Por culpa del estúpido Dr. Gray, Tsukiku, de apenas ocho años, había acabado con tres bebés bajo su cuidado: su hermana de casi siete meses, su madre y su padre.
Sobraba decir que Tsukiku estaba muy enfadada y no tenía ni idea de qué hacer.
¡¿Cómo iba a cuidar ella a tres bebés?! ¡Ni siquiera la dejaban cuidarse sola!
Su hermanita Shizuku estaba en su cesto. Había dejado de llorar al verla, pero sus ojos seguían vagando por la habitación, buscando a sus padres.
Las versiones bebé de sus padres estaban sentados en el piso. Ellos parecían ser más grandes. ¿Quizás de ocho o nueve meses? Agh, ¿qué iba a saber ella? No le interesaban mucho los bebés, solo su hermanita, y ellos se veían más grandes que ella.
Ellos podían gatear, la versión bebé de su madre hasta parecía poder caminar un poco, o al menos pudo pararse y dar dos pasos antes de caerse sentada y empezar a intentar comerse su pie.
La versión bebé de su padre era... rara. Parecía estar buscando a alguien con la mirada, tenía el ceño fruncido y no dejaba de abrazarse a su ropa.
Ropa. Todavía tenían solo sus ropas de adultos haciendo un muy mal trabajo en cubrirlos, probablemente debería ir a buscar algo para vestirlo, ya que su madre guardó toda la ropa que ella usó cuando era bebé, pero no quería dejarlos solos.
—¡No, mamá! ¡Eso no se come! —Le quitó un cable de la mano a la versión bebé de su mamá, que de inmediato empezó a hacer pucheros, antes de largarse a llorar de forma desconsolada—. Agh, ¿es en serio? —La cargó como pudo y le dio palmaditas en la espalda. Por suerte, ella se calmó rápido.
Volvió a dejarla en el suelo y miró con preocupación a Shizuku, que estaba chupándose el pulgar ansiosamente. De seguro tenía hambre, y Tsukiku no tenía idea de qué hacer sin su madre allí. ¿Serviría darle la leche de vaca que tenían en el refrigerador?
Miró también a la versión bebé de su padre, que ahora parecía empecinado en gatear por toda la sala, como si estuviera inspeccionando el lugar.
Cuando escuchó un sonido de golpeteo en la puerta, jadeó de felicidad. ¡¿Acaso sería su salvación?!
Corrió a abrir la puerta, sonriendo al ver a su tía Minami allí. ¡Sí, ella debía saber de bebés!
Afuera estaba lloviendo de forma torrencial, pese a que hace solo media hora apenas estaba nublado, y su tía Minami parecía muy apurada, sosteniendo las puntas de su largo abrigo para que no se salpicara con las gotas que caía del suelo.
—¡Hola, Tsukiku! Te traje a Haishi y a Umi para que juegues hoy como acordamos con tus padres. —Colocó a ambos frente a ella, empujándolos levemente para que entraran a la casa—. ¡Debo irme ahora, dile a tu madre que los cuide bien!
—¡Espera, tía, tengo que...!
—¡Pórtense bien, adiós! —Corrió al auto donde ya la esperaba la mamá de Umi y ambas se fueron acelerando, escuchando música a todo volumen.
Tsukiku se quedó en blanco.
—¡Hola, Tsukiku! —Umi la saludó alegremente.
—¿Y a ti qué te pasa? —Haishi entrecerró los ojos al ver su rostro pálido.
—Mamá me dijo que no dijera palabrotas... —Cerró los ojos solemnemente, antes de estallar—. ¡Pero mamá no puede entenderme! ¡Mierda!
Umi jadeó ruidosamente, mientras que Haishi contuvo una risa.
—¿Y ahora por qué estás tan molesta? ¿De nuevo no te dejaron tener un gato? —preguntó el niño de diez años.
—¡No deberías decir palabrotas, Tsukiku! —Umi, de once años, la miró con desaprobación.
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Ni lo sueñes
FanfictionSpoilers del manga! / Después de salvar a la humanidad de la petrificación, muchos comenzaron a asentarse, excepto Senku por supuesto. Al ver a Kohaku también soltera, un grupo de entrometidos buscará jugar a casamenteros... pero otro grupo jugará a...