Traidor.
¿Qué tan difícil puede ser atrapar a una mocosa que apenas tiene diecinueve años? Al parecer para la maldita bola de energúmenos que están bajo mis ordenes si lo es.
Pero no los culpo, no los culpo, los culpables son ese trio que se entrometió en mis p8lanes hace dos años, estoy seguro de que nada de esto estuviera pasando si no hubieran llegado a hacerse los héroes ya todo estaría listo para que los planes de mi señor estuvieran completos.
-Señor, le perdimos el rastro a la chica ¿Está seguro de que esta en la ubicación que nos proporcionó?
No hay cosa que haga que me enoje más que el que mis subordinados piensen que soy un inepto y duden de todo lo que digo, eso hace que mi sangre arda maldita sea, pero estar en calma es lo mío, pensar con la cabeza fría es lo que tengo que hacer.
-Sí, estoy seguro de que la vi llegar ahí con Miguel y los demás, además, yo estaba ahí estúpido. – Dije lanzándole una daga que se clavó en la pared a milímetros de su cabeza, el terror de sus ojos es una cosa hermosa. – Así que ¡Busquen a esa maldita humana y maten a ese maldito entrometido de Miguel!
El gesto de confusión de mi subordinado es bastante claro, sé lo que pasa por su mente justo ahora.
-No tengo nada en contra de Miguel, pero él es el líder del trio y uno de los más fuertes de esos ingratos ¿Quién sigue luchando por alguien que los expulso de su lugar legitimo por cumplir con lo que él te ordeno? La sangre me hierve cada vez que veo el color rojo en mis plumas, recuerdo la sangre derramada de la gente que intenté proteger ¿Y qué gané a cambio? Exacto, nada, ¡no gané nada más que el maldito destierro del paraíso y que la sangre de aquellos que maté protegiendo su creación tiñera mis alas acompañado de ese maldito color negro que me va a recordar para siempre que ya no tengo derecho a volver a mi hogar!
Siento tanta frustración y enojo al pensar en aquel fatídico día, pero aún hay algo que me llena de expectativa y me hace que mi negro corazón empiece a latir como loco.
Completar el códice de Caín, por desgracia esos imbéciles no me han dicho donde guardan las piezas que recuperan, Mateo es el único que sabe dónde está.
Mi teléfono timbró en el escritorio, efectivamente era uno de ellos, hice un a mi subordinado para que no dijera ni una sola palabra mientras yo respondía.
-Mateo ¿Qué sucede?
-Disculpa que te molesta, pero Salomón encontró otra pieza del códice ¿Te nos unes a la expedición?
- ¿Expedición? Claro cuenta conmigo, pero ¿Quién cuidará de la chica?
- ¿Rebekah? Ella vendrá con nosotros, Joshua no quiere dejarla sola aquí con esas cosas rondando cada rincón de la ciudad, con nosotros estará segura.
-Está bien, a todo esto ¿A qué lugar iremos esta vez? ¿Colombia? ¿Senegal?
-No, iremos a Israel, según Salomón hay unas catacumbas en el Gólgota que nadie ha explorado antes y en todo caso, si no encontramos una pieza del códice encontraremos algo para donar al museo.
-Okey, eso suena interesante amigo, bueno ¿Partiremos de donde siempre?
-Sí, salimos mañana temprano ¿Contamos contigo?
-Claro, nos vemos mañana temprano amigo, tengo algunas cosas que hacer justo ahora.
-Está bien amigo.
Colgué el celular y miré a mi subordinado. – Prepárense, iremos a Israel mañana temprano, saben cómo hacerlo, yo iré con ellos y llevaré un rastreador y ustedes sabrán donde estamos todo el tiempo.
ESTÁS LEYENDO
Rebekah
General FictionLa vida de Rebekah da un giro inesperado cuando, tras un encuentro fortuito con un enigmático grupo de desconocidos en la biblioteca universitaria, su insaciable búsqueda de respuestas la arrastra hacia un viaje trepidante y repleto de riesgos. Este...