, es en tu reflejo.
Por tu espalda trazo un camino de guerra con mi espada, tiene forma de final y principios de muerte.
Me pongo ansioso ante la espera, hasta que recuerdo que, quien pierde es el que desespera.
Me paseo por tu mente en formas de un pequeño demente, que uno a uno va a sacarte los dientes.
No dejo de soñar con mi lengua aspera pasando por esos carmines que brotan hasta que de desangrarte termines.

Es una danza interminable, con la luna y la lluvia.
Diluvia la danza de la pasión y el arte del tango.
De un cuchillo, acaricio el mango, mientras me tomo el trago amargo de tus tragedias.
Hace días llevo el traje de la muerte y el cielo se asustó por miedo a que pueda al fin tenerte.
San pedro ruega por no tener que la puerta atenderte, porque le daría pena que en la tierra se encuentre tu cuerpo inerte, porqué eres la felicidad de muchos y sin ti los mataría la necesidad de verte.

Pensamientos perdidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora