Capítulo 15

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Carlota llegó corriendo a la habitación donde tenían cautivo a su amigo, ni siquiera había permitido que el mayordomo terminara de darle órdenes. Cuando estaba a punto de entrar una persona bloqueo su camino.

—Quítate me estás estorbando y tengo algo de prisa.

—Lo siento tengo órdenes expresas de no dejar pasar a nadie.

—Será mejor que te quites antes que una mujer beta te humille y hiera el orgullo alfa del que te sientes tan suficiente.

—Señorita...

— ¡Carlota!

La conversación del guardaespaldas y la mucama fue interrumpida por el mayordomo que al parecer había seguido a la beta después de que se echó a correr.

—No deberías correr a tu edad, Javier.

—Tú nunca me harás perder mi condición física —después de recobrar su respiración el mayordomo volvió a pararse derecho y observó a Carlota— Ahora déjame terminar.

—Pero sé rápido que debo ver a mi amigo.

—Bien, como estaba diciendo podrás ser la única en entrar a esa habitación y lo podrás sacar solo si... —el mayordomo carraspeo su garganta y continuo— Le colocas esto al joven Damsel.

El mayordomo extendió algo que parecía ser un collar de cuero negro pero cuando Carlota lo vio con más detenimiento se percató del metal que colgaba de este.

— ¿El señor Knight tiene esos fetiches?

—Carlota no puedes hablar así de tus superiores —el mayordomo la reprendió.

—Tampoco puedo obedecer a un superior cuya cordura está en duda.

—Él solo quiere cuidar del joven Damsel.

Carlota solo soltó una ligera risa y tomó la correa.

—Yo no sacaré a pasear a una mascota y me niego a usar esto con Iri, pueden despedirme pero quién está ahí adentro es una persona y la trataré como tal, si alguien necesita una correa es el perro rabioso de allá abajo al que llamamos jefe.

—¡Carlota!

— Si ya terminaste de hablar, entraré —la mucama se giró y se quedó parada frente a la puerta— Bulldog ábreme la puerta, ya escuchaste.

El guardaespaldas introdujo la llave, dejo a Carlota introducirse hacia la habitación y volvió a cerrar la puerta, bloqueándola para que ningún no autorizado pudiera cruzarla.

Cuando Carlota entró vio a Iri acostado sobre la cama leyendo un libro. Iri al sentir la presencia de la mucama levantó su mirada, cerró el libro, lo puso sobre la mesita de noche que estaba a su lado y se puso de pie.

— ¿Tan poco me extrañaste? Vamos, apúrate y dame un abrazo que yo no puedo moverme con total libertad.

La castaña no dudo ni un segundo más y se abalanzó hacia su pequeño amigo dándole un cálido abrazo. El pelinegro se aferró a su amiga, le había hecho tanta falta en esos meses y ahora por fin estaban juntos.

—No quería que volvieras a esta casa pero me mantuve aquí porque sabía que él haría algo.

—Entonces los dos sabemos que Cirian es demasiado predecible.

—Y su estabilidad mental es muy cuestionable.

Carlota se separó del omega para poder observarlo, el embarazo resultaba muy favorecedor para él, lucía deslumbrante y el cambio que se había hecho resaltaba aún más el color de sus ojos.

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