Kilómetros de piel suave en llamas.
Una tierra nueva y desconocida que grita con fervor pidiendo que la lamas.
Crema, rosa y deseo son los sabores que adornan su silueta.
Mis ojos gritan por no ser capaces de verla completa, ya que metros y metros de tela la cubren entera.
Mientras mis dedos descubren el electrizante tacto que me brinda esa carne de seda, escucho sus jadeos incesantes.
Las pecaminosas ideas corren de un lado al otro por mi cabeza, mientras de la nuca la tomo con indecencia y sus labios vuelvo a probar.
Blandos y suaves pedacitos de carne, recubiertos por plumas cosquilleantes.
Nunca me di cuenta de la sed que tenía hasta que la lujuria se vertía de su boca a la mía, saciando la desesperante necesidad de un algo que no entendía.