Entrometida

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Rebekah.

Mierda, voy tarde, no puedo creer que se me olvidara colocar la alarma y justo hoy que me toca dar un examen importante, no puedo creer que esto me esté pasando y todo por desvelarme anoche viendo series hasta tarde.

Soy Rebekah, sí es un nombre extraño, mis padres me pusieron así porque en hebreo significa cautivadora, creo que está de más decir que mis padres tienen descendencia hebrea.

tengo 19 y soy de Puerto Rico, mis padres se mudaron aquí para que yo y mis hermanos tengamos mejores oportunidades, aunque actualmente me encuentro en Massachusetts porque estudio arquitectura en el MIT, es mi segundo año de carrera y extraño a mi familia como nunca, pero pronto los voy a ver, eso sí apruebo el semestre.

Me apresuro corriendo como alma que lleva el diablo por los pasillos de la universidad, necesito llegar al aula D-209 y apenas voy en la C-145, definitivamente voy a reprobar y perderé mi beca.

Estoy rezando porque al maestro se le hubiera reventado un neumático y llegara tarde o tuviera un choque, sin que algo malo le pasara obvio, me acerco al aula con el corazón en la mano, rezando cada vez más fuerte para que el profesor no estuviera en el aula.

Dios debe haber escuchado mis plegarias, porque cuando llego a la puerta del aula el maestro no estaba ahí, agradezco al cielo que escuchara mi plegaria, procedo a adentrarme en el aula, no sin antes notar que hay un chico que nunca había visto sentado en el fondo del salón.

¿Quién será? Quiero acercarme y presentarme, pero algo me dice que no lo haga, muevo mi mirada por todo el salón, mientras todas las sillas están ocupadas, las que rodean a ese chico están vacías, si es así por algo será ¿No?

-Valla, hasta que llegas- Atenea, mi mejor amiga se levanta de su silla caminando en mi dirección –pensé que te quedarías durmiendo, como vi que tu ultima conexión fue a las cuatro de la mañana.

Si, si, fue mi error dormirme a esa hora por estar perdiendo el tiempo sabiendo que tendría un examen importante hoy, pero en mi defensa no tenía sueño y no iba a quedarme en nada ahí en la cama.

Ella se dedicó unos minutos a reprenderme por mi irresponsabilidad, obviamente yo intentaba defenderme, pero fue imposible, ella seguía diciéndome que debía ser más responsable, en cierto modo tiene razón, estoy en mi segundo año de carrera, dos años más y ya estaré graduada y titulada de una de las mejores universidades del país, y tengo que comportarme a la altura.

El maestro llego diez minutos después con la excusa de que se le había reventado un neumático, será pura casualidad o alguien allá arriba si escucha mis plegarias.

Me pasé todo el rato, nerviosa, como si algo extraño estuviera a punto de pasar, me siento como si estuviera siendo juzgada por asesinato en primer grado.

Miro el reloj, el maestro se niega a dejarnos salir hasta que no tenga todos los exámenes en la mano, si no fuera así estuviera camino a la cafetería por un café mientras espero mi siguiente clase o en la biblioteca adelantando el proyecto de literatura que tengo que entregar a fin de mes.

La desesperación me está carcomiendo, juego con mi bolígrafo tratando de contener los nervios, el profesor tampoco nos permite usar los celulares, aunque eso no evita que hable con mi mejor amiga.

Estoy concentrada en la conversación con mi mejor amiga sobre cierto chico de la universidad que la vuelve loca, cuando de pronto un avioncito de papel de color rojo aterriza en mi escritorio.

Lo miro con curiosidad, parece que en su interior tiene algo escrito, parece unos garabatos, sé que no debería de estar revisando cosas que un extraño envió, pero la curiosidad logra ganarme la carrera y desdoble el papel para curiosear lo que tiene escrito.

RebekahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora